viernes, 21 de marzo de 2008

PRIMAVERA - SPRING

La foto del pruno florido en el blog de Pedro, me ha traido a la memoria mis primaveras infantiles en el caserio de mi amona (abuela en euskera) materna en Gainchurizqueta. Como ella vivía sola en un caserón enorme yo era la nieta que pasaba largas temporadas acompañándola. Una de las visiones que se me han quedado más grabadas en mi memoria, es cuando al despertar una mañana cualquiera y abrir las contraventanas de mi habitación, ver un espectáculo maravilloso. ¡¡Ovejas blancas pastando en la hierba y los cerezos en flor!!. Bajaba corriendo como un rayo. Me abrazaba a las ovejas y una alegría enorme embargaba todo mi ser. Teníamos muchos arboles frutales; en cuanto, por ejemplo, salían las cerezas ahí estaba yo trepada al arbol inflándome a cerezas. Teníamos de las rojas, de las negras y unas japonesas grandes rosáceas. Luego salían las manzanas, las peras, los melocotones y en otoño las castañas. Me pasé la vida como un mono subida a todos ellos. Aunque mi infancia fue bastante solitaria, solo tenía como compañeros de juego a mis dos perros, fui feliz. Correteando por el campo con ellos, hablándoles, de lo divino y lo humano (en aquellos años la idea de la "eternidad" me reconcomía el cerebro. Tambien la existencia de Dios. Le quería ver).
Tambien teníamos gallinas. Cuando la clueca iba a tener a sus polluelos, la metíamos en una cuna de mimbre (de mis muñecas), la tapábamos con una manta y la dejábamos en la cocina para que no pasase frio. Al salir de los cascarones, los polluelos eran bastante feos, negros, mojados pero en unos dias eran preciosos-- amarillitos, todos en hilera detrás de la clueca. Los cogía, los acariciaba y, sorprendéntemente, la clueca me dejaba solo a mi acercarme a ellos. A nadie mas. ¡Menuda eran las cluecas!

A picture of a flowered plum tree in one of my blogger's posts has brought me Spring memories of my early childhood in my maternal grandmother's country house in the Basque Country. Since she lived alone, I was the grandaughter who kept her company most of the time. A vision that I still have engraved in my brain, is any morning, waking up, opening the window of my bedroom and seeing the most amazing sight: White sheep grazing in our lawn!! and the cherry trees in bloom. Sheer heaven. Happiness overwhelmed me. I rushed down and embraced the lambs.
We also had a lot of fruit trees: Cherries, apples, plums, peaches and chestnuts in the Fall. In June when the cherries came out, I would climb up the trees and eat my heart out! We had red, black and a Japanese pink cherry tree. I would spend the whole summer like a monkey climbed up the different trees. Even though I had a very lonely childhood, I only had my two dogs as friends, I was happy. I used to walk with them through the fields, talking to them about the divine and the humane (in those years I remember that "eternity" boggled my mind. I also questioned the existence of God--I wanted to see him).
We also had chickens. When mother hen was about to have her little chicks, we would settle her in one of my doll's wicker cribs, cover her with a blanket and leave her in the kitchen so she wouldn't be cold. When the chicks hatched out of the eggs, they were quite ugly. Black and wet but in a few days they were gorgeous--all yellow and fluffy, trailing behind their mother. I used to pick them up and caress them. Surprisingly enough, mother hen let me do it because she wouldn't let anyone else come near them, let alone, pick them up! They're quite something, mother hens...

12 comentarios:

  1. Qué hermosos recuerdos. Tu infancia sería solitaria, pero llena de vida y de imágenes: ¡abrir la ventana y ver los cerezos en flor y ovejas pastando! Cómo hemos matado el mundo.

    ResponderEliminar
  2. Sí, Pedro, cómo hemos matado el mundo...una pena. Ahora hay que escaparse al "tercer" mundo para zafarse de esta globalización máldita. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  3. Mi infancia también fue solitaria, en un pueblo minero de León. Pero que bien se está con uno mismo cuando se es niño, no? Besos (y muchas gracias por tus visitas y comentarios a mi blog)

    ResponderEliminar
  4. ISAAC, Gracias por tu comentario. Sí cuando uno es niño se vive en otros mundos, mágicos, imaginativos y felices. Gracias a mi infancia solitaria, la soledad no me pesa en absoluto, al contrario, me gusta. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  5. Cuando me podía escapar de mis cinco hermanos, me perdía para estar sola, me tumbaba en la hierva mirando las hormigas o cualquier bicho pasar... ¡las horas pasaban tan lentas...!
    Bikos.

    ResponderEliminar
  6. HELENA, ¡Qué bueno leerte de nuevo por aquí! Con cinco hermanos supongo que la soledad se te hacia muy cuesta arriba... Besotes, M.

    ResponderEliminar
  7. Precioso. Ni todo el dinero del mundo puede pagar una infancia así, en la naturaleza.

    ResponderEliminar
  8. ANA, sí fue una infancia maravillosa. Por eso cuando nos fuimos a Canada sufrí tanto. Echaba de menos mis perros, mis arboles, mi campo y, por supuesto, a mi amona. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  9. ¡Qué hermoso relato!
    Y cuanto envidio esa ventana que abrías de par en par.

    ResponderEliminar
  10. FRANCISCO, gracias de nuevo por tu comentario tan simpático. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  11. Beautiful portrait of your beloved Basque countryside. I Grew up myself in a village of western Spain near Portugal, so your story sounds close. I see that instead of slowing down your rithm of uploading posts you have accelerated it during Easter. pancho

    ResponderEliminar
  12. PANCHO, Yes I've accelerated my rhythm because, deep down, I want to finish with my story... Although afterwards I'll write about the anecdotes that I still remember. Little stories that I think you, who read me, will enjoy. Besotes. M.

    ResponderEliminar