viernes, 23 de julio de 2010

DON QUIJOTE



Capítulo LIX- 2ª parte de nuestra lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés).
--------------------------------------------------------------------------
Chapter 59 - 2nd part of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation).
--------------------------------------------------------------------------

Este capítulo, debo de admitir, ha sido muy gracioso y Cervan le enmienda la plana a su archi-enemigo Avellaneda y su apócrifa 2ª parte de "El Quijote".

Les tenemos a nuestros héroes, lavándose la cara y enjuagándose la boca en "una fuente clara y limpia que entre una fresca arboleda hallaron...". Dejaron libres a Roci y a ruci. Los dos se sentaron sobre la mullida hierba a almorzar. Sacó Sancho el condumio de sus alforjas pero Quijo no comía. Sancho no se atrevía a dar bocado antes que su amo aunque luego sucumbió porque, como siempre, Quijo estaba alimentando su espíritu antes que su estómago.

Quijo le dijo: "--Come, Sancho amigo. Sustenta la vida, que más que a mí te importa, y déjame morir a mí a manos de mis pensamientos y a fuerzas de mis desgracias. Yo, Sancho, nací para vivir muriendo y tú para morir comiendo...cuando esperaba palmas, triunfos y coronas, granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces..." (Está depre nuestro héroe...) Le "...embota los dientes, entorpece las muelas y entomece las manos y quita de todo en todo la gana de comer, de manera que pienso dejarme morir de hambre, muerte la más cruel de las muertes." (¡Vaya! el primero en huelga de hambre...).

Sancho le dice ¡que nanay de la China él se va a morir de hambre! Suelta unos refranes y le sugiere a nuestro Señor de los Leones "...échese a dormir un poco sobre los colchones verdes de estas yerbas, y verá como cuando despierte se halla algo más aliviado." Quijo le obedece pero también le pide que con las riendas de Roci se dé "...trescientos o cuatro cientos azotes a buena cuenta de los tres mil y tantos que te has de dar por el desencanto de Dulcinea...". "--Hay mucho que decir en eso--dijo Sancho--. Durmamos por ahora entrambos...". Que sí, que Sancho cumplirá con su palabra hasta que sus posaderas estén hechas un colador, que "... hasta la muerte, todo es vida...".

Quijo le agradece y come un poco; Sancho mucho y "...echarónse a dormir entrambos (ejem...ejem...) dejando a su albedrío y sin orden alguna pacer del abundosa yerba de que aquel prado estaba lleno a los dos continuos compañeros y amigos Rocinante y el rucio." Durmieron bastante y una vez despiertos, pusieron rumbo a una venta (Sancho está muy contento que tampoco esta vez su amo ha pensado que era un castillo).

Llegan a la venta a la hora de cenar. A continuación sigue una tronchante conversación entre el ventero y Sancho. Nuestro escudero le pregunta al "huésped" o sea, ventero, "...qué tenía para darles de cenar...a lo que el huésped respondió que su boca sería medida y, así que pidiese lo que quisiese, que de las pajaricas del aire, de las aves de la tierra y de los pescados del mar estaba proveída aquella venta". Sancho pide que les asen dos pollos, el ventero le dice que no tiene "...porque los milanos los tenían asolados". "--Pues mande el señor huésped--dijo Sancho--asar una polla que sea tierna."
"--¿Polla? ¡Mi padre!--respondió el huésped--. En verdad en verdad que envié ayer a la ciudad a vender más de cincuenta; pero, fuera de pollas, pida vuestra merced lo que quisiere."

Sancho entonces le pide "ternera o cabrito". Una vez más el ventero le dice que no hay, que ya se acabaron "...pero la semana que viene lo habrá de sobra". Sancho se desespera y ve que tendrá que contentarse "...con las sobras que debe de haber de tocino y huevos." A lo que el ventero responde qué que finolis es este huésped "...Pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, ¡y quiere que tenga huevos! Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gullurías."
Sancho le dice que le diga lo que tiene y se deje "...de discurrimientos". Finalmente, admite que tiene "...dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino y la hora de ahora están diciendo: ¡Comeme! ¡Comeme!". Sancho le pide que se las guarde, que no se las dé a nadie que él se las pagará bien. Le da igual que sean uñas o manos. El ventero se lo asegura porque los demás huéspedes "...de puro principales, traen consigo cocinero, despensero y repostería". Sancho le contesta que nadie le gana a su amo en "principales...pero el oficio que él trae no permite despensas ni botillerías: ahí nos tendemos en mitad de un prado y nos hartamos de bellotas o de nísperos."

