viernes, 21 de mayo de 2010

DON QUIJOTE


Capítulo L - 2ª parte de la lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés).
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Chapter 50-2nd part of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation).
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Ya sabemos quienes zurraron a la doña Rodríguez y pellizcaron a nuestro Quijo. ¡La asquerosa, odiosa duquesa y Altisidora! La duquesa porque al oirle a la doña hablar de las fuentes en sus piernas le dió los siete males y Altisidora porque se sintió agraviadísima al escuchar que la hija de la dueña no le llegaba a las suelas de sus alpargatas.

La ignominiosa duquesa decide mandar al paje (que hizo de Dulcinea) con la misiva de Sancho a Teresa Panza y de paso tambien le escribe a la susodicha y le envía "...una gran sarta de corales ricos presentados". Allá se va raudo el paje.
Pasando por un riachuelo se encuentra con varias mozas lavando en el río, pregunta si alguien conoce a Teresa Panza. Casualidad que una de las lavanderas era Sanchica, la hija. Le acompaña a casa de su madre. LLegan. "--Salga, madre Teresa, (me ha recordado a la de Calcuta...) salga, salga, que viene aquí un señor que trae cartas y otras cosas de mi buen padre." Salió Teresa Panza con "una saya parda--parecía, según era de corta, que se la habían cortado por vergonzoso lugar--con un corpezuelo asimismo pardo y una camisa de pechos."

Teresa se queda sorprendida y quiere saber "¿Qué señor es éste?". El paje le dice que es su servidor. Se apea del caballo y se pone "...de hinojos ante la señora Teresa...". Le pide "sus manos...bien así como mujer legítima y particular del señor don Sancho Panza, gobernador propio de la ínsula Barataria." "--¡Ay, señor mio, quítese de ahí, no haga eso--respondió Teresa--, que yo no soy nada palaciega, sino una pobre labradora, hija de un estripaterrones y mujer de un escudero andante, y no de gobernador alguno!"

El paje le dice que "Vuesa merced es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo...". Le entrega la carta y el regalo "...una sarta de corales con extremos de oro, y se la echó al cuello y dijo: --Esta carta es del señor gobernador, y otra que traigo y estos corales son de mi señora la duquesa, que a vuestra merced me envía."

Tanto Teresa como Sanchica se quedan pasmadas. Sanchica ya piensa que "...nuestro señor amo don Quijote, que debe de haber dado a padre el gobierno o condado que tantas veces le había prometido." Así es dice el paje, como se comprobará en la carta que trae. Teresa le pide que se la lea porque "...aunque yo sé hilar, no sé leer migaja." La hija le dice que ella tampoco sabe leer pero va a buscar a alguien que sí lo sabe: el cura o...¡SANSÓN CARRASCO! (Ay, qué cerca está este asesino...). El paje le dice que no hace falta porque "...yo no sé hilar, pero sé leer y la leeré".

Lee la carta de la facinerosa donde le hace la pelota descaradamente diciéndole que le manda "una sarta de corales con extremos de oro..." aunque hubiera preferido que "...fuera de perlas orientales..." y a cambio le pide que le envíe dos docenas de "bellotas gordas". Se despide diciéndole que "...si hubiere menester alguna cosa, no tiene más que boquear, que su boca será medida, y Dios me la guarde.
De este lugar, su amiga que bien la quiere, La Duquesa."

Teresa se queda patidifusa con la carta, encantada de saber "...¡qué buena y qué llana y qué humilde señora!" (Ay, Teresita, si supieras...) y sigue una crítica contra las "hidalgas" meapilas que "...van a la iglesia con tanta fantasía como si fuesen reinas, que no parece sino que tienen a deshonra el mirar a una labradora...". Sin embargo la duquesa la trata como igual. Le dice al paje "...en lo que toca a las bellotas, señor mío, yo le enviaré a su señoría un celemín, que por gordas las pueden venir a ver a la mira y a la maravilla." (¿?)

Teresa le pide a su hija que le prepare un buen almuerzo a "este señor". "Güevos y corta tocino adunia...". Mientras, irá a contar la buena nueva a sus vecinas, "...al padre cura y a maese Nicolás el barbero, que tan amigos son y han sido de tu padre". Sanchica asiente aunque le dice que le ha de dar "...la mitad de esa sarta..." porque tambien le pertenece (qué egoista). Teresa le responde que todo es para ella "...pero déjamela traer algunos días al cuello, que verdaderamente parece que me alegra el corazón." (Pobre...). El paje dice que tambien trae "...un vestido de paño finísimo que el gobernador sólo un día llevó de caza, el cual todo le envía para la señora Sanchica."

