miércoles, 30 de mayo de 2012

JANNE HEEGAARD



Entrevistas en el Diario de Ibiza (2001) (Sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal (2001) (Without an English translation)
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"VOY COMPRANDO TERRENO ALREDEDOR DE MI CASA PARA QUE NO EDIFIQUEN MAS"

Janne Heegaard, más conocida como "Yana",  famosa por sus tangas, llegó a Ibiza un día de 1968 y se dirigió directamente a Formentera.  Yana sigue teniendo una figura de adolescente aunque la cara delata un poco su edad; sin embargo continua sin rastro de maquillaje y por supuesto sin "liftings" de ninguna clase.  Es natural y salvaje como lo ha sido toda su vida.

¿Cómo te enteraste de que existía Ibiza?

-  Estaba harta del frío de mi país, Dinamarca, y me fui a Marruecos.  Me enamoré de un argentino que vivía en Ibiza, él me dijo de venir aquí.  Yo nunca había oido hablar de Ibiza y no sabía ni donde estaba.  Me dijo que cogiera un barco desde Alicante y así lo hice.

Pero no te quedaste aquí, te fuiste a Formentera.

-  Sí porque al llegar me encontré con una amiga danesa que tenía casa en Formentera y me invitó a quedarme allí.

¿Qué te pareció Formentera?

-   Muy pequeña.  Todo era diminuto.  El barco que cogí y luego la isla misma.  Por ejemplo, si alguien daba una fiesta en algún lugar se oía la música (los tambores y timbales), cogías una bicicleta y guiándote por el sonido, llegabas sin ninguna dificultad.  También tenía un olor especial y un encanto que aún sigue teniendo.

¿Fuiste hippy?

-   Puedes decir que sí, en el sentido de que me vestía a la manera hippy y no aguantaba ponerme zapatos.  Siempre iba descalza.  Por cierto, me pasó una cosa curiosa.  Cuando estaba en Alicante esperando al barco de Ibiza, unos chicos, al verme sin zapatos, hicieron una colecta y ¡me compraron unas sandalias!

¿Cuánto tiempo te quedaste en Formentera?

-  Cuatro meses.  Después regresé a Dinamarca a terminar mis estudios de decoración.  Más tarde, sería ya 1970, un amigo me llamó para que viniera a Ibiza.  Me vine y hasta hoy.

¿Cómo te ganabas la vida, qué hacías?

-  Fuí la primera bailarina "go-go" de la isla.  Empecé en "Lola's".  Nunca había estado en una discoteca antes y creo que me contrataron porque era rubia.  También hacía ropa para mis amigos.

¿Cuándo empezaste con los tangas?

-  Siempre había cosido, desde que tenía dieciseis años.  Toda mi ropa me la hacía yo con una vieja máquina de coser que había pertenecido a mi abuela y que yo llevaba siempre a todas partes.  Un día, estando en Salinas, vi a Juan Carlos Herrera, un amigo, con un traje de baño enrollado hacía arriba.  Decidí hacerle un tanga y se lo regalé.  Le gustó mucho y otros amigos empezaron a pedirme tangas.  Los empecé a vender por cincuenta pesetas.  Recuerdo que llegaba a casa con seiscientas pesetas que había ganado estando ¡en la playa!  No me lo podía creer.  Me sentía millonaria.

Luego tus tangas fueron el gran "boom"

-  Pero, al principio, combiné el trabajo de hacerlos y venderlos con otro de "go-go girl" en el "Playboy" de San Antonio.  Solía llevar mi máquina de coser y entre baile y baile, me metía en un cuarto trasero a coserlos.

Creo que la revista alemana "Stern" te hizo un reportaje, ¿no?

Sí, pero en vez de decir que estaban en Ibiza, dijeron que era Copacabana en Brasil.  ¡Hicieron todas las fotos en Salinas!  Por cierto que Juan Carlos Herrera fue a Brasil, se puso el tanga y casi le meten preso.  En Brasil no se veía ni uno y estaban prohibidos en la época.

O sea que fuiste la inventora de esta prenda, después de los indios, claro

-  Así parece.



Una vez que hiciste tu pequeña fortuna con los tangas, tu marido Robin y tú os hicisteis vuestra propia casa, ladrillo a ladrillo, ¿verdad?

Sí, compramos un terreno y nos edificamos la casa entre los dos y más que ladrillos usamos madera, piedra y cristal.  Empezamos en 1974 y la acabamos al año siguiente.


Por cierto que tú y Robin sois de los pocos matrimonios más duraderos dentro del mundillo bohemio de la isla  ¿Cuántos años llevais juntos?

Treinta años.  Nos casamos en 1970 y así seguimos.


Enhorabuena.  Es un milagro.  Después de varios años tuvisteis una hija.

-  Sí, después de quince años llegó Jazmín y esto supuso que fuéramos vistos como más respetables por nuestros vecinos.  Antes de  tenerla creo que aún nos veían como bichos raros (risas).


Además tu hija "parla evissenc"

-  Sí, ibicenco y castellano.  Es ibicenca, nació aquí.


¿Qué piensas de la evolución de la isla en estos años?

-  Demasiados edificios feos y demasiada gente.  De hecho Robin y yo vamos comprando todo el terreno que podemos alrededor de nuestra casa para que no edifiquen.  Me encanta el campo abierto y no quiero ver muros de cemento cerca de nuestra casa.


¿Alguna anécdota que me puedas contar?

