martes, 24 de abril de 2012

ROLF BLACKSTAD


Continuo con mis entrevistas en el Diario de Ibiza de los personajes que dieron fama a la isla (sin traducción al inglés)
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I'm continuing with the interviews I did for the Ibiza Journal of the people who made Ibiza famous (without an English translation)

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VIVÍAMOS EN UNA ANARQUÍA BENÉVOLA

Rolf Blackstad, "hombre orquesta" canadiense, es pintor, antropólogo, arqueólogo, arquitecto, narrador ameno de memoria elefantina y gran conocedor y amante de la arquitectura ibicenca.  Más que una entrevista, necesitaría que le escribiesen un libro.  Es un torrente de información y una no sabe por dónde empezar.

Hijo de un emigrante noruego que fue el primer constructor de casas en Anchorage, Alaska.  Rolf Blackstad empezó a construir a la tierna edad de trece años ayudando a su padre.  Me recibe en su maravilloso estudio de reminiscencias romanas y egipcias pero que resulta ser de estilo fenicio, situado en pleno Valle del Morna, en San Carlos.

-  Rolf, antes de recalar en Ibiza con tu esposa Mary, hiciste muchas cosas, ¿verdad?

-  Sí, Mary y yo nos conocimos cuando ambos teníamos dieciocho años y éramos estudiantes en la Universidad de British Columbia, en Vancouver.  Nos casamos en 1951 y yo recibí una beca para estudiar arte en Florencia.  Durante la primera navidad que pasamos en Italia, fuimos a la isla de Capri de vacaciones y éramos en total cinco turistas, contándonos a nosotros (risas).  Descubrimos el Mediterráneo y nos enamoramos de él.


-  ¿Llegásteis a Ibiza?

No.  Antes regresamos a Vancouver en 1953, donde la CBC (Canadian Broadcasting Corporation, televisión canadiense) me ofreció un puesto de escenógrafo--fuí el primero que tuvieron.   Para perfeccionarme en ese trabajo fui a Toronto y estudié con Nicholas Soloviev, que había sido escenógrafo del gran director Eisenstein.  Aprendí el método ruso de diseño de los años 20.  Posteriormente, me incorporé a la CBC en Vancouver cuando abrió su primera cadena de televisión.  Mientras tanto echábamos de menos el Mediterráneo.  Entonces, a un amigo inglés que tenía una preciosa tienda de regalos en Vancouver, le dije que me encantaría coger un año libre para poder pintar en el Mediterráneo y daría a cualquiera que estuviera dispuesto a financiar mi estancia durante un año todos los cuadros que pintase.  Me dijo que preguntaría a todos sus clientes.  Cuatro días después me llamó para decirme que un maderero millonario estaba dispuesto a financiarme, y como regalo de cumpleaños para su mujer le daría mis cuadros.  La CBC me dió un año libre, pero la verdad es que nunca me reincorporé.  Atravesamos los Estados Unidos en un autocar "Greyhound" y, en Hoboken, New Jersey, cogimos un barco de vapor hasta Gibraltar.  Decidimos viajar por el sur de España en vez de ir a Italia, porque en Vancouver, un día que entré en una biblioteca pública, encontré el libro de Eliot Paul "Vida y muerte de un pequeño pueblo español" sobre Santa Eulalia.  Atravesamos la Costa del Sol, que en aquellos años era una serie de pequeños pueblos de pescadores sin turistas.  Nos fuimos a Granada y a Alicante y desde allí cogimos un barco a Ibiza y a Mallorca.  Cuando divisamos Ibiza en una mañana temprano de un día de septiembre, nos miramos y nos dijimos:  "Éste es nuestro sitio".

-  ¿Os quedasteis?

Durante tres horas.  Fuimos al palacete árabe del pintor Leslie Grimes en Dalt Vila, pero decidimos continuar el viaje a Mallorca ya que teníamos los billetes.  Cuando llegamos a Mallorca cogimos el tren a Sóller y después fuimos a Deià, porque sabíamos que el gran poeta Robert Graves vivía allí.  No le conocíamos, pero le llegamos a conocer.  Después de visitar Mallorca teníamos unas ganas tremendas de regresar a Ibiza, y ¡hasta hoy!

- ¡Por fin!  ¿Cómo era entonces la isla?

