"Otra buena época para la familia de Agustinillo era la de los melones, durante el verano. Un tío de la madre tenía un gran melonar cerca de Andújar, pero cuando los frutos estaban maduros, era díficil defenderlos de chiquillos y mayores, que venían de la ciudad próxima a robarlos. Para evitar eso, el tío de Frasquita contrataba a toda la familia de su sobrina en la época de maduración de los melones.
Enganchaban el burro al carro y lo cargaban con el colchón matrimonial, mantas, sartenes, ollas, una cántara de aceite, un trozo grande de tocino y medio saco de harina, y así, Frasquita, Tomás y los cuatro chicos se disponían a pasar un mes en el melonar de Andújar, con la misma alegría que si fuesen a una playa de la Costa Brava o de la Riviera italiana. Caminaban lentamente por la carretera, para no cansar al burro que tiraba del carro bien cargado, y llegaban al anochecer al melonar, donde, con tres palos largos, dos mantas viejas y el carro, formaban la tienda de campaña que sería su habitación durante un mes.
Había que trabajar muy poco. Solamente vigilar para que no se llevasen los melones, y, cuando éstos estaban en sazón, ayudar a llenar los cestos a los que venían a recogerlos. De noche, a turnos, un miembro de la familia montaba la guardia.
Después de la campaña melonera, volvían a Candera muy morenos y sanos, prueba viviente de que la alimentación a base exclusivamente de migas y melón era excelente para la salud. Además, el padre traía en el zurrón una cantidad de dinero suficiente para vivir un par de meses.
Entre el horno y los melones, iban tirando parte del año, y el resto lo aguantaban con lo que Tomás robaba en el monte.
--¡Tomás!--le decían en secreto--. Me acabo de comprar un mulo, y necesito tres vigas para el tejado de la cuadra que estoy haciendo.
--¡Tomás!--le confiaba otro--. Necesito cañizo para el techo de mi gallinero.
Tomás salía al anochecer con su burro, y antes de amanecer estaba ya de regreso en Candera con la pieza de madera o las cañas que le habían pedido. Desde luego, los propietarios de los cañaverales o de los árboles ni siquiera llegaban a enterarse." (Continuará)
----------------------------------------------------------------------------
AGUSTINILLO'S FAMILY (2)
Another good time for the family was the melon harvest in the summer. The mother's uncle had a large melon field near Andújar. However, when the fruit was ripe, it was difficult to defend it from the kids, and grownups, who came from the nearby town to steal them. In order to avoid this, Frasquita's uncle hired the whole family at ripen time.
They hooked the donkey to the cart and filled it with the couple's mattress, blankets, frying pans, casseroles, a large flask of olive oil, a big piece of bacon and half a sack of flour. Frasquita, Tomás and the four children were ready to spend a month in Andújar's melon field, with the same glee as if they were going to a beach of the Costa Brava or Italian Riviera. They walked slowly on the road in order not to tire the donkey who was pulling the packed cart. They arrived at nightfall. With three large sticks, two old blankets and the cart they improvised a tent which would be their living quarters for the whole month.
There was no need for much work. Only making sure that no one stole melons and, when they were ready to be picked, help load them into the hampers of those who came to fetch them. At night, they took turns in the vigilance.
After the melon campaign, they came back to Candera all tanned and healthy, vivid proof that their exclusive diet of "migas" (dish made of, basically, breadcrumbs and garlic) and melon was excellent for one's health. Besides, the father had sufficient money to last them for a few months.
What with the oven and the melons, they lived part of the year; the rest they made by from what Tomás stole in the mountains.
--Tomás!--someone would whisper--. I just bought a mule, I need three beams for the stable's roof I'm building.
--Tomás!--would whisper another--. I need wattle for my chicken coop's roof.
Tomás would go out on his donkey at nightfall and was back before dawn with whatever wood or reeds they had asked him. Needless to say, the owners of the reed plantations or the trees, never found out. (It will continue)
15 comentarios:
Migas y melones.
Para qué más?
Tanto nutricionista...
Besos.
jaja me encanta, es cojonudo, no? El vigilaba para que no le robaran los melones y luego robaba todo lo demás que podía por ahi adelante, jaja Es típico de España eso.
Que ganas de melón me ha entrado, lo malo es que hoy en día no saben a nada, jaaj Bezos.
