Foto de: S.B.H.A.C.
"En aquel momento, se alojaban en el hotel cuatro huéspedes, además del matrimonio Zumeta: un facultativo de minas, un cura joven recientemente destinado a la parroquia de Huelgo y que todavía no se había instalado en su casa, un cobrador de contribuciones atrasadas y un agente de seguros.
Este último resultó ser un militar republicano, jactancioso y al mismo tiempo de una simpática ingenuidad. Había sido castigado con la expulsión de la carrera militar. Para poder vivir, tuvo que agarrarse a aquello de los seguros, pero le estaba resultando durísimo. Era una víctima más de la contienda, otro trozo de madera arrojado a la orilla de la resaca. Contó que, durante la guerra, lo había pasado muy mal, pues, en la batalla de Belchite, recibió un balazo en la cabeza. De repente, volviéndose hacia María, que estaba en la mesa contigua, le tomó la mano y, dirigiéndosela hacia su cabeza, le dijo:
--¡Ponga el dedo aquí! Se nota el agujero, ¿no?
Sin preocuparse de la cara de sorpresa de María ante su inesperado gesto, continuó hablando y contó que, una vez curado de la herida, volvió al frente y fue hecho prisionero en Teruel, cuando los de Franco lo reconquistaron, pero que, gracias a la potencia de sus brazos, logró escalar la pared del patio de la cárcel y escapar. Interrumpió la conversación para acercar su brazo a María, mientras le decía:
--Toque usted este brazo. ¡Hierro puro!
María se lo tocó y, mirando a Miguel, le costó contener la risa. El exaltado ex militar siguió tranquilamente su relato: había vuelto a caer prisionero, y no lo fusilaron de milagro. Se salvó gracias a la intervención de una mujer preciosa, sobrina de un general, que se había enamorado de él.
--Era una mujer guapísima--dijo con la mirada fija en los demás comensales--. Se lo digo yo, que soy experto en mujeres.
El cura, el facultativo y Miguel callaban, pero animado por las confianzudas manifestaciones del ex militar, y tras de haber bebido más vino manchego que de costumbre, el cobrador de contribuciones atrasadas empezó a soltar su lengua y a poner al descubierto todas las tretas que su astucia y desvergüenza ponía en juego para sacarles los cuartos a los cándidos contribuyentes morosos.
--Primero los asusto diciéndoles que, por no haber pagado a tiempo, la multa es triple del valor de lo debido. Cuando se quedan horrorizados por la suma que tienen que pagar, me muestro conciliador y compasivo, y me ofrezco a hacerles una rebaja, con lo que se quedan muy contentos, y... yo también--añadió con una sonrisa maliciosa--, porque la mitad de lo que pagan pasa a mi bolsillo particular. (Nota mia: de aquellos barros estos lodos...)
Como el cobrador de contribuciones atrasadas estaba bastante bebido, no se dio cuenta del mal efecto que hacían sus confidencias entre los comensales, los cuales procuraron no alargar la sobremesa".
--------------------------------------------------------------------------------------
HOTEL CHARACTERS
At that time, besides the Zumetas, there were four other clients in the hotel: a mining expert, a young priest recently destined to the Huelgo parish who still hadn't moved to his house, a tax debtors' collector and an insurance salesman.
The latter had belonged to the Republican army. He was very boastful, but, at the same time, had a friendly naïveté. He had been punished by being expelled from his military career. In order to survive, he grabbed onto the insurance business, although it was becoming very difficult for him. He was another victim of the Civil War. Another piece of wood thrown to the tide of the aftermath. He said that he had had a very difficult time during the war. In the "Belchite" battle he received a bullet on his head. Suddenly, turning towards María who was sitting at the table next to him, took her hand and, guiding it towards his head, he said:
--Put your finger here! You notice the hole, don't you?
Rather aloof, as to María's surprise for his unexpected gesture, he continued his tale. Once recovered from his wound, he went back to the front and was imprisoned in Teruel, when Franco's men conquered it. But, thanks to his strong arms, he managed to climb the jail's patio wall and escape. He interrupted the conversation and, bringing his arm close to María, he said:
--Touch it! Pure steel!
