Cuando viví en un apartamento de Venetian Way en Miami Beach, una de mis vecinas era una joven española encantadora, Tatiana, una graduada reciente de la Boston University que había decidido mudarse a Miami a pasar una temporada. Trabajaba como redactora/publicista en una revista editada en esa ciudad. Hicimos muchísima amistad. Ella había perdido a su madre recientemente que tendría mi edad, y yo tenía a mi hija (que tenía su edad) en Londres. Total, que fuimos como madre e hija. Ella tenía una pandilla de amigos muy simpáticos, jovenes arquitectos españoles recien graduados de universidades americanas, la novia de su hermano una preciosa colombiana y algun que otro YUCA (Young Urban Cuban-American). Hice mucha amistad con todos ellos hasta que se convirtieron tambien en MI pandilla... Me invitaban a todo, a la playa, a las discotecas (siempre, por supuesto, salía antes que ellos aunque insistían de que me quedara). Fueron adorables y amorosos. Decidí (echaban de menos las lentejas caseras) hacerles lentejas una vez a la semana. Dicho y hecho. Ahí estábamos comiendo lentejas ¡con un calor tropical-pegajoso insoportable! Gotas de sudor resbalándonos por las sienes pero ¡todos encantados!
When I lived in an apartment in Venetian Way, Miami Beach, one of my neighbours was a very charming young Spanish woman, Tatiana, who had just graduated from Boston University and had decided to spend some time in Miami. She worked as a writer/advertiser in a magazine that was published in that city. We became great friends. She had recently lost her mother, who was my age, and my daughter, who was her age and lived in London, transformed our friendship into a mother/daughter relationship. She had a great group of friends, young Spanish architects who had finished their careers in American universities, her brother's beautiful Colombian girlfriend and some YUCA'S (Young Urban Cuban-Americans). I became a great friend of all of them to the point that they always invited me to go to the beach with them and to the Disco's (of course I would always leave before they did although they insisted that I stay...). They were adorable and very lovable. One day I decided, because they missed their home-cooked lentils, to make a lentil-dinner once a week. Said and done. There we were eating lentils in that horrible-sticky tropical heat, with perspiration "pearls" dropping down our brows but everybody enjoyed it!
BELÉN 37
Hace 10 horas
15 comentarios:
con choricito colorado? tuqito? mmmm
cuando no se prueba la comida nacional...todo sabe a glori... besos
¡Qué bien te lo pasabas!
¿Con ese calor? ¡Pobres, Merche!
Qué envidia tu vida, de verdad.
ADRIANA LARA, gracias por tu visita. ¿Qué es un tuqito? He entrado en tu blog--me ha gustado mucho--y te he escrito un comentario (soy la nº 77 o 78). Besotes, M.
MANUEL, eso es tan cierto... Besotes, M.
AMELCHE, fué una época muy divertida. Besotes, M.
PEDRO ¡Estaban encantados! y durante algunos meses fue un ritual semanal que todos disfrutábamos mucho. Nos reíamos..., ahora, sudábamos la gota gorda, eso sí. Besotes, M.
Merche, que bonito que les cocinaras lentejas!!! Y que ricas...!
Besitos mañaneros.
Sí señor, Merche, a eso le llamo yo estar a la altura de las circunstancias. Cuando se trata de agasajar a unos amigos nada mejor que recurrir a los alimentos sinceros, naturales, a la pata la llana, debidamente estructurados. ¿Cómo atender, como se merecen, a las personas allegadas llevándoles a comer fuera o recurrir a las desfiguraciones que alteran el olor, color y sabor de los alimentos que la tierra da naturalmente?. Nada de fantasías, vayamos a lo auténtico, a lo que nos coloca en paz con nosotros mismos y nos hacer ser felices con lo que conocemos y dominamos bien. Y qué cosa más auténtica que unas buenas lentejas, sin titos ni gorgojos, que antes había que retirar pacientemente, so riesgo de incluir en el manjar proteínas indeseadas. Ahora llegan limpias, procedentes de la Armuña salmantina, de la Tierra de Campos de Valladolid y Palencia, del Bajo Aragón o de las tierras sufridas de Cuenca y Guadalajara, amén de pequeños pagos en el profundo Albacete. Remojadas a tiempo, cocidas con amor, alegradas con el chorizo de toda la vida, acompañadas de patatas jóvenes, salpimentadas al punto y observadas cuando peta, he ahi la comida perfecta para una buena sintonía personal. Nunca están de más, en invierno y en verano, en la canícula y bajo cero. Porque lo importante es la autenticidad que aportan, la sinceridad en lo que significan y el reconocimiento de que las buenas cosas de la vida no tienen porqué ser caras ni halagar la vanidad. Un fuerte abrazo.
A mí, Merche, como tengo lentejas todas las semanas, lo que me da auténtica envidia es Miami. Yo que todavía no he cruzado el charco...
ANTONIA, la verdad es disfrutábamos mucho con esas lentejas semanales... (¡no me olvido de tus caracoles a la llauna!) Besotes, M.
FERNANDO, como siempre, lo mejor de mi blog tus comentarios ¡qué haría sin ti! Besotes, M.
RAUL lo cruzarás, lo cruzarás, aún eres joven... Besotes, M.
GRACIAS A TODOS
Seguro que estaban riquísimas.
Besos.
TORO, pues no estaban mal, no. Besotes, M.
Ese platito de lentejas con sus tropezones, no me puedo resistir....
Matrimonio ideal: pedazo cubano, ay ay ay, y lentejas día sí y día no...
¿qué más se puede pedir?
BIPO, pues no andas mal encaminada...no mucho mas. Besotes, M.
Está visto que la cocina tradicional es la que triunfa ... un día iré a verte y espero que me las cocines ;)
DIANNA, cuando quieras ¡Hecho! Besotes, M.
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