lunes, 11 de junio de 2012

JOHNNIS


Entrevistas en el Diario de Ibiza-2001 (sin traducción al inglés)
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Interviews in the Ibiza Journal -2001 (without an English translation)
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Johnnis Washington de Lunow es la belleza oronda americana que todos hemos visto alguna vez, paseando su gran humanidad de piel canela con garbo, gracia y armonía por las calles de Ibiza.  Desde el año  1969 ha sido un personaje fijo del paisaje de la isla.  Nació en Cleveland, Ohio, pero su hogar se encuentra aquí.  Estamos sentadas en la terraza del Montesol rememorando viejos tiempos.

"ANTES VIVÍAMOS FUERA DEL MUNDO, AHORA ESTAMOS EN ÉL"

Johnnis, ¿cuándo descubriste la isla?

En 1969 al acabar mis estudios de arqueología y antropología en la "Ohio State University" (Universidad estatal de Ohio), mis padres me regalaron un viaje a Europa.  Viví en París durante tres meses pero me sentía sola y deprimida.  Un día fui al "American Centre for Artists and Students" (Centro Americano para Artistas y Estudiantes), que como cotilleo te diré que fue fundado y patrocinado por Grace Kelly, Princesa de Mónaco, y allí conocí a varias personas que me hablaron de Ibiza que yo, por supuesto, no tenía ni idea de dónde estaba.  Lo averigüé y en diciembre decidí venir con dos amigas.

¿Cual fue tu impresión?

-  Me fascinó la ciudad antigua (llegamos en barco desde Barcelona) pero la imagen que tengo grabada en mi mente es el primer naranjo que vi en Talamanca.  ¡Nunca había visto las naranjas en los árboles! (risas).

Supongo que como todos, viviste en el campo.

-  Sí, nos instalamos en una casa payesa y una de las cosas que más me llamaron la atención era la paradoja del carácter de los ibicencos, por un lado tan herméticos pero al mismo tiempo de una gran tolerancia y paciencia hacia nosotros.  Por ejemplo, no teníamos ni idea de cómo vivir en el campo, hacíamos muchas locuras por ignorancia más que por mala fe, como aquel día que yo fui a defecar en lo que yo creía que eran hierbajos y resultó ser ¡un campo de trigo!  El payés propietario de la casa, armado de paciencia, nos explicaba que no podíamos tirar el papel higiénico por el campo y que no se nos ocurriera poner jabón en el pozo (risas)   

Viniendo de Cleveland, via París sí que debió de ser un alucine volver atrás en el tiempo, ¿no te parece?

-  Fue una sensación sublime y maravillosa; vivir en un lugar que estaba fuera del mundo.


¿Y ahora?

Ahora estamos en el mundo desgraciadamente.  Tenemos los mismos problemas que en todos los lugares desarrollados, tráfico, polución, prisas, etcétera; pero aún, aún existen rincones de la isla que conservan su encanto antiguo.  Me da una rabia tremenda cuando voy a Alemania por ejemplo, y veo que muchos tienen la idea de que Ibiza es toda una discoteca.  Sólo ven los programas basura que muestran una visión decadente de la isla.  Con toda sinceridad, ésto me rebela y me pone de muy mal humor.

¿Te quedaste en la isla desde 1969?

No, tuve que abandonarla en abril de 1971 porque ya no tenía dinero, mi pasaje de avión caducaba y además mis padres me habían regalado un viaje, no para que me quedara ¡a vivir en Europa! (risas).  Me fui con una tristeza tremenda, una sensación de vacío, de pérdida porque sentía que Ibiza era mi casa.  Me encantaba la mezcla de gentes, los almendros en flor, los naranjos y los cerezos que teníamos en los alrededores de nuestra casa payesa.   Era la primera vez en mi vida que había visto la naturaleza florecer en todo su esplendor.  Cogí el autobus al aeropuerto llorando como una magdalena porque pensaba que nunca regresaría, sin embargo un amigo que me acompañaba me dijo:  "No llores porque siempre volverás a Ibiza".

Y es verdad, ¿volviste cuándo?