Llegó, pues, la hora de la cena. El ventero trajo la olla y "...recogiose a su estancia don Quijote". Al lado de su aposento "...que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote: --Por vida de vuestra merced, señor don Jerónimo, que en tanto que traen la cena leamos otro capítulo de la segunda parte de "Don Quijote de la Mancha". Nuestro Quijo da un brinco y agudiza el oído. "--Para qué quiere vuestra merced, señor don Juan, que leamos estos disparates, si el que hubiere leído la primera parte...no es posible que pueda tener gusto en leer esta segunda?" Don Juan le contesta que "...será bien leerla, pues no hay libro tan malo, que no tenga alguna cosa buena. Lo que a mí en éste más desplace es que pinta a don Quijote ya desenamorado de Dulcinea del Toboso." ¡Uuuyyy! al oir ésto Quijo se pone como un basilisco y les contesta que el que dice eso en armas se verá con él pues ni "...don Quijote de la Mancha ha olvidado ni puede olvidar a Dulcinea del Toboso..." A continuación glosa todas sus cualidades.

"--¿Quién es el que nos responde?--respondieron del otro aposento." Sancho les dice que quién va a ser sino el mismísimo don Quijote de la Mancha. Al oir ésto, presto los dos caballeros se presentan en su habitación. Uno de ellos se abraza a Quijo y le llena de halagos "...vos, señor, sois el verdadero don Quijote de la Mancha, norte y lucero de la andante caballería, a despecho y pesar del que ha querido usurpar vuestro nombre y aniquilar vuestras hazañas como lo ha hecho el autor de este libro que aquí os entrego." (¡Menudo puyazo al Avellaneda!)

Siguen unas críticas atroces al libraco del Avellaneda, (qué demasié era el gran Cervantes...). Que si escribe como "aragonés" sin artículos, que si a Teresa Panza la llama Mari Gutierrez. En cuanto oye ésto, Sancho se encandila y quiere saber "... si ando yo por ahí y si me ha mudado el nombre." Don Jerónimo le dice "...que no os trata este autor moderno con la limpieza que en vuestra persona se muestra: pintaos comedor y simple y nonada gracioso..." no como en la primera parte "...de la historia de vuestro amo se describe". Sancho pide que Dios se lo perdone y que le dejara "...en mi rincón, sin acordarse de mí, porque quien las sabe las tañe, y bien se está San Pedro en Roma".

Los dos caballeros invitan a Quijo a cenar con ellos. Acepta. Sancho sin embargo se va a comer la olla de uñas. Durante el ágape, don Juan le pregunta por Dulcinea "...si estaba parida o preñada o si, estando en su entereza, se acordaba, guardando su honestidad y buen decoro, de los amorosos pensamientos del señor don Quijote". Quijo dijo "--Dulcinea se está entera, y mis pensamientos, más firmes que nunca; las correspondencias, en su sequedad antigua; su hermosura, en la de una soez labradora transformada." Les cuenta con pelos y señales lo que le pasó en la Cueva de Montesinos. Le escuchan "admirados de sus disparates como del elegante modo con que los contaba. Aquí le tenían por discreto y allí se les deslizaba por mentecato, sin saber determinarse qué grado le darían entre la discreción y la locura."

Sancho vuelve a los aposentos, y quiere saber si aparte de comilón también el falso escribidor le acusa de ser borracho. Le dicen que sí. Entonces Sancho dice "que el Sancho y el don Quijote de esa historia deben de ser otros que los que andan en aquella que compuso Cide Hamete Benengelí, que somos nosotros: mi amo, valiente, discreto y enamorado, y yo, simple gracioso, y no comedor ni borracho." Don Juan así lo cree "...y, si fuera posible, se había de mandar que ninguno fuera osado a tratar las cosas del gran don Quijote, si no fuese Cide Hamete, su primer autor, bien así como mandó Alejandro que ninguno fuese osado a retratarle sino Apeles." Quijo dice que le retrate quién quisiere "...pero no me maltrate, que muchas veces suele caerse la paciencia cuando la cargan de injurias."

Siguieron con estas disquisiciones "gran parte de la noche" y aunque animaron a Quijo a que siguiera leyendo, éste lo dió ya por leído "y lo confirmaba por todo necio...". Tampoco quería que llegase al oido del escribidor que lo había leído y se alegrase por ello "...pues de las cosas obscenas y torpes los pensamientos se han de apartar, cuánto más los ojos."
Don Juan le pregunta a dónde se dirige. A Zaragoza a las justas del arnés, respondió nuestro Señor de los Leones. Aquí le cuenta don Juan lo que "...aquella nueva historia contaba como don Quijote, sea quien se quisiere, se había hallado en ella en una sortija falta de invención, pobre de letras, pobrísima de libreas, aunque rica de simplicidades."--Por el mismo caso--respondió don Quijote--no pondré los pies en Zaragoza y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de ese historiador moderno, y echarán de ver las gentes como yo no soy el don Quijote que él dice."