-  Hace años, cuando pasaba por delante del "Montesol", la gente decía: "Ahí va  la chica de los tangas" y cuando pasaba por el "Ebusus":  "Ahí va la go-go del Playboy" (risas).


NOTA MIA:  en aquellos años el "Montesol" era el lugar de encuentro de los hippies, bohemios y gente de mundo mientras que el "Ebusus" era el de la olirgarquía local ibicenca.

martes, 22 de mayo de 2012

CARLOS SANSEGUNDO



Sigo con las entrevistas para el Diario de Ibiza (2001) (sin traducción al inglés)
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I'm continuing with my interviews for the Ibiza Journal (2001) (without an English translation)
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"LA ÉPOCA ROMÁNTICA DE IBIZA HA SIDO ERRADICADA POR EL TURISMO"


Carlos Sansegundo un fortachón del norte, cántabro de Santander por más señas, pintor y escultor que perteneció al mítico grupo "Ibiza '59", es un hombre impetuoso, bregado en cinco matrimonios y un sinfin de viajes.  Como dice su buen amigo, el gran poeta José Hierro:  "Carlos Sansegundo es Guadiana que va y viene, desaparece y reaparece transformado".  Me recibe en su bonito estudio de Santa Eulalia.  El estudio tiene aire de guardería infantil o de cubo de Rubik con todos esos cuadros y esculturas multicolores, alegres, llenas de vida.  Un lugar muy luminoso y acogedor.


¿Qué habías hecho antes de instalarte en Ibiza?

-  En 1955 estudiaba en Bellas Artes de Madrid, conocí a una francesa preciosa con quien me fuí a París.  Expuse en la Galería Kleber donde Jean Cocteau organizó la exposición "Desde Picasso hasta Sansegundo".  El gran escultor inglés Henry Moore vió mis esculturas y se interesó por mi trabajo.  Me escribió una carta ofreciéndome trabajar en su estudio de Inglaterra.  Estuve un año en un pueblecito de Hertfordshire donde aprendí, pero también me aburrí muchísimo.  Decidí regresar a España.  En Madrid expuse en la galería Neblí y en el Museo de Arte Moderno y por las noches me reunía en el Café Gijón con otros pintores:  Cossío, Cristino Mayo y escritores como Camilo José Cela, Buero Vallejo, etcétera.

¿Y cómo descubres la isla?

-    Necesitaba alquilar un estudio pero en Madrid los precios eran caros, entonces Cossío y compañía me dijeron de alquilarlo a las afueras de la ciudad pero la idea no me convencía al no tener vehículo de transporte.  Un día estando de tertulia, aparcó un cochazo delante del Gijón del cual bajó una mujer extraordinaria, bellísima, tocada de turbante y abrigo de visón que entró y pidió un whisky con un ligero acento norteamericano.  Se hizo un silencio y todos quedamos con la boca abierta.  Cossío y Buero me dijeron:  "Sansegundo vete a hablar con ella que sabes un poco de inglés."  Me acerqué y le pregunté si era americana, ella me contestó si yo tenía algo en contra de los americanos.  Le dije que sí, que ellos tenían mucho dinero y yo no tenía "a fucking penny" (una puta perra).  Se rio y me dijo que me invitaba a cenar.  Salimos del brazo (el Gijón enmudeció) y fuimos a cenar a "Horcher".  Hablamos de todo un poco y salió el tema del estudio.  Ella resultó ser Priscilla Huntington, pariente del famoso mecenas norteamericano que fundó la Hispanic Society de Nueva York.  Me dijo que eso se solucionaba fácilmente, bastaba con venir a Ibiza.

La sugerencia te debió de coger de sorpresa.

-  Sí, porque no estaba muy seguro de dónde estaba Ibiza, mi geografía escolar no daba más que para Mallorca y Menorca como Islas Baleares (risas).  Pero vinimos y nos instalamos en una preciosa casa de Playa d'en Bossa, desértica en esa época, donde tenía amplio espacio para trabajar.

¿Qué te pareció la ciudad?

-  Un pueblucho comparado con Santander.  Sin embargo, a los pocos días, paseando por Dalt Vila entré en la galería del Hotel Corsario y quedé impresionado con la exposición de Bob Mumford y de ver esa calidad sofisticada en un pueblo tan pequeño (en realidad cuando entré en la galería pensé que vería los típicos cuadros paisajísticos).

¿Cómo participaste con el grupo Ibiza '59?

-  Esa noche fuimos al bar de Sandy en Santa Eulalia.  Le pregunté si conocía a un pintor llamado Mumford y Sandy me contestó:  "Ahora mizmo te lo prezento".   Lo conocí y vino a mi estudio, quedó alucinado con mi trabajo, así que me presentó al resto del grupo:  Broner, Bechtold, Hans Laabs, etcétera.

¿Qué te pareció ese mundo artístico de la época?

Me entusiasmó porque en Madrid y Barcelona seguían estancados en movimientos artísticos sin originalidad, mientras que aquí, gracias a la variedad de talentos y a las múltiples nacionalidades, se estaba haciendo un arte más universal, avanzado y de gran calidad, más en contacto con los movimientos de Nueva York, Londres o Berlín.

¿Es verdad que hiciste un busto de Abel Matutes, fundador del banco?