Al llegar a Cleveland conseguí un trabajo como asistente social desde mayo a diciembre, ahorré dinero y me compré un billete de vuelta.  Volví a instalarme en mi casita de campo y logré vivir con 500 pesetas a la semana.  Me hice experta en recoger espárragos y puerros salvajes, de eso me alimentaba.  Hasta 1975 iba y venía porque tenía que trabajar en Estados Unidos para ahorrar dinero, pero ese año el grupo de la boutique Happy Valley formó una cooperativa donde trabajé y también conseguí un trabajo por la noche haciendo de go-go en "Lola's".  Luego en 1976 Armin abrió "Paula's" y he cooperado con ellos desde entonces.  Ya me quedé definitivamente, encantada de la vida.

¿Es cierto que Armin ha sido una persona clave en tu vida?

-  Armin es adorable.  Me abrió los ojos al mundo de la moda y me infundió una confianza en mi misma que nunca le agradeceré lo suficiente, consiguiendo que yo fuera modelo estrella de sus diseños cosa que en la vida hubiera soñado..., debido a mi corpulencia.

Creo que acertó totalmente porque los modelos te quedan geniales y te ves muy guapa.

Gracias, eres muy amable (risas).

¿Es verdad que te "desterraron" del Montesol en una ocasión?

Oh, sí, pero solo duró dieciocho horas.  Fue debido a un cúmulo de errores tipo pelicula  de los hermanos Marx (risas).  Un día estaba sentada en la terraza y un turista insistía en sacarme fotos.  Le dije que parara, que no quería que me fotografiara, pero él, erre que erre.  Yo estaba bebiendo un zumo de tomate y se lo lancé, con tal mala pata que en ese preciso instante llegaba uno de los camareros con su camisa blanca impoluta y el tomate..., cayó en su camisa.  Se lo dijo al jefe de barra y éste muy enfadado me dijo que no volviera más por el Montesol.  Al día siguiente, me tragué mi orgullo, fui a pedirle disculpas y a explicarle lo que había pasado.  Se acabó el "destierro".

¿Qué otras anécdotas recuerdas?

Más que nada de mis errores lingüísticos.  Por ejemplo iba a la carnicería y pedía kilos de "estufas" en vez de carne para estofar y en el Pío Lindo que fue el primer lugar donde vendían pollos al ast, pedía dos "pollas" en vez de pollos, cosas así.

Sin embargo, Ibiza también  ha sido causa de mucha tristeza para ti.

-  Sí, porque mi adorado esposo falleció aquí.  Conocí a Peter Lunow, un aleman que venía desde 1980.  En 1995 decidimos casarnos.  Lo hicimos en 1999 (mi sueño siempre había sido casarme en Ibiza).  Vivimos esos años idílicos viajando por toda la isla.  Peter me enseñó lugares que no sabía que existían, porque yo pensaba que ya conocía todas las calas habidas y por haber.  Nuestro amor y pasión por la isla hizo que el nuestro también fuera más intenso.  En aquellos tiempos, mi vida era muy plena.  Hasta que llegó el fatídico mes de abril de 2000.  Un día que habíamos dado una cena en casa con unos amigos, yo estaba cansada y le dije a Peter que me iba a acostar.  Le di un beso de buenas noches y me acosté.  En la madrugada me desperté inquieta, con un mal presentimiento, miré a Peter a mi lado y le vi en una postura extraña--con la cabeza hacia la almohada--.  Supe que estaba muerto.  Durante la noche había tenido un derrame cerebral.

¡Qué fuerte!  Supongo que tu mundo se vino abajo.

Ni que lo digas.  Mi mundo se desintegró, no obstante sé que Peter hubiera estado feliz de haber fallecido aquí.  El último regalo que le hice es esparcir sus cenizas por el mar.


¿Qué pasó con Ibiza a raiz de esa desgracia?

Se volvió negativa.  Veía a Peter en todos los rincones.  Decidí irme a Alemania porque Peter tenía unas propiedades  que al heredarlas, tenía que ocuparme de ellas.  Me quedé hasta junio de este año.


Pero has vuelto... ¿cuales son tus sentimientos ahora?

Sí, y al volver pensé en las palabras que me dijo mi amigo la primera vez que me fui:  "Siempre volverás a Ibiza".  Por un lado me ha costado mucho adaptarme sin Peter.  Ahora la veo con una mirada diferente, me siento más alienada, más distante.  Pero aunque voy a regresar a Alemania, supongo que siempre volveré.  Siempre encontraré un lugar que amo y mientras existan esos parajes, hay esperanza.


¿Algo más?