Teresa salió de casa con las cartas y la sarta al cuello, cuando se encontró con el cura y Sansón Carrasco (grrr...) "...comenzó a bailar...". Dijo que ahora ya "...¡no hay pariente pobre! ¡Gobiernito tenemos!". El cura y el bachiller le preguntan "¿Qué es esto, Teresa Panza? ¿Qué locuras son éstas y qué papeles son esos?" Les dice que no son locuras que ahora ya es gobernadora. Les da las cartas. El cura y Sansón se miran incrédulos. El bachiller le preguntó quién había traido esas cartas. Teresa le responde "... el mensajero, ...un mancebo como un pino de oro." El cura mira y remira los corales, ve que son finos pero le intriga que "...una duquesa envía a pedir dos docenas de bellotas."

Fueron a buscar al paje y le encontraron "...cribando un poco de cebada para su cabalgadura y a Sanchica cortando un torrezno para empedrarle con güevos y dar de comer al paje...". El cura y Sansón le preguntan qué es eso de la ínsula que solo existen en el Mediterráneo y "...no acababan de atinar qué sería aquello del gobierno de Sancho...". El paje les responde "--De que el señor Sancho Panza sea gobernador, no hay que dudar en ello; de que sea ínsula o no la que gobierna, en eso no me entremeto, pero basta que sea un lugar de más de mil vecinos... y en cuanto a las bellotas, digo que mi señora la duquesa es tan llana y tan humilde... quiero que sepan vuestras mercedes que las señoras de Aragón, aunque son tan principales, no son tan puntuosas y levantadas como las señoras castellanas: con más llaneza tratan con las gentes."

Luego pregunta Sanchica si su padre lleva "calzas atacadas". El paje no se ha fijado pero puede que sí las lleve. "--¡Ay, Dios mío--replicó Sanchica--, y qué será de ver a mi padre con pedorreras!" Desde que nació tiene ganas de ver a su padre "...con calzas atacadas". El paje le contesta "...con esas cosas le verá vuestra merced si vive. Par Dios, términos lleva de caminar con papahigo, con solos dos meses que le dure el gobierno."

El cura y el bachiller se dan cuenta "...que el paje hablaba socarronamente; pero la fineza de los corales y el vestido de caza que Sancho enviaba lo deshacía todo..." Teresa le pide al cura que si sabe de alguien que vaya a Toledo, le compre "un verdugado redondo" porque tiene que "...honrar el gobierno de mi marido...echar un coche como todas, que la que tiene marido gobernador muy bien le puede traer y sustentar".

Sanchica ya fantasea viéndose sentada "con mi señora madre en aquel coche" y aunque las cotillas le criticasen "¡Mirad la tal por cual, hija del harto de ajos, y cómo va sentada y tendida en el coche, como si fuese una papesa!" se quedaría tan pancha. Sigue una ristra de refranes entre madre e hija que hace que el cura diga "--Yo no puedo creer sino que todos los de este linaje de los Panzas nacieron cada uno con un costal de refranes en el cuerpo..." El paje asiente porque "...el señor gobernador Sancho a cada paso los dice; y aunque muchos no vienen a propósito, todavía dan gusto, y mi señora la duquesa y el duque los celebran mucho."

A todo esto el bachiller (futuro asesino) no se cree nada. Piensa que son los encantamientos de don Quijote. El paje dice que sí, que es verdad y si quiere verlo él mismo que le acompañe a la ínsula "...véngase alguno de vuesas mercedes conmigo y verán con los ojos lo que no creen por los oídos."

Sanchica se apunta entusiasmada a ir en las ancas de su rocín pero no puede ser porque "las hijas de los gobernadores no han de ir solas por los caminos, sino acompañadas de carrozas y literas y de gran número de sirvientes." Ella insiste porque no es melindrosa y que igual le da ir "...sobre una pollina como sobre un coche." Teresa la manda callar añadiendo unos cuantos refranes mas.

El paje quiere comer ya y marcharse pero el cura le dice "...vuestra merced se vendrá a hacer penitencia conmigo...". Al principio "rehusolo" el paje pero luego acaba cediendo. El cura se queda contento "...por tener lugar de preguntarle de espacio por don Quijote y sus hazañas."