María touched it, and looking at Miguel, had problems restraining her laughter. The excited ex-military man, continued: he was taken prisoner once again and it was a miracle he wasn't shot. He was saved by the intervention of a beautiful woman, the niece of a general who was in love with him.
--She was a gorgeous woman--he said looking straight at the rest of the diners--. Believe me, I'm an expert on women.
The priest, the mining expert and Miguel kept silent but the tax debtors' collector, after having drank more wine than was advisable, and enthused after the military man's speech, let out his tongue loose, revealing his shady and shameless dealings in order to get the poor debtors' money.
--First, I scare them by saying that, since they didn't pay on time, the fine was triple its worth. When they're horrified at the amount they have to pay, I feel compassionate and willing to help, I offer them a discount with which they're very happy and... so, am I--he added with a sly smile--, because half of what they pay goes into my pocket. (My note: we have a saying in Spanish "From that mud, this quagmire" because there is a lot of corruption in Spain... as well as in many other places, of course)
Since the tax debtors' collector was quite drunk, he didn't realize the bad impression his indiscretion caused among the diners. They tried not to prolong the table talk.
"En aquel momento, se alojaban en el hotel cuatro huéspedes, además del matrimonio Zumeta: un facultativo de minas, un cura joven recientemente destinado a la parroquia de Huelgo y que todavía no se había instalado en su casa, un cobrador de contribuciones atrasadas y un agente de seguros.
Este último resultó ser un militar republicano, jactancioso y al mismo tiempo de una simpática ingenuidad. Había sido castigado con la expulsión de la carrera militar. Para poder vivir, tuvo que agarrarse a aquello de los seguros, pero le estaba resultando durísimo. Era una víctima más de la contienda, otro trozo de madera arrojado a la orilla de la resaca. Contó que, durante la guerra, lo había pasado muy mal, pues, en la batalla de Belchite, recibió un balazo en la cabeza. De repente, volviéndose hacia María, que estaba en la mesa contigua, le tomó la mano y, dirigiéndosela hacia su cabeza, le dijo:
--¡Ponga el dedo aquí! Se nota el agujero, ¿no?
Sin preocuparse de la cara de sorpresa de María ante su inesperado gesto, continuó hablando y contó que, una vez curado de la herida, volvió al frente y fue hecho prisionero en Teruel, cuando los de Franco lo reconquistaron, pero que, gracias a la potencia de sus brazos, logró escalar la pared del patio de la cárcel y escapar. Interrumpió la conversación para acercar su brazo a María, mientras le decía:
--Toque usted este brazo. ¡Hierro puro!
María se lo tocó y, mirando a Miguel, le costó contener la risa. El exaltado ex militar siguió tranquilamente su relato: había vuelto a caer prisionero, y no lo fusilaron de milagro. Se salvó gracias a la intervención de una mujer preciosa, sobrina de un general, que se había enamorado de él.
--Era una mujer guapísima--dijo con la mirada fija en los demás comensales--. Se lo digo yo, que soy experto en mujeres.
El cura, el facultativo y Miguel callaban, pero animado por las confianzudas manifestaciones del ex militar, y tras de haber bebido más vino manchego que de costumbre, el cobrador de contribuciones atrasadas empezó a soltar su lengua y a poner al descubierto todas las tretas que su astucia y desvergüenza ponía en juego para sacarles los cuartos a los cándidos contribuyentes morosos.
--Primero los asusto diciéndoles que, por no haber pagado a tiempo, la multa es triple del valor de lo debido. Cuando se quedan horrorizados por la suma que tienen que pagar, me muestro conciliador y compasivo, y me ofrezco a hacerles una rebaja, con lo que se quedan muy contentos, y... yo también--añadió con una sonrisa maliciosa--, porque la mitad de lo que pagan pasa a mi bolsillo particular. (Nota mia: de aquellos barros estos lodos...)
Como el cobrador de contribuciones atrasadas estaba bastante bebido, no se dio cuenta del mal efecto que hacían sus confidencias entre los comensales, los cuales procuraron no alargar la sobremesa".
