Entrevistas en el "Diario de Ibiza" - 2001 (sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal (without an English translation)
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"AHORA IBIZA ES UN MINI MIAMI, PERO EL CAMPO SIGUE SIENDO MARAVILLOSO"
La encantadora, generosa y desprendida baronesa Nina Van Pallandt, mitad del famoso duo "Nina y Frederick", es una mujer que fue bellísima y que aún conserva esa belleza nórdica, serena y elegante. Vive en un coqueto y funcional apartamento decorado a la manera escandinava, simple, luminoso, con mucha madera y muchas ranas por todas partes; en el suelo, en las paredes y en las cortinas.
¿Por qué tantas ranas?
- (Ríe) cuando vinimos a Ibiza en 1963, vivimos en Can Parella en San Carlos. Teníamos una alberca con ranas, la gente que nos venía a visitar pensó que me encantaban estos animales y entonces empezaron a regalármelas y las he ido coleccionando.
Frederick y tú, aparte de haber sido un dúo muy famoso, también fue tu marido y padre de tus tres hijos. ¿Cómo le conociste?
- Se puede decir que nos conocíamos de toda la vida porque nuestras madres eran amigas desde la infancia, pero dado que nuestros padres eran embajadores y siempre estábamos de viaje, no nos conocimos hasta que yo tuve 14 años y Frederick 15, cuando coincidimos en Dinamarca. Luego nos casamos en Ginebra (Suiza) en 1960.
¿Cómo es que decidisteis instalaros en Ibiza?
- Frederick quiso
comprar una huerta de naranjos en Marruecos pero yo no quería vivir en ese país. Además, yo estaba enamorada de España desde que en mi adolescencia vi a José Greco, un bailarín flamenco, dar un recital en Dinamarca (ríe). Un buen día, Frank Powis un amigo de Frederick y de los Blackstad que ya vivían en Ibiza, nos habló de la isla. Llegamos al viejo aeropuerto y nos fuimos a Dalt Vila, nos miramos y decidimos que éste era nuestro lugar. Otro día que fuimos al bar de Sandy, conocimos a Chiqui Uruñuela (Nota mía: Los que habeis seguido estas entrevistas, recordareis que también les hice a estos dos personajes) y ella nos enseñó una casa ruinosa llamada "Parella" que estaba en la montaña La compramos y pasamos los dos años y medio siguientes restaurándola. Quedó igual a como había sido antes excepto que le añadimos dos baños. Un detalle curioso de la casa fue cuando encontramos unas monedas del S.XVII en la chimenea. Parece ser que era una antigua y arraigada tradición al hacer la casa, introducir monedas en la chimenea porque traerían prosperidad.
¿Cual fue tu primera impresión de la isla?
- La tierra roja. Quedé alucinada con el color de la tierra porque desde mi infancia, donde la había visto en Brasil, no había vuelto a ver tierra roja en ningún otro lugar. El olor de las hierbas del campo, la grandiosidad y luminosidad del cielo que tampoco había visto desde mi estancia en África. También me fliparon los algarrobos y los almendros.
¿Qué recuerdos tienes de aquellos años?
- Era maravilloso ver crecer a mis hijos en el campo, sin televisión, correteando desnudos. Yo también iba siempre descalza. Un dia que fuimos a buscar a Frederick al viejo aeropuerto (ibamos todos descalzos) un señor embutido en un uniforme marrón nos cerró el paso y no nos dejó entrar. Nos dijo que no podíamos entrar ¡sin zapatos! Entonces yo, muy digna y ligeramente arrogante, le dije que podía comprar el dichoso aeropuerto. Pero ni así nos dejó pasar (risas).
Siempre dábamos muchas fiestas en casa, solía ir muy temprano por la mañana (a las 7) a comprar bloques de hielo y a dejar todas las bandejas de los canapés en los frigoríficos de Casa Mayans, luego me iba a casa de Elmyr de Hory (Nota mía: el falsificador...) donde siempre estaba Howard Sackler (Nota mía: el director de teatro...) y charlábamos durante horas porque eramos los únicos despiertos a esas horas (Ríe).
Recuerdo que Elmyr tenía fotos de antepasados que solía comprar en el Rastro de Madrid, presumiendo de que eran "sus" ancestros. Era un caso. También solíamos ir por las noches al bar de Alejandro Vallejo-Nájera, "La Columna" porque todos y todas estábamos enamorados de él. Era guapísimo y encantador.
Ibamos a "La Tierra" cuando la llevaba Arlene, al bar de Sandy en Sta. Eulalia (era el único que tenía teléfono).
Otro pasatiempo favorito era sentarnos en "Los valencianos" a ver la llegada y salida de los barcos para ver quién llegaba y quién se iba. Las despedidas eran muy emotivas, con los rollos de papel higiénico volando al viento.
Tu casa era encalada todos los años, cuéntame cómo lo hacíais.
¡Oh, sí! y me encantaba ver a los payeses cómo preparaban la cal. Solían llamarse con la concha de cuerno para reunirse, hacían una especie de iglú de piedras, introducían astillas y quemaban el conjunto durante 72 horas hasta que comenzaba a salir humo blanco (igual a cuando se escoge un nuevo Papa). Otra cosa muy importante de aquellos años es que jamás había fuegos forestales porque los payeses limpiaban el bosque de rastrojos.
La concha de cuerno se llama "corn" y "brular es corn" es la acción de soplarlo. ¿Es cierto que Frederick también tocaba la xeremía en vuestros conciertos?
- Sí, la aprendió a tocar y al final de todos nuestros conciertos explicaba al público el origen del instrumento y de paso sobre lo maravillosa que era Ibiza.
En todos nuestros viajes y encuentros con la gente, "Ibiza" era la palabra mágica para sentirnos como en familia. Ni New York, ni París, ni Los Ángeles, ni ningun otro lugar provocaba ese sentimiento de algo compartido, especial y único.
¿Qué pensaste de la llegada de los hippies?
- Al principio de los sesenta no ibas al "Montesol" sin mangas largas y falda como respeto hacia los ibicencos que eran nuestros anfitriones, solo a finales de los sesenta ya nos pusimos pantalones. A raiz de la pelicula "More", Ibiza fue invadida por hippies A mi lo que me molestó, es que hasta su llegada la vida era muy placentera en la isla, los escritores, pintores y artistas en general dejaban a deber en las tiendas pero siempre pagaban. Existía un respeto mutuo entre los ibicencos y nosotros. Sin embargo algunos hippies se pasaron. No pagaban sus deudas, alquilaban casas y quemaban el mobiliario. Hacían barbaridades. Ésto me enfurecía y dolía muchísimo. No sé cómo los ibicencos aguantaron tantos desmanes.
¿Qué te parece Ibiza ahora?
- Ahora es un mini Miami, pero el campo sigue siendo maravilloso. No se puede frenar el progreso y, aunque me entristezca, sigo amando Ibiza.