BANDOLEROS - BANDITS
"Cuando terminó la Guerra Civil, las cosas se complicaron. Los bandoleros que devastaban Sierra Morena no eran más que una secuela de la contienda. Se trataba de gente normal que había luchado en sus puestos, en las inmediaciones de Córdoba, hasta el final. Apenas se habían enterado de que la guerra había terminado, y continuaron allí, sin decidirse a entregarse. Luego llegaron noticias de que en Sevilla, Granada y otros lugares de Andalucía se había fusilado a mucha gente, y temerosos de ser también ellos víctimas de las represalias, se echaron al monte. Como tenían que comer, empezaron a robar en los cortijos, y cuando se les enfrentó la Guardia Civil, tuvieron que matar, y matando continuaban, perseguidos como si fueran lobos.
La finca "El Potrerizo" estaba situada en una altura estratégica para la vigilancia de aquella zona, por lo que, en una de las alas del edificio principal del cortijo, se había establecido un destacamento de la Guardia Civil. Y así, doña Paquita y cuantos vivían o trabajaban en la finca vivían bastante tranquilos, mientras los encinares y olivares de los alrededores estaban casi abandonados y los cortijos vacíos.
El ingeniero que tenía mucho gancho para las mujeres, había hecho gran amistad con doña Paquita. Todos los amigos que llevaba Gabriel Rezola a "El Potrerizo" eran muy bien acogidos, y así sucedió también con María y Miguel.
Doña Paquita, si bien había nacido en Córdoba, donde vivió hasta que se casó con el inglés, y después apenas había salido de Andalucía, parecía, por su físico, más bien una mujer del norte, aunque no por su temperamento, totalmente andaluz. Tal vez cabría atribuir su pelo rubio y sus ojos azules, así como su elevada estatura, a algún hermoso ejemplar de la colonia alemana que vino a fines del siglo XVIII a La Carolina, atraída por el turbulento Olavide, para vigorizar la raza y poner en movimiento aquella parte de Sierra Morena. No tenía hijos, pero no le faltaban sobrinos, y siempre había uno o varios viviendo con ella en "El Potrerizo". (Continuará)
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DOÑA PAQUITA'S "CORTIJO" (FARM) (2)
When the Civil War finished, things became complicated. The bandits who devastated Sierra Morena were none other than the result of the conflict. They were normal citizens who had fought in their posts, near Córdoba, until the end. They hardly realized that the war was over so they continued there without surrendering. Afterwards news of many executions in Córdoba and Granada arrived, and afraid they might also be victims of reprisals, hid in the mountains. Since they had to eat, they started stealing from the "cortijos" and when the Civil Guard found them, they killed and continued killing, while being persecuted as if they were wolves.
The farm "El Potrerizo" was situated in a strategic high location, perfect for the vigilance of the area, therefore, in one of the wings of the main building of the "cortijo", a detachment of the Civil Guard was established. Because of this, Doña Paquita and those who lived or worked in the farmhouse were quite relaxed, while the surrounding oak and olive groves were nearly abandoned and the "cortijos" empty.
The engineer, who was quite a ladies' man, became great friends with Doña Paquita. All the friends that Gabriel Rezola took to "El Potrerizo" were warmly welcomed and that's how María and Miguel were greeted as well.
Doña Paquita, even though she was born in Córdoba, where she had lived until she married the Englishman and, had hardly travelled out of Andalusia, physically looked like a woman from the north although her personality was very much Andalusian. Perhaps it could be attributed-- her blond hair, blue eyes and tallness --to a beautiful specimen of the German colony that settled in La Carolina at the end of the eighteenth century, attracted by the unruly Olavide (famous Spanish magistrate) to invigorate the race and set that part of Sierra Morena in movement. She didn't have children but nephews and nieces weren't lacking; there was always one or various living with her in "El Potrerizo". (It will continue)
"Cuando terminó la Guerra Civil, las cosas se complicaron. Los bandoleros que devastaban Sierra Morena no eran más que una secuela de la contienda. Se trataba de gente normal que había luchado en sus puestos, en las inmediaciones de Córdoba, hasta el final. Apenas se habían enterado de que la guerra había terminado, y continuaron allí, sin decidirse a entregarse. Luego llegaron noticias de que en Sevilla, Granada y otros lugares de Andalucía se había fusilado a mucha gente, y temerosos de ser también ellos víctimas de las represalias, se echaron al monte. Como tenían que comer, empezaron a robar en los cortijos, y cuando se les enfrentó la Guardia Civil, tuvieron que matar, y matando continuaban, perseguidos como si fueran lobos.