-  En 1963, tuve una exposición en el Museo de Arte Moderno de Madrid con Genovés, Vento, Mignoni, eramos el "Grupo Hondo".  Un americano me preguntó cuánto quería por toda mi obra expuesta.  Me sorprendió y le contesté que lo que quisiera él.  Me entregó su tarjeta y dijo que me lo pensara, que esperaría mi respuesta en el Hotel Castellana Hilton.  El resto del grupo me advirtió de que lo más probable es que fuera homosexual, pero resultó ser un marchante, me compró todo por 400.000 pesetas (cuatro cuadros).  Entonces pensé ¡con ésto ya puedo vivir el resto de mi vida en Ibiza!  Traje el cheque a Ibiza, fui al Banco Matutes y me dieron el dinero ipso facto sin siquiera verificarlo.  A raiz de eso me encargaron que hiciera un busto del fundador Abel Matutes.  Hoy en dia el relieve se encuentra en la CAM.

También viviste muchos años en Nueva York.

-  Estando de vuelta aquí, recibí una carta del marchante americano diciéndome que fuera a Nueva York para hacer una exposición.  El problema que yo tenía era cómo enviar los cuadros.  Matutes una vez más me ayudó, me dijo que lleváramos la caja en su velero a Barcelona y allí yo podía coger un crucero por el Mediterráneo que finalizaba en Nueva York.  Así lo hice y recuerdo que al llegar a esa enorme metrópoli de noche y ver todas esa infinidad de luces, pensé ¿en cuál de esas luces dormiré yo esta noche?

¿Te casaste de nuevo y te quedaste?

-  Estando mi obra expuesta en la galería, fui a ver cómo habían quedado mis cuadros y me llenó de alegría que uno ya tenía el puntito rojo (señal de que se había vendido).  La galerista--una mujer muy atractiva--se acercó, le dije que yo era el pintor y le pregunté si era verdad que ese cuadro estaba ya vendido.  Me dijo que sí, por supuesto.  Ahí mismo empezamos una larga charla, al final de la cual le pedí que se casara conmigo.  Total que me casé con Ruth Kligman.  Andy Warhol fue nuestro padrino y viví doce años en Nueva York hasta que me divorcié.  Debo decir que en esos años conocí a toda la vanguardia artística de la ciudad:   Motherwell, Rothko, De Kooning, Raushenberg, Jasper Johns, Jackson Pollock y un día coincidí con Dalí, a punto de pasearse por la Quinta Avenida a lomos de un elefante (risas).

¿Es cierto que tu mujer había vivido con Jackson Pollock antes de casarse contigo?

-  Sí, además iba en el coche con él y una amiga cuando tuvieron el trágico accidente dónde fallecieron Pollock y la amiga.  De hecho yo le convencí para que escribiera un libro sobre el tema, cosa que hizo y lo tituló "Mi vida con Jackson Pollock".  Hollywood compró los derechos.  Ahora está demandando por plagio, ya que la pelicula que acaban de filmar está basada en su libro pero se lo adjudican a otro escritor.  Por cierto, la actriz que ha ganado el oscar hace el papel de mi ex, Ruth Kligman.

¿Cómo recuerdas a esos grandes genios de la pintura?

-  Traté muchísimo a De Kooning, que era un señor encantador, de origen holandés con acento, pelo blanco, sencillo.  Aprendí mucho con él al igual que con Henry Moore.  Rothko tenía aspecto de ejecutivo, no era nada bohemio.  Le conocí en una fiesta de artistas y toda la noche estuvo hablándome del colegio de sus hijas, me pareció una maruja, me sorprendió que no hablara de pintura (risas).  En otra fiesta conocí a Jasper Johns, que era homosexual.  De esa fiesta tengo el recuerdo nítido de la entrada de Leonard Bernstein (gran director de orquesta) dirigiéndose a un joven efebo a quien besó apasionadamente en la boca.  Me quedé de piedra.  Luego estaba Motherwell que era un caballero muy millonario.

¿Regresaste a Ibiza?

-  Sí, en 1974 regresé y me instalé en Roca Llisa.  Me quedé un año más o menos, porque en ese tiempo vivía a caballo entre Madrid y Nueva York.  Al conocer a mi cuarta mujer, decidimos volver a instalarnos en Nueva York donde nos quedamos durante quince años.

Ya llevas varios años viviendo de nuevo en la isla, como si no pudieras alejarte mucho tiempo de ella, ¿es así?

-   Cierto, desde 1992 vivo aquí.  Por supuesto que la isla tiene un imán difícil de explicar pero aquella época maravillosa de romanticismo que ha sido desplazada por el turismo, más ventajoso económicamente, ha erradicado aquel toque mágico que puso a Ibiza en el mapa internacional.   

¿Qué piensas de ella ahora?

-  Cierro los ojos y no quiero verla.  Ignoro toda la fealdad que me rodea.  Me dedico a trabajar muchísimo y punto.  Eso es lo positivo.  Cada año sigo volviendo a Nueva York.






miércoles, 16 de mayo de 2012

GISELA BRONER



Entrevistas en el "Diario de Ibiza" -2001 (sin traducción al inglés)

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Interviews in the Ibiza Journal -2001 (without an English translation)

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Gisela Broner, viuda del gran arquitecto y pintor Erwin Broner, es una venerable ancianita de 89 años, de espíritu joven y mente lúcida.  Estamos en su preciosa casa de Sa Penya, construida por su marido con  unas vistas excelentes sobre el faro de Botafoc y el mar.  En un momento de la entrevista, me ofrece una bebida y ella se sirve un whisky.