Mientras, el bachiller se ofrece a escribirle las cartas a Teresa pero ésta rehusa "...no quiso que el bachiller se metiese en sus cosas, que le tenía por algo burlón, y, así dio un bollo y dos huevos a un monacillo que sabía escribir..." Teresa le dicta dos cartas, una a su marido y otra a la duquesa.

Seguiremos con LI

18 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Ay amiga...que te metes tanto en el papel que consigues enfadarte de verdad...no se en que habrás visto la semejanza entre las dos teresas...lo mismo en en la camisa de pechos...jeje..un abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me ha encantado tu analisis, amiga Merche, y comparto integramente tu justa indignación contra el futuro asesino y contra estos duques de pacotilla.

Besos...!!!

Thiago dijo...

jaja pobre Teresa por dios, y su hija que quería ver a su padre de "calzas atacadas".. que fácil ha sido siempre engañar al pueblo llano con falsas promesas y mentiras... vamos como el PP ahora, jaaj

Bezos.

Paco Cuesta dijo...

Sanchica reclama su parte en el botín; las herencias no dan problemas si no hay nada que repartir.

Asun dijo...

La pobre Teresa y Sanchica se van a dar un morrazo que no veas cuando se enteren de toda la trama que han urdido para burlarse de ellas. Ya verás cuando sean conscientes de que siguen siendo tan pobres como antes y que de gobernadora nada de nada...
Pobrecillas.

Besos

elena clásica dijo...

La estupidez y la mediocridad de los duques llevada al momento álgido. Lo consiguió Cervantes, predisponernos a los lectores en contra de ellos, de tal manera que nos identificamos más que nunca con Sancho, pues él ni siquiera está ahora presente y su familia, las mujeres, nos parece aun más vulnerables.

Me encanta tu estudio y tu pasión.
Un abrazo, Merche.

Merche Pallarés dijo...

TUCCI, es que lo de ¡madre Teresa! ¡madre Teresa! Me ha sonado a la de Calcuta...aunque nunca se vistió de esa guisa, con la falda a ras de peluquín y la camisa de pechos. ¡Solo faltaba! Besotes, M.

CORNELIVS ¿A que sí? ¡Es que son odiosos! Especialmente la bruja de la duquesa. Besotes, M.

THIAGO, exactamente, como el odioso PP... Mira que lo de la pobreza de la Aguirre... ¡Para matarles! Besotes, M.

PACO CUESTA, sí, Sanchica pidiéndose parte de la sarta de corales es una actitud muy egoista pero típica de algunos hijos... Besotes, M.

ASUN, se van a dar con un canto en los dientes, las pobres, sí. Qué crueldad... Besotes, M.

ELENA CLÁSICA, Estas burlas no tienen perdón de los dioses. Cervan, por supuesto, que nos predispone a estar en contra de ellos porque hace una crítica muy atinada de esa "nobleza" holgazana que tenía que denigrar a los más humildes para sentirse más poderosos. Juzgando, hoy en dia, por los comentarios de la "condesa" Aguirre y su pobreza, esas burlas en ciertos estamentos siguen existiendo. ¡Qué pobreza de país! Besotes, M.

Señor De la Vega dijo...

Mi Señora Doña Merche,

Qué resumen más justo, la verdad, en este capítulo el Señor Cervantes se sale, en el mejor de los sentidos, nos plantea una visión divertida, explicativa, crítica, mordaz y no dudo que realista, de las relaciones entre clases, adjetivadas con desprecios, envidias, maldades, venganzas e hipocresías.

A mí, como a usted, la actitud de la Duquesa y Corte, me causa sonrisa en cuanto a novela, y me exaspera en cuanto a realidad, por ser más vergonzante hoy, que incluso antaño.

Existen cabezas superiores, que solo merecerían tal tratamiento, después de ser rebanadas en guillotina, eso sí llanamente, sin acritud ninguna, también con sonrisas; porque como decía el humorista Gila, qué si la viuda no sabe aceptar una broma, que se vaya del pueblo.

Todavía ceno con apertura de telediarios, mostrando besamanos en esta corte penosa de España, donde tenemos reyezuelo, principitos y princesa bellotera, que como Doña Teresa Panza o Sanchica, a pesar de nacer entre terruños, a la mínima, venden su dignidad por un penInsula con corroña de reiño.

Respecto a su duda en el otro tema de bellotas,¿? "que por gordas las pueden venir a ver a la mira y a la maravilla.", le recomiendo que use la versión de CVC:http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/default.htm

Allí tiene muchas notas explicativas, online, según los autores de las mismas.