La finca "El Potrerizo" estaba situada en una altura estratégica para la vigilancia de aquella zona, por lo que, en una de las alas del edificio principal del cortijo, se había establecido un destacamento de la Guardia Civil. Y así, doña Paquita y cuantos vivían o trabajaban en la finca vivían bastante tranquilos, mientras los encinares y olivares de los alrededores estaban casi abandonados y los cortijos vacíos.
El ingeniero que tenía mucho gancho para las mujeres, había hecho gran amistad con doña Paquita. Todos los amigos que llevaba Gabriel Rezola a "El Potrerizo" eran muy bien acogidos, y así sucedió también con María y Miguel.
Doña Paquita, si bien había nacido en Córdoba, donde vivió hasta que se casó con el inglés, y después apenas había salido de Andalucía, parecía, por su físico, más bien una mujer del norte, aunque no por su temperamento, totalmente andaluz. Tal vez cabría atribuir su pelo rubio y sus ojos azules, así como su elevada estatura, a algún hermoso ejemplar de la colonia alemana que vino a fines del siglo XVIII a La Carolina, atraída por el turbulento Olavide, para vigorizar la raza y poner en movimiento aquella parte de Sierra Morena. No tenía hijos, pero no le faltaban sobrinos, y siempre había uno o varios viviendo con ella en "El Potrerizo". (Continuará)
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DOÑA PAQUITA'S "CORTIJO" (FARM) (2)
When the Civil War finished, things became complicated. The bandits who devastated Sierra Morena were none other than the result of the conflict. They were normal citizens who had fought in their posts, near Córdoba, until the end. They hardly realized that the war was over so they continued there without surrendering. Afterwards news of many executions in Córdoba and Granada arrived, and afraid they might also be victims of reprisals, hid in the mountains. Since they had to eat, they started stealing from the "cortijos" and when the Civil Guard found them, they killed and continued killing, while being persecuted as if they were wolves.
The farm "El Potrerizo" was situated in a strategic high location, perfect for the vigilance of the area, therefore, in one of the wings of the main building of the "cortijo", a detachment of the Civil Guard was established. Because of this, Doña Paquita and those who lived or worked in the farmhouse were quite relaxed, while the surrounding oak and olive groves were nearly abandoned and the "cortijos" empty.
The engineer, who was quite a ladies' man, became great friends with Doña Paquita. All the friends that Gabriel Rezola took to "El Potrerizo" were warmly welcomed and that's how María and Miguel were greeted as well.
Doña Paquita, even though she was born in Córdoba, where she had lived until she married the Englishman and, had hardly travelled out of Andalusia, physically looked like a woman from the north although her personality was very much Andalusian. Perhaps it could be attributed-- her blond hair, blue eyes and tallness --to a beautiful specimen of the German colony that settled in La Carolina at the end of the eighteenth century, attracted by the unruly Olavide (famous Spanish magistrate) to invigorate the race and set that part of Sierra Morena in movement. She didn't have children but nephews and nieces weren't lacking; there was always one or various living with her in "El Potrerizo". (It will continue)
Espero el desenlace de la visita.
ResponderEliminarSigo manteniendo la probabilidad del romance.
Veremos.
Besos.
Unos con ROMANCES y yo con PIEDRAS
ResponderEliminarPag 156 Los bilbainos estuvieron tres dias estudiando las posibilidades de la mina. Los cuatro convinieron en que se debia actuar con suma rapided. La guerra mundial aún estaba en su apogeo. En Europa escaseaba el wolfram, que, aunque indispensable en aquel momento,veria caer en picado su precio en cuanto hubiese síntomas de que la guerra iba a terminar. Era preciso poner rapidamente en marcha el transformador. Entre tanto,habia que intensificar el lavado de los terrenos.....
Estupenda contiunuación, Merche.
ResponderEliminarMe hubiera gustado conocer a ese ingeniero que tenia tanto gancho con las mujeres, jajaj, hubiera sido bueno ver como se flirteaba en aquella época...!
