"Martinillo, el sepulturero, consideraba el cementerio como si fuese de su propiedad. En la caseta que constituía el depósito de cadáveres, tenía establecido su taller particular. Tenía tambien su huerta en el cementerio. Entre las tumbas, plantaba tomates, patatas, habas, lechugas... Una fosa profunda, recién cavada, mostraba el lugar donde reposaría el próximo muerto de Candera.
Cuando, cumpliendo su promesa, María y Miguel fueron a verle al cementerio, Martinillo los acogió como un gran señor que recibe a sus visitantes para enseñarles su finca de recreo. Los introdujo en su huerta, donde, alternando con las hortalizas que crecían entre las tumbas, aparecían algunas flores. En la parte mejor orientada del cementerio, Martinillo cultivaba una pequeña plantación de tabaco. Después de enseñarles su macabra huerta, los condujo muy misteriosamente hasta delante de uno de los pocos panteones que había dentro del recinto sagrado. Por una grieta abierta entre las piedras del panteón, salían y entraba buen número de abejas. La piedra más grande llevaba la inscripción "Aquí yace Micaela Zarco, fallecida en 1935", Martinillo les miraba con sus ojillos maliciosos, sonriente.
--Tengo aquí un panal de primera. Cuando llega la época de sacar la miel, separo esta piedra, saco la miel y vuelvo a dejar tranquilas a las abejas y a doña Micaela.
Martinillo los condujo al depósito de cadáveres, que consistía en una caseta de unos quince metros cuadrados, en cuyo centro se hallaba, fija en la tierra, una tosca mesa de granito. De las vigas del techo, pendían ristras de cebollas y de ajos, manojos de hierbas aromáticas y pimientos secos. En una de las paredes, Martinillo había colocado una estantería en la que se veían dos féretros mohosos y deteriorados. Uno de ellos era pequeño y blanco. Del resto de las paredes, colgaba una variada colección de jaulas de perdiz. Por el suelo, más jaulas en curso de fabricación, cepos de varios tamaños y trampas de ingenioso mecanismo para atrapar pájaros vivos. En un rincón, alambres, cajas viejas de cartón y de madera, latas, etc. Junto a esta chatarra, un fogoncito donde se estaba cociendo algo en un puchero. En otro rincón, un camastro." (Continuará)
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A "PRIVATE" CEMETERY (1)
Martinillo, the grave-digger, considered the cemetery his private property. In the hut, which was the corpses' deposit, he had installed his particular workshop. He also had his vegetable garden in the cemetery. Between the tombs, he had planted tomatoes, potatoes, beans, lettuces... A recently excavated grave indicated where the next deceased in Candera would rest.
When María and Miguel fulfilled their promise to visit him in the cemetery, Martinillo greeted them like a lord showing the estate to his guests. He showed them the garden, where, alternating with the vegetables growing between the tombs, some flowers sprouted. In the better oriented part of the cemetery, Martinillo had a small tobacco plantation. After showing them the gruesome garden, he mysteriously led them to one of the few mausoleums that were inside the sacred enclosure. Through an open fissure between the mauseleum stones, quite an amount of bees buzzed in and out. The bigger stone had the following inscription "Here lies Micaela Zarco deceased in 1935". Martinillo looked at them with his mischievious eyes, smiling.
--I have a top-notch honeycomb here. When the time comes to collect the honey, I move this stone, take the honey and, once more, leave the bees and doña Micaela alone.
Martinillo took them to the corpses' deposit, it was a fifteen-square-metre hut in which centre, fixed to the ground, was a rough granite table. From the roof beams hanged strings of onions and garlic, bunches of aromatic herbs and dried peppers. In one of the walls, Martinillo had made a shelve where one could see two mouldy, deteriorated coffins. One of them was small and white. On the other walls, hung a collection of partridge cages. On the floor, more cages in the process of being made; traps of various sizes and other ingenious traps to capture live birds. In a corner, there were wires, old carton and wooden boxes, cans, etc. Next to this junk, a small stove where something was boiling in a cooking pot. On the other corner, a ramshackle bed. (It will continue)
22 comentarios:
Ensalada de difuntos.
Jo.
