"Sonó un disparo, y "El Herrerillo" cayó rodando por la cuesta entres las jaras secas, hasta que un árbol lo detuvo. Quedó boca abajo, con los brazos hacia delante. Un grueso hilo de sangre le salía por la espalda.
Los dos guardias que venían con el perro lanzaron horribles juramentos al verlo muerto, pero, sin perder tiempo siguieron bajando por la pendiente hasta llegar al lugar donde estaba el bandolero. Lo creyeron muerto, y uno de ellos le dijo al otro:
--¡Quédate aquí! Yo voy a buscar refuerzos y unas angarillas para que nos ayuden a llevarlo al pueblo. Hay que exhibirlo ante todos para que sirva de escarmiento.
El guardia que quedó era muy joven y poco avezado en estas lides. Estaba espantado de tener que permanecer solo con el muerto. Al poco tiempo, le pareció que lo que ellos habían tenido por un cadáver se había movido un poco. Venciendo su horror, cogió el cuerpo del bandolero con las dos manos y le dio la vuelta. "El Herrerillo" tenía los ojos cerrados y la cara manchada de tierra. La sangre le manaba en abundancia por debajo del pecho izquierdo. Cuando el herido volvió en sí y abrió los ojos, el guardia palideció horriblemente.
--¡Juan Antonio!--exclamó casi sin voz.
El guardia era Román, el hijo de "La Paveta", el pinche de la fragua de Ramiro, donde tantas horas había pasado con Juan Antonio.
Éste le miró intensamente.
--¡Romanín!--dijo en un soplo.
Tenía la boca llena de sangre y su corazón latía como un viejo reloj. El guardia le limpió con su pañuelo la sangre de los labios y le cogió la mano. "El Herrerillo" se la apretó.
--¡Juan Antonio!--dijo el guardia consternado--, no he sido yo quien te ha disparado.
"El Herrerillo" esbozó una sonrisa. Con sus ojos ya vidriosos, miró suplicante al guardia, y le dijo en un susurro:
--¡Romanín, cúrame!--y volvió a cerrar los ojos.
Fue una agonía sin congojos. El guardia sentía el contacto doloroso de su mano, cuyos latidos se hacían cada vez más débiles...
Media hora después, los que llegaron con las angarillas quedaron sorprendidos al ver al guardia sentado en el suelo al lado del muerto con la mano inerte entre las suyas, llorando como un niño.
Pronto se extendió por toda la comarca, la noticia de la captura y muerte de "El Herrerillo". Aquella tarde, los habitantes de Candera, conmocionados, esperaban ver el cadáver del bandido a su paso por el pueblo, calculando que, puesto que era de Bujarón, lo llevarían allí para enterrarlo. Cansados de esperar, y ya de noche, los candereños se retiraron a sus casas, pensando que el muerto habría sido llevado a Bujarón por otro camino.
Pero no fue así. El cadáver de "El Herrerillo" llegó en un carro, a media noche, a la puerta del cementerio de Candera. A pesar de las angarillas, había costado mucho sacarlo de las fragosidades donde había caído muerto y traerlo hasta un camino donde pudieron cargarlo en el carro de un cortijero.
Ahora, Martinillo el sepulturero se hacía cargo del cadáver hasta que al día siguiente vinieran a recogerlo para trasladarlo a Bujarón.
Poco antes de amanecer, dieron unos golpes en la puerta de la casa de Miguel. Éste salió alarmado. Era el enterrador.
--¡Qué hay Martinillo! ¿Qué pasa?
--Don Miguel--dijo el viejo--, ya estará usted enterado de que ayer mataron a "El Herrerillo". Como sé que estaba usted tan interesado por él, vengo a decirle que tengo al muerto en el depósito, y que si tiene ganas de verlo, antes de que se lo lleven, tendrá que venir conmigo ahora mismo. --Y añadió--: Si quiere, puede venir también doña María.