"--Hará muy bien--dijo don Jerónimo--, y otras justas hay en Barcelona donde podrá el señor don Quijote mostrar su valor". "--Así lo pienso hacer--dijo don Quijote." Se despiden; Quijo y Sancho se retiran a su aposento, dejando, de nuevo, admirados a don Juan y don Jerónimo "...de ver la mezcla que había hecho de su discreción y de su locura, y verdaderamente creyeron que éstos eran los verdaderos don Quijote y Sancho, y no los que describía su autor aragonés." (¡Tóma Avellaneda!).

Al dia siguiente se despidieron de los caballeros con un toque en la pared. Sancho pagó al ventero "magníficamente y aconsejole que alabase menos la provisión de su venta o la tuviese más proveída."

Seguiremos con el LX.

11 comentarios:

  1. No has escrito el Quijote, pero poco le ha faltado. Estupendo post. (El que me hayas excluido de tu mundo bloquero, supongo que no me inhabilita para comentar).

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Nuestro héroe entra en un estado de tristeza bastante profundo. Se va dando cuenta de que la gente lo utiliza para diversión, su cordura se va imponiendo a la locura. Supongo que con el fin ya cerca, quiere dejar las cosas en orden.

    Divertido el juego que le has sacado al doble sentido de las gallinas y pollas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Me gustan tus ejem...
    En mi próxima entrada, también voy a poner huevos y gallinas. Pero mis huevos son los del ama, los que gastó para recuperar a don Quijote, tras su primera salida. Los aprovecho porque con este cacharrejo móvil es dificilísimo meter imágenes nuevas. Mis gallinas son las del ermitaño aquel, pero son híbridas y de RUMASA que me lo dijo Antonio Aguilera.

    Don Quijote está depre, pero tiene un morro que se lo pisa. Quiere ablandar el corazón de Sancho para que se zurre con las riendas. De todas maneras, no es el que era, las ventas son ventas. Ya no está para castillos.

    Te enrollas porque te entusiasmas, como una que yo conozco muy bien.

    Un abrazo. Merche.

    ResponderEliminar
  5. PANCHO, ¡Pobre Quijo! Sí, se está dando cuenta de muchas cosas por eso sigue viendo una venta y no un castillo... Ese pasaje de la conversación entre el ventero y Sancho es muy risible. ¡No la podía obviar! Veremos lo que nos cuenta ANTONIO AGUILERA... Besotes, M.

    ABEJITA, sí, nuestro Quijo se está volviendo muy cuerdo (no le queda más remedio despues de su humillación con los toros... Pobret). Como le digo a PANCHO, el pasaje de las gallinas, las pollas y los huevos es desternillante. Esperaré tu, seguro, que también MUY gracioso análisis. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  6. "nací para vivir muriendo y tú para morir comiendo": no le diré esta frase a mi Mildred porque me la diría a cada instante. Me tiene manía, con lo poco que como...menos que mi chico de 12 años que se aprieta cada bocata de chorizo.

    Muy idóneas las gallinas, y éstas no son híbridas como las de Abejita, éstas son camperas auténticas de las que ponen unos huevos que comidos en el día resucitan. Mi padre se tomaba uno en ayunas cada día con un vasito de vino blanco y llegó a octogenario largo.

    Siento no haber podido hacer chiste esta semana con lo de la "gallina joven". La cosa es que lo pensé, haber puesto un enlace con un órgano reproductor y erótico. Pero el pudor no me hubiera dejado...hubiera parecido obsceno para algunos, y hay que ser recatado y modosito.

    Reitero besos calentitos

    ResponderEliminar
  7. ANTONIO AGUILERA ¿tu padre se tomaba un huevo crudo con vino blanco y llegó a octogenario? Mmmmm...será que yo vaya pensando en hacer lo mismo... He echado de menos tu análisis quijotesco de esta semana pero el que escribiste sobre el libro de Fdez. Álvarez es muy interesante. Más recatado.
    ¡Ay, qué paciencia tiene que tener tu Mildred contigo! Besotes, M.

    ResponderEliminar
  8. La conversación entre Sancho y el ventero es parecida a esa del chiste:

    - Muy buenas, ¿es la central telefónica de Pontevedra?

    - Sí, ¿qué número quiere?

    - ¿qué números tienen?

    De esta forma Sancho habría terminado antes.

    Besos

    ResponderEliminar
  9. ASUN, ja,ja...muy bueno. Pero, claro, Cervan tenía que hacer el juego de las pollas y los huevos... Besotes, M.

    ResponderEliminar
  10. Sancho como buen gregario se ocupa de solucionar los problemas domésticos, para que el jefe se centre en sus deberes caballerescos

    ResponderEliminar
  11. ¿Qué pudo llegar a sentir cuando vio que le robaban así su obra? Cervantes demostró su carácter en la forma de enmendar la plana al falso Avellaneda.
    Besos.

    ResponderEliminar