En 1956 había unos treinta o cuarenta jóvenes extranjeros viviendo.  Los llegabas a conocer a todos (entre ellos estaba el escritor estadounidense Clifford Irving, con quien luego iría a Marruecos a filmar unos documentales para la CBC).  Nos solíamos reunir en el "Claudio" limpio (al lado del Montesol) y el "Claudio" sucio (en frente del Pereyra).  El ambiente era muy, muy rural.  El campo no había cambiado en miles de años.  Me fascinaban los podencos y las "feixes".  Se veía claramente que eran como portales egipcios.  Había cientos de ellos en Talamanca debido a que era terreno pluvial, no pedregoso.

-  ¿Dónde vivisteis?

La primera casa que alquilamos, en la calle Pedro Tur de Dalt Vila, pertenecía a doña Lupe Tur de Montis, que estaba casada con el alcalde Llobet.  Su hermano Mariano vivía en frente y su otro hermano, Mario, en el piso de abajo.  Hicimos gran amistad con todos ellos.  También otro vecino y buen amigo fue el pintor Charlie Orloff, que había sido uno de los lugartenientes de Al Capone durante la prohibición pero que dejó la mafia para instalarse en Ibiza y dedicarse a la pintura.  (Nota mia:  pues no sé, no sé, lo de la mafia...)

-  Por cierto, al maderero que te ayudó económicamente ¿cuántos cuadros le mandaste?

-  Le envié treinta y cinco, cuyos marcos también diseñé.  Fueron hechos en Barcelona por restauradores eclesiásticos ya que ellos conocían la técnica de trabajar con pan de oro.

¿Qué tal tu experiencia en Marruecos con Clifford Irving?

-  Dejé a Mary con unos amigos en la isla y me fui a Tanger solo.  De ahí cogí un tren a Fez pero no me percaté de que unos meses antes se había producido una masacre debido a la guerra de independencia, por lo que no había ningún extranjero; yo era el único.  Sin embargo, me recibieron con gran amabilidad.  Me encantó la arquitectura marroquí.
Mientras tanto mi cuñado (casado con una hermana de Mary) con quien yo ya había trabajado, empezó a hacer documentales para la CBC.  Quería venir a vivir a Ibiza y tenía un contrato para hacer una película.  Me dijo que sería maravilloso hacerla en Marruecos.  Clifford escribió el guión.  Al final hicimos tres documentales:  uno del Atlas con los bereberes; otro en un colegio religioso de Fez y otro sobre la plaza Djemma el Fna de Marrakech.  En el Atlas, me di cuenta del nexo que existía con Ibiza, de la influencia norteafricana de su arquitectura.

-  Llevas años viviendo por la zona de Santa Eulalia.  ¿Cuándo os mudasteis?

-    En 1958 dejamos Dalt Vila porque hacía mucho frío en invierno, y encontramos que el clima de Santa Eulalia era más benigno.  Solíamos caminar por toda la isla.  Los primeros paseos que dimos fueron a través de las montañas de Morna, hasta sa Cala (Nota mia:  Cala San Vicente al norte de la isla).  Los payeses salían de sus casas para mirarnos, porque ya conoces el dicho:  "Si vas a Morna, no tornas".

-  Pues no, no conocía ese dicho.  ¿Por qué lo decían?

-  Por la fama de salvajes que tenían antiguamente los moradores de esa zona que todo lo arreglaban con un escopetazo (risas).  Sin embargo esta vez salían y nos ofrecían vasos de agua o de hierbas.


Uno de tus mejores amigos fue Toni Ferrer de Santa Eulalia, que era el republicano que hacía las bombas en el libro de Eliot Paul ¿cierto?

-  Sí, fue mi gran amigo durante cuarenta años.  También conocí a Juanito "Serrapets", que en la novela es el que enamora a María, y a Salvador, el sastre que escapó a Francia después de la guerra.  Estuvo en campos de concentración y cuando regresó estaba jorobado.  Llegó disfrazado de cura para que no lo reconociera nadie, ¡pero le reconoció todo el mundo!
Era gente maravillosa.  Recuerdo que cuando Mary y yo ibamos andando de San Carlos a Santa Eulalia, Toni ponía una mesa con tres sillas en mitad de la carretera y nos recibía con una botella de vino.  Allí nos sentábamos y hablábamos durante horas.  No había tráfico.  De hecho el primer autobús que circuló entre Santa Eulalia e Ibiza, una vez al día, era de madera (hecho en el astillero) con el chasis de un camión militar ruso y las dos puntas en forma de proa.  Tenía bancos enfrentados como un tren y siempre se subían payesas con cochinillos y gallinas que acabábamos sujetando para ayudarlas.  Cuando llegábamos a Ibiza, en frente del matadero estaba la "aduana".  Subía un inspector a cobrar una tasa por todo lo que llevaban a vender a la ciudad.