"LOS IBICENCOS NO HAN SABIDO APROVECHAR EL TESORO QUE ERA SU ISLA"

Gisela, me encanta que se tome un whisky, eso la mantiene joven.  Dígame ¿cuándo llegó a Ibiza?

-   Vinimos en 1951, porque mi marido conocía la isla; había vivido aquí antes de la guerra civil en los años treinta y tenía muy buenos recuerdos.

¿Qué le pareció la isla?

-  Cuando llegamos no tuve ninguna impresión en particular porque habíamos estado viajando mucho por diferentes pueblos de la Costa Brava y del Ampurdán que son preciosos, entonces Ibiza no me causó asombro.  Sin embargo, al instalarnos sí que me llamó la atención la forma de vida, las costumbres de los ibicencos, su arcaísmo en general.  Lo fantástico que era ir en bici o andando a todas partes; era una vida muy relajada.

¿Dónde se instalaron?

Vivimos en la casa que está ahí abajo (me muestra la casa que pertenecía a los Villangómez) hasta 1956 en que tuvimos que regresar a los Estados Unidos para no perder nuestra nacionalidad.  Vivíamos de una manera muy primitiva, sin agua caliente y sin luz aunque la encendían todas las tardes a partir de las siete durante una hora o dos con una bombilla de 40 vátios (risas).  Erwin, con la ayuda de un fontanero, construyó una ducha en el acantilado, porque acostumbrados a ducharnos todos los días, no podíamos soportar no hacerlo.  Por supuesto que la ducha era de agua fría y en el invierno era horrible (ríe).


Tanto su marido como usted eran ciudadanos del mundo porque los dos habían vivido en muchísimos sitios.  ¿Cómo y dónde conoció a Erwin?

Yo nací en Brasil, de padres alemanes, y a los nueve años volvimos a Colonia (Alemania) pero a los 26 me fui a Nueva York y allí es donde conocí al que sería el amor de mi vida.  Estaba haciendo la casa de una amiga mía y ella nos presentó.  Erwin llevaba varios años viviendo en Estados Unidos y ambos teníamos la nacionalidad americana.



¿A raiz de su matrimonio es cuando vinieron a Ibiza?

-  No.  En 1950 vinimos por un año a Europa y nos instalamos en París pero para Erwin, Europa era Ibiza y dedicarse a pintar.



Cuando llegaron en 1951, deberían ser los únicos extranjeros viviendo en sa Penya.

- No había casi ningún extranjero, pero sí conocimos a otro matrimonio joven americano y a un pintor alemán, Heinz Trökes, que vivía en San Antonio y que posteriormente formó parte del grupo Ibiza '59 con Erwin.


Una vez acabada su casa actual, supongo que sería el lugar de encuentro de este famoso grupo, ¿no?

-  Sí, la construimos en 1960, era nuestro sueño y siempre estaba llena de amigos de todas las esferas profesionales, así como los artistas del grupo, por supuesto.  Venían de todo el mundo a visitarnos.  Era una casa llena de vida.  Muchos compraron casas y se instalaron aquí, aunque ahora la mayoría ha muerto o se ha ido de la isla.

¿Qué recuerdos o anécdotas tiene de aquellos años?

-  Viniendo de la "civilización" de Estados Unidos y París me chocaba mucho hacer la compra con un capazo de esparto y que se metieran todas las verduras juntas con el pescado y la carne.  No había bolsas de plástico ni de papel para separar los productos.  El pescado lo envolvían en papel de periódico (risas).  Los precios eran increiblemente bajos.  También recuerdo que cuando celebrábamos cualquier fiesta, cumpleaños o aniversario de boda (antes de tener nuestra propia casa) nos ibamos de fin de semana al hotel más lujoso de San Antonio (solo había dos), para disfrutar de un cuarto de baño como Dios manda, ya que no teníamos uno en casa, y acostumbrados a tres cómo habíamos tenido en Estados Unidos... (ríe).

Usted ha sido testigo del cambio drástico de Ibiza, ¿qué le parece?

Erwin siempre decía que cuando tiraran la casa roja de la carretera de Santa Eulalia, sería el fin de Ibiza y que nos marcharíamos.  Gracias a Dios para él, murió en 1971 antes de que lo hicieran, por lo tanto no llegó a ver el desastre en que se ha convertido.

Pero usted se ha quedado, ¿por qué?

Me he ido quedando porque esta casa era la casa de mis sueños en la isla de mis sueños, pero he sufrido lo indecible en estos últimos años y ya soy muy mayor para irme a otro lugar.  He tenido que poner rejas por toda la casa porque los yonquis entraban a pincharse en el jardín.  Ha sido espantoso.  El Consell quiere hacer la Fundación Broner en esta casa cuando yo haya desaparecido, pero me pregunto si han visto cómo están los alrededores.  ¡Es un vertedero de basura!  Lleno de desechos de obras, jeringuillas, cartones, bolsas de plástico.  Un horror.  Debe de existir mucha corrupción a todos los niveles porque no me explico porque no hacen nada.  Es una lástima que los ibicencos se hayan dejado cegar por el dinero fácil en vez de haber aprovechado el tesoro que era su propia isla.  Haber aprovechado este tesoro de una manera más inteligente, más sabia.
(Nota mía:  el barrio de La Peña en la parte del puerto de Ibiza ciudad era el antiguo barrio de pescadores que cuando el boom de Ibiza, muchas casas se convirtieron en restaurantes y boutiques.  Cuando a finales de los años 70 y principios de los 80 la heroina hacía estragos, ese barrio fue el foco del trapicheo y el "pincheo" de la droga)


¿Su mejor recuerdo?