Sobre la que usted menciona, en relación a la hermosura de las bellotas, explica el nota, que es una 'expresión ponderativa', y le diré yo, que son aquellas expresiones del tipo, con ejemplo más moderno "que por gordas las pueden venir a ver, que se le caerán las bragas".

Un placer en leerla y Suyo, Z+-----

Merche Pallarés dijo...

SEÑOR DE LA VEGA, gracias, gracias por sus explicaciones siempre tan claras y agudas. Iré a su link en cuanto tenga tiempo. Ahora acabo de regresar de un maravilloso finde en Formentera. Y, sí, lo que no tiene perdón de los dioses hoy en dia, es lo que ha dicho recientemente la "condesa" Aguirre mofándose de todos los ciudadanos con su "pobreza". Me ha recordado a la odiosa duquesa. Se ve que en los estamentos del "establishment" español sigue esa tradición burlona hacia la plebe... Para guillotinarlos, sin duda alguna. Siempre a sus pies, M.

Alatriste dijo...

Resalta también en este capítulo esa crítica a las hidalguillas del pueblo que miran por encima del hombro al resto de mujeres, parece que Cervantes tiene tirria a estos personajes del mundo rural, se podrían comparar tal vez con el arquetipo de los señoritos del mundo rural del siglo XX

Por cierto eso de los refranes: un Panza es un Panza.

Saludicos

Merche Pallarés dijo...

ALATRISTE, ¡Qué placer recibir tus comentarios! Sí, Cervan tenía tirria a esa gentuza y lo de las hidalguillas mirando por encima del hombro a las labradoras, muy cierto.
Los Panza y sus refranes tiene mucha gracia. Besotes, M.

pancho dijo...

Definitivamente la nobleza no es santo de tu devoción: asquerosa, ignominiosa, fascicenorosa y todas las "osas" que añadírsele quieras.

Cervantes y su ambigüedad deja que sean los lectores los encargados de ponerle nombre a la actividad de las mujeres de Sancho. La descripción de su mujer es un modelo de insinuaciones.

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Y así, con las bellotas, tal y como explica el Sr. de la Vega, queda retrata la falsa simpatía de la Duquesa que, según veo, tú no perdonarás nunca, querida Merche.
BEsos.

Merche Pallarés dijo...

PANCHO, sí, la descripción de las Panza es muy sugerente pero típico de la falta de escrúpulos sexuales que siempre han gastado las campesinas y los campesinos.
De la ignominiosa no voy a decir nada mas. Besotes, M.

PEDRO, me imaginé lo que quería decir lo de las bellotas pero el SEÑOR DE LA VEGA me lo ha aclarado per-fec-ta-men-te.
Y, no, NUNCA la perdonaré... Besotes, M.

Kety dijo...

Merche, te has dado cuenta como la duquesa tiene que pedirle permiso al duque para fisgonear.

Al menos hemos avanzado algo.

Te has despachado a gusto con ellas.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

La odiosa duquesa no le parece bastante su terreno, envía al paje hasta la aldea donde vive la familia de Sancho. Los sueños imposibles de Teresa y Sanchica dan mucha pena.

Y qué ganas tiene Teresa de dar en los morros a las hidalgas meapilas, tan estiradas ellas, incluso en la iglesia, setadas en sus almohadones. Su anhelo de ascenso social era un imposible y Cervantes nos lo pone de manifiesto, genialmente porque es un genio.

Te metes en el papel, como apunta Cornelivs. Te sumerges. Tu collar de corales me gusta...
Un beso

Abejita de la Vega dijo...

Se me olvidaba decir que la mujer de Cervantes, Catalina de Esquivias, era una hidalguilla de pueblo. Sabía de qué hablaba.

Merche Pallarés dijo...

KETY, sí, me he dado cuenta que la duquesa tiene que pedir permiso al duque para zurrar a la doña pero lo encuentro tan IGNOMINIOSO que no he querido comentarlo. Besotes, M.

ABEJITA, la odiosa duquesa no tiene bastante con humillar a nuestros queridos Quijo y Sancho, sino que tiene que hacerlo ¡con Teresa y Sanchica! ¡Qué víbora rastrera! No puedo con ella y espero que pronto nuestros héroes se larguen del castillo. Lo estoy esperando como agua de mayo...
Y gracias por tu apunte histórico (lo de la mujer hidalguilla de Cervan). Besotes, M.