-  Sí.  Quisiera desde aquí dar las gracias profundas a un querido amigo ibicenco, Juan Truy de San Miguel, que se portó maravillosamente con nosotros mientras Peter vivió  y a su muerte me acompañó en el barco a esparcir sus cenizas.  El mar estaba muy embravecido y el pobre Juan aguantó estoícamente aunque se sentía mareado, pero estuvo ahí.  Un ibicenco de pro, honesto, generoso y bellísima persona.

  

   


17 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

La dieta mediterránea es mucho más sana que la americana del fast fod. Esas orondidades made in USA nos lo proclaman.

El papel higiénico en el trigal, para matarle. La perdonamos por su sinceridad.

Vivir con 500 pesetas a la semana en los años sesenta no estaba mal. Dos mil al mes que muchos españoles no ganaban.

Buena entrevista.

Besos

matrioska_verde dijo...

¡¡como me gustan estas vidas tan plenas y tan espirituales!!

estar en contacto con esas personas tenía que provocarte muy buenas sensaciones porque me parecen personas con muy buena energía.

¡que pena que la foto se vea tan mal!

biquiños,

Myriam dijo...

¡¡Qué duro perder al ser amado, así de golpe, sin haberte podido despedir!!

Tendré que conocer tu isla.

Besos

Merche Pallarés dijo...

ABEJITA, sí, la dieta mediterránea es mejor que el fast food americano, sin lugar a dudas... :) Besotes, M.

ALDABRIÑA, sí, eran personas muy especiales en una isla muy especial :) ¿Se ve mal la foto? Yo la veo igual que las demás que he ido publicando... Besotes, M.

MYRIAM, te puedes imaginar... ¡Qué horror! La pobre sufrió lo indecible. El año que viene planeamos el viaje a Ibiza ¿vale? Besotes, M.

Asun dijo...

Parece que es una mujer de carácter. ¡Mira que tirarle el zumo de tomate...! jajaja

Tiene que ser terrible despertarte y encontrar que tu pareja está muerta. Buuuufff

Besos

TORO SALVAJE dijo...

Delicia tras delicia.

:)

Besos.

Merche Pallarés dijo...

ASUN, sí, Johnnis es de
¡armas tomar! Ella en esos años era tan popular para las fotos de los guiris como las pobres payesas a quienes también les acribillaban a fotos... Lo de su marido, terrible. Besotes, M.

TORO, gracias... Besotes, M.

amelche dijo...

Es curioso lo de esta gente que trabajaba a temporadas en su país para ahorrar y poder volver a Ibiza. Lo del zumo de tomate volando me habría gustado verlo, ¡ja, ja! Pero verlo desde lejos, para no mancharme.

Marcelo dijo...

Este reportaje lo tiene todo. Alegría, aventura y dolor. Bellísimo como la vida misma! Felicitaciones por esta gran idea.

Myriam dijo...

Perfecto Merche, el año que viene por mi parte, sin falta. (En este andaré por Madrid, como siempre y por Andalucía, la zona que me falta)

Besos

Merche Pallarés dijo...

AMELCHE, sí, muchos se iban a sus paises a trabajar y ahorrar para volver. En aquellos años recuerdo que había un gran trajín entre Ibiza/Bali/India más que nada para traer ropa y venderla en los mercadillos de la isla. Besotes, M.

MARCELO, sí tiene de todo :) Besotes, M.

MYRIAM, pues ya combinaremos. Pienso volver en mayo que es un mes que me encanta en la isla. Besotes, M.

Ele Bergón dijo...

Es muy interesente en todos estos personajes su amor por Ibiza. Siempre vuelven a ella. Es como si en su peregrinar de un lado a otro, encontrasen su sitio en la Isla.

Un abrazo

Luz

Merche Pallarés dijo...

ELE, sí, así es. Para muchos de nosotros, Ibiza era, y es, nuestra casa. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Ya te comenté al principio de estas entrevistas que me gustaban los titulares los pusieras tú o un redactor. Este es tan certero que explica gran parte de lo que ha pasado. Para bien o para mal. Me temo que para mal.
Besos.

Merche Pallarés dijo...

PEDRO, sí, para mal... Desgraciadamente. Besotes, M.

Paco Cuesta dijo...

Mujer polifacética donde las haya

Merche Pallarés dijo...

¡Gusto saber de ti, PACO CUESTA! Besotes, M.