-  Sí, que los años más importantes de mi vida fueron los que viví con Erwin.  Fueron veintiun años de felicidad, de descubrimientos mutuos, de viajes, amigos, además de vivir en esta isla que fue maravillosa.


NOTA MÍA:  Hace unos años Gisela falleció en Ibiza.  Su casa se ha convertido en la Fundación Broner.

   



jueves, 10 de mayo de 2012

ANTONIO FIORAVANTI



Sigo con mis entrevistas en el Diario de Ibiza, 2001 (sin traducción al inglés)
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I'm continuing with my interviews in the Ibiza Journal, 2001 (without an English translation)
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"IBIZA TIENE MUCHAS SOCIEDADES"


Antonio Fioravanti y Any Perthuis, tanto monta, monta tanto, son una bella pareja que lleva unida treinta y cinco años.  Una de las más duraderas de la época de la fárandula dorada de Ibiza.  Todo un record.  Antonio, hijo de la Marquesa de Nájera y del Donadío, es un hombre atractivo, moreno, con bonitos ojos verdes de mirada tierna por quien no parece que pasen los años.  Any, una guapa parisina, emana energía por los cuatro costados.



Antonio Fioravanti y Any Perthuis, padres del cineasta Igor, me reciben en su coqueto chalet, decorado con muy buen gusto.  En las paredes, cuadros originales y coloridos de Antonio.  Nos sentamos en el porche resguardado por enormes enredaderas de buganvillas, damas y galanes de noche.

-  Antonio, ¿cuándo y por qué viniste a Ibiza?

-  En 1960.  Tenía diecisiete años.  Nací en Madrid, pero a los tres años mi padre, que era piloto militar, fue trasladado a Mallorca.  Vivimos unos años allí hasta que mi padre nos abandonó para irse de aventurero al Amazonas.  Entonces mi madre, mis tres hermanos y yo nos fuimos a vivir a Torremolinos, porque mi abuelo tenía el Hotel Montemar (el primer hotel que existió en el pueblo) y el Club de Remo, donde iba toda la aristocracia.  Ese año, mi madre quiso sacar a un hermano que estaba enfermo del riñón del follón del verano de Torremolinos, ya que temía que se muriera, y decidimos venirnos aquí, que era más tranquilo.

-  ¿Y tu, Any?

En 1966.  Durante las vacaciones de Semana Santa.  Ese año no pude ir a esquiar, como era mi costumbre.  Entonces, una amiga y yo decidimos ir al sur.  Cogimos un mapa de España, apuntamos con el dedo a ciegas y dio en Ibiza.  Así que nos vinimos.  Lo único que conocía de Baleares era Mallorca, porque ya había estado.

Antonio, ¿cual fue tu impresión de la isla?

-  El impacto fue increible, sobre todo por la belleza del mar, su colorido y transparencia.  Nos fuimos a San Antonio y allí conocí a personas interesantísimas, como Alejandro Vallejo-Nájera y Fernando de Castro, quien ha escrito un libro reciente sobre sus vivencias en la isla, "La isla perdida", y que llamaba a mi madre "la condesa descalza" porque la verdad es que era muy bella, muy exótica.

 
 -  ¿Y Alejandro Vallejo-Nájera?


-  Era todo un personaje.  Recuerdo ir con él y los hermanos Olaso a una discoteca, sentarnos en una mesa y, cuando veía a la mujer más guapa, dejarnos plantados e irse tras de ella.  Normalmente las conquistaba, y ellas se quedaban prendadas y rendidas a sus pies.  A mi, que era joven, eso me flipaba.

-  ¿Qué pasó después de ese verano del 60?

-  Ibiza quedó dentro de mi pero mi proyecto era ser ingeniero naval.  Tenía que volver al sistema.  Estudié en la Universidad de Madrid pero tuve la suerte de caer enfermo de tuberculosis y me llevaron a un sanatorio en la Sierra, donde permanecí durante dos años.  Una vez curado, no hice la recuperación y me expulsaron por llevar mujeres de "mala vida".  El doctor me preguntaba por qué llevaba estas mujeres.  Yo, todo indignado, le decía que no eran de "mala vida" sino "señoras" (risas).

-  Volviste a la universidad?

-  Volví a estudiar, pero no pude continuar porque, debido a mi enfermedad, me di cuenta de que la vida era muy precaria, que el futuro no existía, sólo el presente.


¿Regresaste a Ibiza?

Sí, sería 1964 cuando me instalé, aunque iba y venía porque me tocó hacer la mili en Almería.  Pero en 1966 conocí a Any, nos casamos, tuvimos a Igor y aquí seguimos.



-   Any, vuestro amor parece que fue un flechazo.

-  Al parecer, Antonio ya se había fijado en mi, pero yo no.  Un día que mi amiga y yo hacíamos autostop, nos recogió un amigo de la madre de Antonio y nos invitó a casa de ella.  Cuando llegó Antonio y me vio con su madre, se quedó de piedra.  Empezamos a salir y a las dos semanas me pidió en matrimonio.  Intentamos casarnos en la iglesia de San Telmo, pero al ser yo menor de edad (19 años) necesitaba el permiso paterno.  Llamé a mi padre pidiéndole que me enviara el permiso, pero me dijo que fuera a París a buscarlo (risas).  Total,  que me fui porque también tenía que terminar mis estudios y en junio volví.  Nos casamos en noviembre en Madrid.  Antonio tenía que hacer la mili, le tocó Almería y para allá nos fuimos.  Mientras él hacía la mili yo hice de extra en todas las peliculas que se rodaban, especialmente en los spaguetti westerns (risas).

