Nota mia: La "garrafa" era un artilugio para hacer sangría helada.
"Indiferente a los avatares de la decoración del bar, la "garrafa"--que debía de provenir de alguna región levantina--funcionaba a todo gas, con gran disgusto del barman, pues daba un trabajo tremendo. No había mesa en la que a algún comensal no se le ocurriese pedir la maldita "garrafa". El inicio del proceso de elaboración no era excesivamente molesto, porque la paleta, movida por la manivela, giraba sin dificultad dentro del recipiente lleno de liquido, pero, a medida que éste se iba solidificando por la acción del hielo exterior, hacerlo girar siempre a mano, se hacía verdaderamente penoso. María y Miguel decidieron que en la elaboración de la "garrafa"--que se hacía en la bodega--trabajarían los dos, a turnos. Ella daría veinte vueltas a la manivela y él ochenta, alternativamente. Así la faena se hacía más llevadera.
Las horas de trabajo, sobre todo en el bar, eran muchas. Se comenzaba bastante temprano a servir desayunos. Cuando apenas habían terminado éstos, hacia las once y media, empezaban los almuerzos para la clientela francesa. A continuación venía el turno de los españoles, que muchas veces se sentaban a la mesa a las tres y se levantaban a media tarde. Poco tiempo de descanso quedaba hasta empezar las cenas.
Las muchachas francesas lo aprovechaban saliendo a divertirse durante dos o tres horas, pero las de Régil, que no tenían más obsesión que la de "hacer pronto "poltsa"--como decían ellas--para regresar a casa cuanto antes, evitaban el menor gasto. Muchas tardes se las encontraba en un rincón del comedor, ocultas detrás de un cortinón, durmiendo la siesta.
La mujer de Larrabeiti y su hermana se levantaban muchas mañanas antes de amanecer para ir a "Les Halles", el mercado central, donde hacían las compras importantes. Su trabajo de organización y de vigilancia, y aún de ayuda en la cocina, no terminaba hasta las doce de la noche. A pesar de que ambas eran fuertes y animosas, muchas veces terminaban la jornada rendidas de cansancio.
En el bar no se trabajaba tan intensamente, pero sí más tiempo, pues a menudo los clientes permanecían allí hasta las tres de la madrugada.
Este horario de trabajo obligó a Miguel y María, bien a pesar suyo, a cambiar de domicilio, pues más de una madrugada, al salir de su trabajo, no encontraron metro ni autobús que les llevara a Passy y tampoco podían permitirse el lujo de coger un taxi todas las noches.
Alquilaron una buhardilla de la misma casa del restaurante, una habitación mucho más amplia que la de la rue Renoir... pero espantosa. Era muy abuhardillada y la única luz y ventilación la recibía de una ventana de "ojo de buey" que se abría a medias y que estaba situada a dos metros del suelo. Por todo mueblaje, un camastro y una silla cedidos por el portero. Para acceder a esta habitación desde el bar, había que subir ciento treinta y tres escalones.
Cuando María vio aquello, se le apretó la garganta, pero disimuló su disgusto por no apenar a Miguel, quien con su optimismo de siempre salvó la situación con un comentario jocoso."
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THE "GARRAFA" AND LIFE RHYTHM
The "garrafa" was a large recipient for making iced "sangría". It was a difficult gadget to handle because it had a wooden blade that had to be cranked manually. Everyone seemed to ask for a "garrafa" which was downstairs in the bar, much to the barman's regret. It was easy at first but once the liquid solidified due to the ice surrounding it, it was very hard work. Miguel and María decided they would take turns to crank it. María would do it twenty times and Miguel, eighty and vice versa, thereby making the task easier.
Working hours, especially in the bar, were long. The restaurant started quite early serving breakfasts, then around 11:30 a.m. the French clientele came for lunch. Afterwards, it was the Spaniards' turn who often ate at 3:00 p.m. and didn't leave until early evening. There was little rest-time left before dinners began.
The French waitresses used to leave for two/three hours to have a little bit of fun but not the Basque ones who saved every penny in order to go back to their village as soon as possible. Often they took a nap behind the heavy dining-room curtain.
Larrabeiti's wife and sister woke up very early in order to buy in "Les Halles", the central market. Their job of organizing and controlling, besides helping in the kitchen, didn't end until midnight. Even though they were strong and lively, they often finished extremely exhausted.
The work in the bar wasn't so intense but the hours were longer because often clients didn't leave until 03:00 a.m.
This timetable caused Miguel and María to move from their attic in the Rue Renoir to another attic above the restaurant because often they couldn't find a subway or bus to return to Passy and they couldn't afford the luxury of taking a taxi every day.
Even though this attic was bigger than the one in the Rue Renoir, it was uglier. It only had a porthole window, two metres high, which only half-opened. Furniture was scarce--a bunk bed and a chair provided by the doorman. In order to reach the attic, from the bar, they had to climb up one hundred and thirty-three steps. When María saw it, her heart sunk but she didn't let her disappointment show in order not to hurt Miguel's feelings who was, as always, quite optimistic and saved the situation with a funny comment.