--------------------------------------------------------------------------------------
HOTEL CHARACTERS
At that time, besides the Zumetas, there were four other clients in the hotel: a mining expert, a young priest recently destined to the Huelgo parish who still hadn't moved to his house, a tax debtors' collector and an insurance salesman.
The latter had belonged to the Republican army. He was very boastful, but, at the same time, had a friendly naïveté. He had been punished by being expelled from his military career. In order to survive, he grabbed onto the insurance business, although it was becoming very difficult for him. He was another victim of the Civil War. Another piece of wood thrown to the tide of the aftermath. He said that he had had a very difficult time during the war. In the "Belchite" battle he received a bullet on his head. Suddenly, turning towards María who was sitting at the table next to him, took her hand and, guiding it towards his head, he said:
--Put your finger here! You notice the hole, don't you?
Rather aloof, as to María's surprise for his unexpected gesture, he continued his tale. Once recovered from his wound, he went back to the front and was imprisoned in Teruel, when Franco's men conquered it. But, thanks to his strong arms, he managed to climb the jail's patio wall and escape. He interrupted the conversation and, bringing his arm close to María, he said:
--Touch it! Pure steel!
María touched it, and looking at Miguel, had problems restraining her laughter. The excited ex-military man, continued: he was taken prisoner once again and it was a miracle he wasn't shot. He was saved by the intervention of a beautiful woman, the niece of a general who was in love with him.
--She was a gorgeous woman--he said looking straight at the rest of the diners--. Believe me, I'm an expert on women.
The priest, the mining expert and Miguel kept silent but the tax debtors' collector, after having drank more wine than was advisable, and enthused after the military man's speech, let out his tongue loose, revealing his shady and shameless dealings in order to get the poor debtors' money.
--First, I scare them by saying that, since they didn't pay on time, the fine was triple its worth. When they're horrified at the amount they have to pay, I feel compassionate and willing to help, I offer them a discount with which they're very happy and... so, am I--he added with a sly smile--, because half of what they pay goes into my pocket. (My note: we have a saying in Spanish "From that mud, this quagmire" because there is a lot of corruption in Spain... as well as in many other places, of course)
Since the tax debtors' collector was quite drunk, he didn't realize the bad impression his indiscretion caused among the diners. They tried not to prolong the table talk.
12 comentarios:
Menuda cucaracha debía ser el cobrador de contribuciones atrasadas.
Ese si que era un bandolero.
Besos.
Vaya personaje.
En los hoteles siempre hay gente peculiar, los he visto a menudo. Besos.
Good dispatch and this mail helped me alot in my college assignement. Say thank you you seeking your information.
Me recordaste al hotel aquel que regentaba Lina Morgan. Si, algo más tétrico, pero pleno de lindezas "más allá".
Un beso, Merche, por aquí andaremos pendientes.
Tú lo has dicho: "de aquellos barros estos lodos".
Besos Merche querida y gracias por tus palabras tan cariñosas en mi última entrada abuelística.
Está visto que el vicio de embolsarse el dinero del contribuyente viene de antiguo. ¿Qué podemos esperar pues ahora?
Besos
El cobrador al menos el alcohol lo volvió sincero. Con los militares, nunca se sabe!
Un beso Merche
TORO, PEDRO, JOSÉ ALFONSO, MYRIAM, ASUN Y MARCELO, os había contestado a todos individualmente pero Google no aceptaba mi contraseña y se han borrado. También os decía que estaría un poco ausente de vuestros blogs ya que tengo la casa llena de familiares. A ver si ahora tengo suerte... Besotes y gracias a todos, M.
En los hoteles como en las boticas....es que te puedes encontrar de todo...besos
Hola Merche.
Algunos hoteles parecen purgatorios de almas.
Besos.
Lo del militar... no sé, para mí que exageraba.
Pásalo bien con tu familia.
TUCCI, JUAN LUIS y AMELCHE, gracias por vuestros comentarios. Sí que los hoteles son microcosmos de la humanidad... Besotes, M.
Publicar un comentario