-  ¿A qué se dedicaba Toni?

-   Tenía una tienda de comestibles donde comprábamos todo a crédito.  Cierta vez nos atrasamos unos meses en pagar, Toni se nos acercó y nos dijo:  "Si necesitais dinero os lo puedo prestar".  Era único.  Hasta en la víspera de su muerte, le decía a su hermana:  "Llénales la copa de jerez y ponles más orelletes".


- ¿Cuántos coches crees que había en aquellos tiempos?

-  Unos doce, y casi todos de los años treinta que habían sido reconvertidos con mezclas de diferentes coches.  Por ejemplo un Chevrolet con un Fiat y pintados en colores chillones.  Recuerdo uno muy llamativo de amarillo canario.


¿Cómo se creó el Morna Valley School?


-   En 1956 nació nuestro primer hijo, Neal.  Luego llegaron otros cuatro.  Cuando tuvieron edad de ir al colegio nosotros ya vivíamos en la casa donde se encuentra el colegio actual.  En 1963 Robert Graves daba clases a sus hijos en Deià usando un método de enseñanza inglés por correspondencia que el Gobierno británico había desarrollado para sus colonias.  Mary empezó a utilizarlo con nuestros hijos.  Les enseñaba por las mañanas y por las tardes iban a la escuela de San Carlos a aprender castellano.  Mucha gente anglosajona que vivía por San Carlos animó a Mary a que enseñara también a sus hijos.  Entonces, Johnny Walker (de la familia propietaria de la marca de whiskies) se involucró en el proyecto.  Diseñé una carpa de doce metros de diámetro con un suelo flexible y lo montamos todo en la era.  Cuando llegó septiembre empezamos a dar clases bajo la carpa.

Al parecer, Johnny Walker también tuvo otra idea, un poco "sui generis"...

Sí, tuvo otra idea que propuso en una reunión de padres.  Quiso hacer una escuela ambulante en un camión gigantesco con todos los niños para viajar por África atravesando el desierto del Sáhara.  Solo la mitad de los padres estuvo de acuerdo,  así que el camión arrancó con unos veinticinco  niños.  Dejó a Mary encargada del resto pero se llevó todo el dinero para su aventura.  Cuando llegaron a Casablanca surgió un brote de hepatitis que provenía, por extraño que parezca, de un niño suizo.  Tuve que encargarme de todos los trámites para traerlos de vuelta a Ibiza.  Desde entonces, Mary siempre fue la directora.  Teníamos unos maestros, aunque sin título, muy volcados y dedicados.  Eran fantásticos.  Por ejemplo, el de música era Leo Oistrach, hermano del famoso violinista David.
En la época de Franco las leyes eran practicamente inexistentes, por lo que la vida era mucho más fácil.  La ironía es que cuando llegó la democracia todo se volvió más fascista (risas). 
(Nota mía:  ¡Ni que lo diga!  Entonces Ibiza era un paraiso.  Mis hijas asistieron al Morna Valley School y puedo confirmar que los profesores eran excelentes).

-  ¿Qué te parece Ibiza ahora?

-  Se está convirtiendo, como el resto del mundo, en un tugurio gigante.  En la cultura original existía una gracia y armonía, una especie de bendición que muchos no han podido ni sabido apreciar.  Debido a que la organización social estaba tan descentralizada, por razones prácticas se puede decir que era una anarquía benévola.  Para la comunidad europea, el Mediterráneo es el equivalente de Florida y California para los norteamericanos.  Ya no es posible volver al sentimiento que emanaba la isla porque la gente que lleva las riendas actuales a nivel arquitectónico y político no lo ha experimentado por su juventud.

-  Para acabar, ¿qué tal te llevas con tu nuera, Ángela Molina?

Excelentemente.  Es encantadora.  Somos todos una gran familia.  De hecho , de mis tres hijos varones, el mayor es un payés que está casado con una ibicenca estupenda y se dedica a pescar y a cultivar el campo.  El segundo se casó con una mexicana, también una chica excelente,  y Pau con Ángela.  De mis dos hijas, una enviudó de un alemán y la otra está casada con un germano-canadiense, decano de facultad en la Universidad Erasmus de Rotterdam.  Todos son fantásticos y me han dado unos nietos maravillosos.


 

NOTA MIA:  Desgraciadamente no pude entrevistar a Mary.  Había fallecido en 1995, el año que volví a vivir en la isla.