-  ¿Cuál fue tu impresión de la isla?

-  Ninguna en particular, porque detestaba el campo.  Viniendo de París, yo era muy de asfalto.  Los primeros años que vivimos aquí, me iba a París a menudo porque no aguantaba mucho la insularidad.  Ahora, sin embargo, me encanta. No viviría en otro lugar.  Adoro el campo y odio las ciudades (risas).

Antonio, ¿cómo era la isla en aquella época?

Fascinante, debido a los personajes que vivían aquí.  Como había tantos pintores yo también intenté serlo (había estudiado Arte en el sanatorio).  Me escapaba a Madrid a hacer exposiciones pero pronto me cansaba y regresaba.


¿De qué vivíais?


-  Llevábamos el tablao que había montado mi madre en San Antonio "La gitana" que fue el lugar más famoso de entonces porque en aquellos años San Antonio era el lugar de encuentro de todos los que vivíamos aquí.  Luego transformé "La gitana" en el primer bar de música pop donde tocaban músicos melenudos.  El alcalde mandaba a la Guardia Civil a pelarlos porque no quería "peluts" ni gentes de mal vivir, según él.  Yo les ponía pelucas y seguían tocando (risas).

-  ¿Los Bee Gees tocaron en tu establecimiento?

-  No, ellos creo que cantaron en el Playboy, en el mío cantaban Los Masters, un grupo que fui a buscar a una estación de radio de Barcelona.  Posteriormente cantaron en el Nikas de Madrid.

-  ¿Ganasteis dinero con "La gitana"?

- ¡Qué va!  Todos vivíamos sin dinero, dejando a deber en todos los sitios, el mío incluido.  Incluso despreciábamos a los que venían a hacer dinero en serio.  Para nosotros habían caido en la trampa del capitalismo, del "establishment" (risas).  Si alguien aparecía con corbata pronto se sentía incómodo, fuera de lugar y a los cuatro días se la quitaba.  Tampoco admitíamos que se hablara de política.  Hablábamos de vivencias, de filosofía a nuestra manera, sin referencias.  Los famosos nos daban exactamente igual, quedaban defraudados (si tenían esa expectativa) porque nadie les hacia caso.
Volviendo a "La gitana", cuando la dejé llevé "La finca" en Ibiza porque a finales de los sesenta, el lugar de encuentro se había trasladado a la ciudad.  También tuvimos "La crèperie".  Luego adquirí un goleta bergantín a Abel Matutes padre, un barco de 125 años que había llevado sal a Cuba, que posteriormente transformé en restaurante y coloqué en el muelle viejo de San Antonio.  Era precioso.

-  ¿Cómo recuerdas la llegada de los hippies?

-  Fue mi encuentro con la mística.  Otra parte de Ibiza que existe y es muy importante.  Tenía 35 años y al haber satisfecho todos mis deseos de los sentidos, llegó un momento en que estaba cansado y me preguntaba si no habría algo mas.  Me preguntaba si los hippies, a pesar de su espectáculo exterior, que me parecía exhibicionista, no tendrían algo más en su interior, y es cuando descubrí que la mayor parte sí sentían una espiritualidad profunda.  Eso me llevó a investigar ese camino, esa mentalidad.  Viajé a la India, tuve experiencias espirituales que me abrieron la comprensión de lo que es el hombre y a partir de entonces he escrito dos libros que no he publicado.  También tengo un pequeño grupo que viene a casa dos veces a la semana a quienes enseño meditación.

Aparte de tus clases de meditación, ¿a qué te dedicas ahora?

-  Construyo casas.

- ¡Peligro!  ¿No crees que ya está bien de tanta construcción? 

Creo en la libertad del individuo, que pueda hacer según su gusto, aunque no sea el mío porque el ser humano es creador; crece al crear aunque cree erróneamente porque a través de los errores va aprendiendo.  Se han hecho cosas horribles, especialmente en las ciudades.  Tantas cosas feas deberían ser rehechas, reedificadas y todos los que tienen proyectos nuevos deberían pasar por un grupo de estetas--no necesariamente arquitectos sino pintores, escultores, escritores, etcétera--.  Que no prohibieran pero que dijeran, ¡así no!  La isla de Ibiza es un lugar de transformación, como debe ser, y todos los que vienen por primera vez también quedan fascinados, les encanta Ibiza.  Porque esta isla tiene muchas sociedades donde uno puede encajar con total tolerancia y respeto, como siempre fue habitual debido al carácter de los isleños.

-  Hablemos de vuestro hijo, Igor.  ¿Es un famoso cineasta en ciernes?

-  ¡Ojalá!  Porque mi gran ilusión es ser como el padre de Julio Iglesias, rodeado de mulatas (risas).  Estudió Imagen en Ciencias de la Información y trabajó como ayudante de producción y de dirección.  Acaba de rodar la pelicula "El sueño de Ibiza" (aunque el título puede que cambie) basado en un guión escrito con su sensibilidad sobre sus experiencias de pequeño en Ibiza.  Esperamos y deseamos que tenga éxito.




domingo, 6 de mayo de 2012

FORT LANGLEY, B.C.