A mí, como a Thiago, me ha hecho gracia que el protegiera su melonar con uñas y dientes pero luego él se dedicara a robar todo lo que podía.
Para los hijos sería toda una aventura irse a pasar un mes al melonar. Se lo pasarían que ni te cuento.
Besos
Los melones, al igual que las cerezas son frutas muy codiciadas por los ladronzuelos. En una ocasión mis alumnos me trajeron un montón de cerezas. Llegaron tarde a la escuela. Al preguntarles de dónde las habían sacado, me dijeron tranquilamente que las habían robado. Bueno tres las cogían y los otros tres vigilaban por si llegaba el dueño.
Y en otra mi padre se encontrá a un vecino cogiendo melones del huerto. No dijo nada: total melón más, melón menos. Cuando ya iba por el cuarto le dijo:
- Hombre, ¿no crees que te estás pasando?
El otro se dió el susto de su vida.
En cuanto a los cañizares en mi tierra no tienen dueño, además "caminan" y es muy difícil eradicarlos. Por eso los dueños de las fincas en las que las cañas invaden el espacio, están agradecidos de que las cortes para enfilar judías o tomates o para recolectar las almendras. Lo de los árboles ya es más serio aunque malas vigas podían hacerse con madera verde.
Los relatos de tu tía son deliciosos.
Un beso
TORO, sí, tanto nutricionista...ja,ja... Besotes, M.
THIAGO, para que veas, así es. ¡Todos robando! Besotes, M.
ASUN, seguro que se lo pasaban bomba comiendo sus migas y melones y correteando por el melonar. Besotes, M.
ANTÒNIA, maravillosas como siempre tus historias, ahora, cómo se podía llevar CUATRO melones el ladronzuelo ese. ¿Llevaba carretilla? Besotes, M.
No, un vespino con una caja delante y otra detrás, o quizás una bici con una carretilla enganchada, no me acuerdo. El campo está casi a 3 Km del pueblo. En los pueblos era muy común, entre vecinos, compartir las hortalizas, por eso mi padre no dijo nada al principio.
Cuando estaba embarazada, el dueño del campo colindante al nuestro solía decirme:
- Nena, te he dicho mil veces que cojas fresas. ¿Esperas que te las recoja yo? y soltaba un taco de aquí te espero.
Lo curioso del caso es que para no hacerle un feo cogía unas pocas porque no me gustan nada.
Y ¿qué voy a contarte de los atmetllons? las almendras cuando aún están verdes. Los íbamos a robar al salir de la escuela un día sí y otro también. Se daba por bueno y por sentado que los niños lo haríamos. Si nos pescaban, el dueño se conformaba con unos cuantos gritos y nos decía que iba a decírselo a nuestros padres que ya lo sabían de sobra y que nos advertían que no lo hiciéramos.
Recuerdo los puestos de melones y sandías en la carretera cuando yo era pequeño. Por aquí han desaparecido. Como el sabor de los melones y de las sandías de entonces.
Confieso el robo de un melón en una playa de verano, hace 20 años. Me absuelves?
Apuesto a que sí!
Un beso
ANTÒNIA, ¡quién no ha robado ametllons del campo! Qué ricos están cuando están verdes y tiernos... Besotes, M.
PEDRO, yo también recuerdo cuando volví a España ver esos puestos por la carretera, ahora, lo que más me llamó la atención fueron los ¡esparragos de Aranjuez! ¡Qué tamaño! Me sorprendió que en esa España, católica, apostólica y romana dejaran que los exhibiesen tan ímpudicamente... Besotes, M.
MARCELO ¡Robamelones! ¡Uyyy! NO me lo imaginaría de ti... pero, te absuelvo, sí, porque eres un pibe macanudo... Besotes, M.
A TODOS, sí, ni los melones, las sandías, las manzanas, las peras saben como antes, bueno, ahora que lo pienso, los melones y las sandías ibicencas sí que son ricos y saben como antaño. Besotes, M.
Por lo menos habia melones...
Besos
MYR, por lo menos... Besotes, M.
A eso le llamo yo predicar con el ejemplo.
PACO CUESTA, sin duda alguna...ja,ja... Besotes, M.
Mu bueno el comentario de Thiago
Merche, me has dejado de una pieza con el tamaño de los espárragos y no hago más que pasar el rosario de un extremo a otro de mis manos.
Con lo buenos que están con una pizca de sal, mámma mía.
Publicar un comentario