16 comentarios:

matrioska_verde dijo...

¡que sorprendestes conexiones!

¡que vidas tan aventureras y originales!

biquiños,

Abejita de la Vega dijo...

Cuesta creer que estás hablando de un rincón de la España franquista. Un anarquismo moderado, algo así expresa tu entrevistado ¿no?
Franco no llegó a saber nada de Santa Eulalia, seguro.
Una personalidad muy interesante la de Rolf Blackstad.

Besos

Jabo dijo...

Hola Merche, te animo a que sigas poniéndonos estas entrevistas tan, tan interesantes.
Abrazo. Jabo

Merche Pallarés dijo...

ALDABRIÑA, en esos años Ibiza estaba llena de personajes con unas vidas muy excitantes y aventureras. Besotes, M.

ABEJITA, Ibiza en esos años estaba dejada de la mano de dios. Era otro mundo y no, Franco no se enteraba ni nos daba la lata por eso lo que dice Rolf de que vivíamos en una anarquía benévola es totalmente cierto. Besotes, M.

JABO, gracias :) Seguiré hasta que se me acaben... Besotes, M.

Asun dijo...

Supongo que si la mano dura del franquismo no actuaba en la isla era precisamente por eso, por ser una isla y quedar un poco al margen de lo que se cocía por estos lares.

Besos

fus dijo...

La mano dura del franquismo era permisiva en las zonas turìsticas, en Torremolinos pasaba igual en aquellos años.

un saludo


fus

Myriam dijo...

¡Una entrevista maravillosa! Se ve que Rolf y María era muy especiales.

Me parecía estar ahí con Uds en la Isla...

Besos

Merche Pallarés dijo...

ASUN, eso debió ser... Muxus, M.

FUS, gracias por tu visita y comentario. He ido a tu blog; me ha gustado mucho aunque no te he dejado ningún mensaje cuando he visto que tenías más de ¡150! ¡Enhorabuena! Besotes, M.

MYRIAM, especialmente cuando Tony Ferrer les espera en esa mesa en mitad de la carretera con una botella de vino, je,je... Gracias, querida. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¿Por qué no podemos vivir de aquella manera? ¿Por qué el mundo ha cambiado hacia este lugar en el que ahora nos hallamos?
Vuelvo a insistir en cómo me gustan estas entrevistas tuyas.
Besos.

Kety dijo...

Merche, volveré para recrearme de tu entrevista. Se me acumulan las entradas.

Besos

Merche Pallarés dijo...

PEDRO, gracias a los dioses que en aquellos años aún existían refugios donde escondernos y vivir una vida plena, distinta y digna. Ahora, desgraciadamente, ya no. Gracias por tus piropos sobre mis entrevistas :) Besotes, M.

KETY, vuelve cuando quieras :) Besotes, M.

pancho dijo...

Por la entrevista se ve que sabías casi todo de él, hasta su escasa conexión con al Capone. Como corresponde a una buena entrevistadora. ¿Cuándo te entrevistan a ti? Tienes más que contar que todos ellos.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

Qué interesante la entrevista donde cuenta la vida tan emocionante de Rolf Basckstad al que yo, confieso, no conocía.

Hay personas que pueden decir como Pablo Neruda " Confieso que he vivido" Este hombre es uno de esos. Leyendo la entrevista se tiene la sensación que este señor hace lo que quiere cuando quiere y donde quiere.

Me ha encantado

Un abrazo

Luz

Merche Pallarés dijo...

PANCHO, lo del contacto de Charlie Orloff con Al Capone no lo sabía yo, es Rolf el que me lo dijo... :) Besotes, M.

ELE, no me extraña que no conocieras a Rolf Blackstad porque estos personajes que vivieron (y viven, algunos ya no, claro está, en la isla...) no eran "famosos" pero tenían unas vidas super interesantes. Me alegro de que te gusten. Besotes, M.

Kety dijo...

"En la época de Franco las leyes eran practicamente inexistentes, por lo que la vida era mucho más fácil. La ironía es que cuando llegó la democracia todo se volvió más fascista (risas)".
Tal vez fuese esa la clave por la que acudía tanta gente a la isla.
Interesante entrevista.

Merche, un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

KETY, efectivamente Ibiza en aquellos años estaba fuera del mundo, no era España por eso la gente, literalmente, flipaba y se quedaba. He conocido a gente que vino de vacaciones por una semana, dejaron todo atrás y se quedaron ¡años! Gracias por tu vuelta, querida. Besotes, M.