Con esta visita a Fort Langley, B.C. acabo mi periplo viajero, por ahora...   Un domingo soleado  visitamos este pueblecito pintoresco a unas dos horas de Vancouver.  Fue la primera "ciudad" de British Columbia fundada por el explorador James Douglas (hay una estatua de él en un parque.  No encontré foto)


Es muy del oeste, con sus casas de madera reconvertidas en boutiques y restaurantes.
Las fotos, como siempre son de Google y me dió mucha ilusión la siguiente de los Mounties, aunque faltaban los caballos.


Quiero daros la noticia de que ya llevo cinco meses ¡sin fumar!  Estoy hecha un tonelete pero he aguantado y sigo aguantando ¡a pelo!

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One sunny Sunday we went to Fort Langley, two hours away from Vancouver.  It was my last travel stop, for now...  It's very picturesque.   Very cowboy-western type with all its wooden houses now converted into boutiques and restaurants.  It was the first city founded in British Columbia by James Douglas.  He has a statue in one of the parks (didn't find a picture).

The pictures, as always, are from Google but I was very happy to find the one of the Mounties, although, without their horses.

It's been five months since I quit smoking.  Just wanted everyone to know... I'm fatter but I've been able to go through with it cold turkey!



miércoles, 2 de mayo de 2012

EDITH SOMMER



Continuo con las entrevistas en el Diario de Ibiza - 2001 (sin traducción al inglés)

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Continuation of my interviews in the Ibiza Journal - 2001 (without an English translation)

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"EN 1959 NO SABÍA DÓNDE ESTABA IBIZA"


Edith Sommer, pintora pseudo-abstracta-surrealista suiza, residente en la isla desde los años sesenta, es una mujer madura y atractiva.  Lleva su pelo gris-rubio natural peinado hacia atrás, sus facciones son suaves y armoniosas y sus bonitos ojos verde claro reflejan una vida interior intensa.  Su historia ha sido la de una pintora bohemia.  Ha tenido tres maridos; uno de ellos, el polémico escritor norteamericano Clifford Irving.

Vive en una preciosa casa payesa, acondicionada para la vida moderna pero manteniendo sus orígenes como, por ejemplo, gruesas vigas de sabina en el techo y la distribución típica de las casas de la isla.  Está decorada con muy buen gusto.  Estamos en la cocina sentadas en una mesa larga de madera frente a la enorme chimenea.  Las paredes están cubiertas de cuadros.  Un lugar muy acogedor.  Sus tres perros ladran y corretean alrededor. 

-  ¿Cómo fue tu llegada a la isla?

-  En 1959 tuve una exposición en Colonia (Alemania) donde conocí a un señor que dijo ser el secretario de Ivan Spence.  Me dijo que le gustaría que yo expusiera en su galería de Ibiza.  Perpleja, le pregunté, ¿qué es Ibiza? porque no tenía la más mínima idea sobre la isla y menos dónde se encontraba (risas).


-  ¿Lo averiguaste y te viniste?

-   No enseguida.  Ocurrió dos años después, cuando fui a Barcelona a recoger unos Tàpies que había comprado mi marido.  Decidí darme un salto a Ibiza porque también otro amigo pintor me había hablado de la galería de Ivan Spence, de cómo era de original y qué personaje tan simpático era Ivan.  Cogí un avión, sobrevolamos la isla antes de aterrizar en el diminuto aeropuerto y nada más poner pie en tierra supe que éste era mi lugar, mi hogar.  Por lo tanto, antes de instalarme en el hotel, cogí un taxi y me dirigí directamente a las oficinas de Iberia para prolongar mi estancia de tres días a seis, ya que el avión sólo volaba cada tres días; eso si no llovía mucho porque entonces la pista se convertía en un barrizal (risas).  De allí cogí un taxi directamente a la galería y conocí a Ivan y a Hede Spence, que me parecieron encantadores.  En ese mismo instante tuve la sensación de que les conocía de toda la vida y que iba a ser mi galería y ellos mi familia.

¿Conseguiste salir de la isla a los seis días?

Sí, no llovió (risas).  Antes de marcharme ya había encontrado y apalabrado la compra de esta casa donde aún vivo.  Volví a Alemania y luego al sur de Francia a vender una casa que había comprado el año anterior.  Esa casa había sido mi sueño porque al haber veraneado con mis padres desde niña en el sur de Francia, sentía un enorme cariño por el lugar.  De todas formas nunca disfruté mucho tiempo de ella porque no conseguía quedarme más de cuatro días.  Me sentía muy sola y, francamente, tenía miedo.  El vecino más cercano estaba a dos kilometros.
En 1962 me divorcié y me mudé a Ibiza.  Vine con mis dos hijas de ocho y diez años.  Ellas querían ver si les gustaba pero decidieron volver a Alemania con su padre y su madrastra.  Allí tenían su colegio, sus amigos, en fin, su vida.  Yo iba a verlas muy a menudo.





- ¿Cuándo conociste a Clifford Irving?

Dos años despues, en 1964.  Durante un año nuestra relación iba y venía porque Clifford era bastante mujeriego, pero llegó un día en que se instaló en casa y acabamos casándonos en Nueva York.

-  ¿Tuviesteis hijos?

-  Sí, dos chicos.

- ¿Por qué acabó la relación? 