Besos.
lo que yo digo...si los muertos muertos están...desde luego a este no le molestaba por la noche el botellón...besos
¡Hay que tener agallas....!
Yo no aceptaría de este buen hombre una invitación a comer ensalada.
Que bonita historia y que bien contada. Jeje. Es que tengo devoción por los cementerios, que le vamos a hacer
jaja por dios, cari, este post no tiene desperdicio. Es tan costumbrista que lo firmaría el propio Vall-Inclán o Baroja, es la España más profunda, en el fondo una desmitificación de la muerte, la españa de oración y pandereta, a dios rogandoy con el mazo dando, jaja no sé, es genial. en el fondo da un poco de asco pensar en esas hortalizas abonadas con la carroña de los difuntos del pueblo, pero por otro lado, al fin y al cabo todo es polvo, mierda, muerte, nada....
Genial de todas todas el post. Bezos, cielo.
Algún que otro Martinillo he conocido en mis visitas a los cementerios. Conocí a un enterrador que decía ser psicólogo, especializado en viudas desconsoladas a quien confortaba en sus momentos de angustia. Sus amigos decían que de joven era tímido y nunca ligaba. Pero las más bellas mujeres de los pueblos de la comarca habían sucumbido a sus palabras y hechos consumados.
Un abrazo
Espléndido relato. quizás un poco aterrador pero muy interesante...
Besos.
Martinillo certainly has an idea about how to survive in those hard times! :-D Propz Pilgrim
TORO, ja,ja, ¡cómo eres...! Besotes, M.
TUCCI, no, por supuesto que no le molestaba... Besotes, M.
CECI, yo tampoco... Besotes, M.
JFLAR, gracias por tu visita. ¿Te gustan los cementerios? A mi el único es el Père Lachaise de París. Lleno de historia. Vale la pena visitarlo. Besotes, M.
THIAGO, sí que tiene su punto de la España de pandereta... puro humor negro... Espera a la continuación... Besotes, M.
JAN PUERTA, me imagino tus aventuras cementeristas, como diria Sancho... El tímido encontró su método liguero que seguro le dió muy buenos resultados... Besotes, M.
MODERATO, aterrador es poco... A mi me ha dado un repelús... Besotes, M.
PILGRIM! It was about time that you appeared in my blog!!! I'm SO happy! Thanks a million, my dear. And, yes, Martinillo certainly knew how to survive... Gros bisous, M.
MODERATO,
Los que tienen contacto frecuente con los muertos saben que no son ellos los malos...
Besos.
desde luego la huerta estaba bien abonada....
que tétrico!!
un beso merche.
PEDRO, supongo que el vivir en el cementerio le ayudaba a Martinillo a sentirse como "Pedro por su casa"... Besotes, M.
METIS, sí, tétrico... ¿A qué sabrían esas verduras? No quiero ni pensarlo... Besotes, M.
GRACIAS MIS QUERIDOS
Muy inspirador lugar pa tener plantadita ahi una huerta...
Supongo que más de un ánima en pena le ayudaría a regar los calabacines...
EL enterrador de JAN PUERTA encontró su veta, sin ningún lugar a dudas... y estoy segura de que cumplía una importante función social. jejeje
(Como éste del relato de tu tía abuela).
MYR, como te digo en el post anterior--who knows! Y, sí, el método liguero del asiduo al cementerio de JAN PUERTA seguro que daba sus resultados... Besotes, M.
El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
Este vivo también iba al hoyo a ponerlo en barbecho.
Jolín no les cocinaría un gazpacho frío de mausoleo y unos pajaritos fritos.
Este relato me ha sido robado cuando todavía no había nacido yo :)
En mi época de escuela había unas compañeras cuyo padre era enterrador y vivían en una casita a la entrada del cementerio. Nunca me dio por hacerme amiga de ellas, y eso que no sé si tenían huerta incluida o no. Pero sólo saber que vivían allí impresionaba. No sé si habrían conseguido que las visitaran mucha amigas.
Besos
ASUN, pobres crias... Besotes, M.
BIPO, sí que suena a tus relatos, sí, ja,ja... Besotes, M.
At all personal send today?
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