No. María no quiso ver a "El Herrerillo". No tuvo valor para ir al camposanto a ver el cadáver de aquel hombre joven, cuya vida, iniciada tan noblemente, la había cautivado. Después, quién sabe si impulsado por el poder del mal o por las fuerzas intrincadas y poco definidas del bien, siguió por otros derroteros, que lo habían conducido a ese trágico fin de personaje de leyenda."
(MI NOTA: Aún quedan unos párrafos finales con la visita de Miguel al cementerio, una descripción del finado y su posterior exposición pública en la plaza de Bujarón que, francamente, no me apetece transcribir y mucho menos traducir. Por lo tanto, lo dejo acabado aquí, si no os importa. Ya falta solo un capítulo para acabar ¡por fin! el libro de mi tía)
----------------------------------------------------------------
THE "LITTLE BLACKSMITH'S" HOUR (4)
A shot sounded. The "Little Blacksmith" slid downhill between dried rock roses until a tree stopped him. He was lying head down with his arms outstretched over his head. Thick blood trickled out of his back.
The two guards who had come with the dog, swore angrily when they saw the dead animal, but without losing time they hurried down, until they reached the outlaw. They thought him dead. One of them told his partner:
--Stay here! I'm going to get reinforcements plus a stretcher to take him back to town. We have to show him in front of everyone so that they learn the lesson.
The guard that stayed was very young and inexperienced in such situations. He was horrified to have to stay alone with a dead man. In a while he noticed that what they thought to be a corpse, had moved a little. Getting over his shock, he turned the body around. The "Little Blacksmith's" eyes were closed and his face soiled and muddy. Blood was spurting underneath his left breast. When he woke up and opened his eyes, the guard turned pale.
--Juan Antonio!--he exclaimed nearly voiceless.
The guard was Román, "La Paveta's" son, the apprentice in Ramiro's forge, where they had spent so many hours together.
The "Little Blacksmith" looked at him intensely.
--Romanín!--he managed to whisper.
His mouth was full of blood and his heart ticked like an old clock. The guard took his handkerchief, wiped the blood from his lips and took his hand. The "Little Blacksmith" pressed it.
--Juan Antonio--said the worried guard--, I wasn't the one who shot you.
The "Little Blacksmith" smiled faintly. He, imploringly, looked at him through his already glassy eyes and whispered:
--Romanín, cure me!--and closed his eyes again.
His agony was swift. The guard painfully felt the contact of his hand, each time throbbing more weakly...
A half an hour later, those who came with the stretcher were surprised to see the guard sitting next to the corpse, holding his hand and crying like a baby.
News quickly spread all over the region of the "Little Blacksmith's" capture and death. That afternoon the people from Candera, very moved, expected to see the body on his way to Bujarón because they supposed he would be buried there. Tired of waiting and already nightfall, the Canderenians went back to their houses, thinking he had been taken to Bujarón by another route.
But that wasn't the case. The "Little Blacksmith's" corpse had arrived in a cart at midnight to Candera's cemetery. In spite of the stretcher, they had had a tough time carrying him out of that ruggedness and on to a path where they loaded him into a farmer's cart.
Now, Martinillo, the grave-digger was in charge of him until the following day when they would come to take him to Bujarón.
Just before dawn, knocks were heard at Miguel´s house. He opened the door quite alarmed. It was the grave-digger.
--Hi, Martinillo! What's up?
--Don Miguel--said the old man--I suppose you know that yesterday the "Little Blacksmith" was killed. Since I know that you were interested in him, I came to let you know that I have him in the deposit and, if you want to see him before they take him away it will have to be right now. --Adding--: If doña María wants to come, she can come also.
No. María didn't want to see the "Little Blacksmith". She didn't have the courage to go to the cemetery to see the body of that young man whose life had started so nobly, fascinating her. Afterwards, who knows, if pushed by the so-called evil forces or by an intricate and undefined goodness, took other paths which led him to that legendary and dramatic end.
(MY NOTE: There are still a few more paragraphs of Miguel's visit to the morgue, description of the dead man and posterior exposure of the body in Bujarón but, frankly, I don't feel like transcribing it and much less translate it. So, if you don't mind, I'll stop here.
There is still one more chapter left and we'll have, at last! reached the end of my aunt's book).