-  La relación nunca se acabó porque seguimos siendo grandes amigos, pero cuando estalló el escándalo de la falsa biografía de Howard Hughes (el excéntrico y multimillonario americano que nunca permitió que nadie escribiera su biografía) estalló nuestra convivencia.

- ¿Qué tal te llevabas con Elmyr de Hory?

-  Fantásticamente.  Era mi mejor amigo.  Le conocí antes que a Clifford.  De hecho, él siempre me advirtió de no casarme con él, que era mejor tenerlo como "divertimento".

-  ¿Qué recuerdos tienes de todo el asunto de "Fake" (Falso), la pelicula de Orson Welles?

Cuando Clifford escribió la biografía de Elmyr es cuando nos enteramos de que era un falsificador.  Antes no lo sabíamos, pero como la historia estaba a punto de salir, Elmyr prefirió sincerarse con Clifford.  Luego escribió la biografía de Howard Hugues, Orson la leyó y decidió rodar la pelicula.

-  Si no sabíais que Elmyr era un falsificador, ¿qué pensábais cuando veíais sus Matisse y Modiglianis?

-  Nos contaba que era parte del patrimonio que consiguió salvar de su casa en Hungría al comienzo de la II Guerra Mundial y nosotros le creíamos.  Éramos jóvenes, no hacíamos preguntas.  Nos daba igual.

- ¿Cómo y cuándo se rodó la pelicula?

Orson no la rodó en persona.  El realizador francés Reichenbach nos había filmado en diferentes ocasiones y estas escenas las compró Orson  para incluirlas en el film.  Una anécdota es que Orson había prometido pagar a Clifford diez mil dólares por el uso de su imagen.  Dinero que nunco cobróUn día estando Clifford en un restaurante de Hollywood, se encontró con Orson.  Se acercó a su mesa y le dijo:  "¿Te acuerdas de aquello?" y éste le contestó:  "Sí, lo siento, pero estoy completamente arruinado".  Entonces, Clifford le dijo que se olvidara.  Clifford siempre ha sido muy generoso.  La ironía fue que "falso" era todo lo que rodeó a ese film. 

¿Cómo es que llegaste a tener tu propia galería de arte?

-  En 1974, estando en casa de Clifford, en Estados Unidos, conocí a Bill Maloney, un abogado americano que acabó convirtiéndose en mi tercer marido.  Vinimos a Ibiza y Bill decidió abrir una galeríaEstuve feliz de que Bill quisiera venir porque no hubiese aguantado vivir en los Estados Unidos.  Soy muy mediterránea.

-  ¿Cuántos años vivísteis juntos?

-  Diez años un poco tormentosos.  Después de cinco años de convivencia, un día Bill se despertó destrozado preguntándose qué demonios hacía un abogado "straight" (convencional) como él viviendo en Ibiza, con una pintora bohemia, cuando lo que quería es seguir con su carrera en Estados Unidos.  Aún así pasaron cuatro años miserables hasta que se enamoró de otra mujer.  Él quería soltar amarras pero le era imposible dejarme.  Afortunadamente, llegó Clifford con su nueva esposa y vio la situación caótica en la que nos encontrábamos y le echó de casa.  Entretanto, me llamó mi primer marido, que acabó pagándonos el divorcio.  Hoy en día Clifford y mi primer marido son mis mejores amigos.

-  No me extraña ¡qué solidaridadPor cierto ¿tuviste hijos con Bill?

Gracias a Dios no, sólo lagartijas y perros (risas).


-  ¿Ahora vives sola?

Cuando Bill se marchó había estado conviviendo con alguien durante treinta años, y decidí vivir otros treinta sola.  Ya han pasado quince y han sido los más maravillosos y tranquilos de mi vida (risas).  Pero por alguna razón siempre tengo la casa llena.  Vienen mis hijos, mis nietos, mis dos ex-maridos con sus esposas e hijos respectivos...


¿Qué te parece el cambio que ha experimentado Ibiza?

-  ¡Me parece maravilloso!  Ahora tenemos buenos hospitales, dentistas, los teléfonos funcionan, buenas conexiones aéreas...  Porque a mis 65 años ya no estoy para sol y playa (risas).  Veo normal el desarrollo de la construcción.  Pasa igual en todo el mundo.  Tenemos fealdad y belleza, pero la fealdad tendrá que desaparecer porque el turismo futuro exigirá más lugares bellos, con jardines y no solamente cemento.  Si uno regresa después de una ausencia de treinta años, claro que verá un gran cambio, pero si uno se ha quedado, ha vivido la transformación con normalidad.  No podemos esperar que la isla siga siendo un paraiso exclusivo para nosotros, que la descubrimos; otros tienen el mismo derecho de disfrutarla y compartirla.  Además, sólo son los meses de verano los agobiantes.


¿Sigues pintando y exponiendo?

-  Sí.  La última exposición fue en Alhadros, hace unos años.  Ahora estoy preparando otra para el año que viene, aunque sigo teniendo una exposición permanente en la Galería Nomad de la carretera de San José.  Recuerdo que cuando era joven me encantaba exponer en todos los sitios.  Volaba de Nueva York a París, de Zurich a Hamburgo.  Iba cargada de cuadros en mi coche y conducía kilómetros y kilómetros.  Ahora se acabó todo ese ajetreo que durante cuarenta años fué mi vida.  Ya no siento la ambición de llegar a la cumbre, sólo me interesa el reconocimiento de la gente de Ibiza.


- ¿Tienes algún otro proyecto entre manos?

Sí, aprender el ibicenco.