Besos...!
TORO, ¡eres más romántico que yo! y ya es decir... Besotes imaginativos, M.
ResponderEliminarTE DARIA UNA, supongo que sigues siendo Miguel... He visto las piedras pero no he entendido bien el mensaje. Es porque son wólframio o porque ¿me las tirarías? Besotes pacíficos de todas formas, M.
CORNELIVS, creo que se flirteaba como en todas las épocas, solo que mucho más sutilmente... Besotes románticos, M.
Un oasis de paz en medio del infortunio y la desolación: eso era el cortijo de Doña Paquita, donde incluso habia tiempo para el deleite y la mirada furtiva en la que se basa el encuentro y la complicidad de quienes se sienten bien cuando se encuentran. Mientras la Sierra abundaba en gentes que pugnaban por sobrevivir en un entorno atroz y de venganzas sobrecogedoras, en el cortijo de marras brotaba la llama de la amistad y el buen ambiente. Todo complacencia en medio de la tormenta. Convendría saber hasta qué punto el retrechero ingeniero, que pisaba fuerte en la zona, no veia en Doña Paquita oportunidades que hasta entonces ni se habia imaginado en aquella soledad que todo lo permitía. Esbeltez, elegancia... y potente patrimonio, de incierto futuro ante la ausencia de herederos directos. Una oportunidad que habrá que ver cómo cunde. Me gusta la alusión a Don Pablo de Olavide, al que no se califica bien en la crónica, pues es uno de los grandes de la ilustración, al que la Andalucía del Guadalquivir debe más que las nuevas poblaciones que Carlos III impulsó para llevar vida y riqueza a tierras abandonadas de la mano de Dios. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarTe daria las Piedras
ResponderEliminarComo te daria las Rosas
Con sensibilidad
Qué tiempo aquel en el que muchos buenos tuvieron que irse fuera de la ley.
ResponderEliminarBesos.
Qué situaciones más opuestas, unos temerosos por sobrevivir, otros, protegidos por la guardia civil...
ResponderEliminarUn abrazo madrina Merche
Aún conservo buenos amigos en la Carolina... ya te comenté que en mi pueblo había un bandolero, que de bueno no tenía nada...cuando bajaba al pueblo robaba a cualquiera a pobres y a menos pobres...lo cazaron... dice mi abuelo que cuando pasó esto todos respiraron...un abrazo
ResponderEliminarFERNANDO MANERO, si el tal Olavide me llamó la atención porque no sabía quién era (lo encontré en Wikipedia ahora que ya sé cómo buscar en Google... de cuya habilidad estoy muy orgullosa...) nació en Lima, Perú y tuvo una vida la mar de azarosa. Todo un personaje.
ResponderEliminarReferente al ingeniero Rezola y su relacion con doña Paquita me temo que poco sabremos mas... Besotes, M.
ME LAS TIRARIAS, si es así, vale. Gracias. Besotes, M.
PEDRO, como siempre, pagan justos por pecadores... Besotes, M.
KETY, ya sabemos..."poderoso Don Dinero"... Besotes, M.
TUCCI, por supuesto que había de todo y ese bandolero, era un simple ladrón pero, como dice PEDRO, qué pena que gente buena se tuviera que malear por supervivencia. Muy triste. Besotes, M.
GRACIAS MIS QUERIDOS
Parece que Doña Paquita era una mujer hermosa. Para lae épocas el las que se vivía, ya no sé si era bueno o malo.
ResponderEliminarBESOTES MERCHE!
Qué tiempos convulsos....y con romance en el aire-
ResponderEliminarBesos
"Tal vez cabría atribuir su pelo rubio y sus ojos azules, así como su elevada estatura, a algún hermoso ejemplar de la colonia alemana que vino a fines del siglo XVIII a La Carolina, atraída por el turbulento Olavide, para vigorizar la raza y poner en movimiento aquella parte de Sierra Morena"
ResponderEliminarpero ¿esto es cierto?. Me ha sorprendido porque en Andalucía hay muchísimas mujeres rubias y de ojos azules y no lo atribuía de ninguna forma a la vigorización de la raza. Como churras merinas. Jo vaya expresión otra vez, "vigorizar la raza".