"El tejero a quien fueron a visitar María y Miguel no empleaba el mismo ardid para zafarse de gastos de la boda de su hija. Antes de la ceremonia, fijada para el sábado siguiente, ya estaba llenando la despensa de la casa donde iba a vivir el nuevo matrimonio. La madre se lo explicaba a los Zumeta:
--Ya les hemos puesto todo. Patatas, lentejas, chorizos, tres cántaras de aceite, un jamón, una orza con lomo, un serón de higos pasos y cinco botes de miel.
--Por lo menos en una temporada, poco tendrá que comprar en la tienda nuestra Rita--añadió el padre.
Acto seguido, el tejero invitó a los Zumeta a que al día siguiente fueran "a ver la cama".
Cuando salieron a la calle, Miguel y María estaban desconcertados. No comprendían qué quería decir eso de "ver la cama", pero Pepe Luis les aclaró el enigma: cuando se trataba de una boda entre gente de ciertas pretensiones, en la casa donde iba a vivir el nuevo matrimonio se exhibía la cama.
Llenos de curiosidad por presenciar tan insólita costumbre, María y Miguel se dirigieron al día siguiente hacia la casa donde iba a morar la hija del tejero. Cuando llegaron, ya se había formado cola. La gente, silenciosa, subía a la casa, como si fuese a entrar en un templo. María y Miguel se colocaron en la fila aún en la calle. Subieron por las escaleras, lentamente, deteniéndose a veces para dejar pasar a los que bajaban. Luego siguieron por un pasillo hasta entrar en la habitación. El cuarto era reducido, pero tenía dos balcones. Las contraventanas estaban cerradas, y las cortinas de satén brillante, corridas. Solo una lámpara de bolo, colocada sobre la mesilla, iluminaba la estancia.
La cama era grande, de madera rojiza muy barnizada, con un alto copete de mucha talla, y, para que nada faltase, éste estaba rematado por una corona de conde. Los visitantes rodeaban la cama cubierta con una brillante colcha chinesca y permanecían un rato contemplándola. María y Miguel esperaban oir algún comentario jocoso, algún chiste malicioso..., pero nada de eso se produjo. Todos contemplaban la cama con la mayor seriedad y, despues de un rato, se marchaban sin pronunciar palabra."
(Nota mia: reconozco que la foto de la cama no hace justicia, a la que describe mi tía...)
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"SEE THE BED"
The tile-maker, that Miguel and María went to visit, didn't use those tricks in order not to spend on his daughter's wedding. Before the wedding, scheduled for the following Saturday, he was already stocking the larder of their new house. The mother explained to the Zumetas:
--We've given them everything. Potatoes, lentils, sausages, three jugs of olive oil, a leg of ham, a crock of pork loins, a crate of dried figs and five jars of honey.
-- Our Rita, at least, won't have to buy anything for quite a while--added the father.
Afterwards, the tile-maker invited the Zumetas to "see the bed" the following day.
Once on the street, Miguel and María, were puzzled. They didn't understand what "see the bed" was all about. However, Pepe Luis, cleared the enigma: when a wedding took place, among people with certain pretentions, it was common to show the bed of the new wedded couple.
Very curious to see this surprising and quaint tradition, the following day, María and Miguel went to the house where the couple would live. When they arrived, there was already a queue. The people, in silence, went in as if they were entering a temple. María and Miguel stood in the queue, on the street. They went up the steps, slowly, stopping from time to time to let pass, the people coming down. Afterwards, they went through a narrow corridor until they entered the bedroom. It was small but it had two balconies. The shutters were closed and the bright satin curtains drawn. Only a small round lamp on the bedside table, lit the room.
The bed, of a reddish, extremely varnished wood, was big. It had a very high bedtop, and, so as not to miss any detail, there was a posh crown crowning it all. It was covered with a shiny, chinese-like bedspread. The visitors went around it and stopped a moment to admire it. María and Miguel thought that someone would make a waggish comment or let out a facetious joke..., but nothing of the sort happened. They all looked at the bed very seriously and, after a while, left in the greatest silence.
(My note: the picture of the bed has nothing to do with the one my aunt describes...)
BELÉN 37
Hace 11 horas
19 comentarios:
Oye Merche, estás segura que las crónicas de tu tía no corresponden a la civilización azteca?
Besos.
Nada de azteca, que en Campo Real (Madrid) también se exhibía la casa, toda puesta por los padres, cama incluida, cómo no.
Que no nos enteramos en qué pa´s hemos vivido...y viven algunos todavía.
Besos
Mostrar la nueva casa era un rito casi iniciático. Ahora no: las casas son más para vivirlas, un hecho cotidiano. Eso explica mucho de la vida de entonces.
Besos.
Menos mal que la cosa no era "verlos a ellos haciendo el amor". Supongo que amirar la cama sería como un deseo de tarer buena descendencia a esa casa. O sea, bendiciones.
Besos
Dice Traer Vale.
Dice: Admirar. Vale
Desde Estambul te mando esta foto, que no es la almohada del hotel donde estoy hospedado.
Es en casa de un amigo desaparecido en Vitoria-Gazteiz
Recuerdos a todos y BESOTES
Asi era: se enseñaba la casa, me acuerdo vagamente de ello (¡que viejo te estas volviendo Corne...!)
Un abrazo enorme.
jaja no, no corresponde a la que describe tu tía, cari. La verdad es que nunca había oído hablar de esa constumbre, sin embargo no me extraña, pues he oído otras, como enseñar el ajuar, exhibir los regalos recibidos y en no sé dónde la gente va a ver el "traje de primera comunión" que ha de llevar el niño despúes.
asi que cosas mas raras se vieron, jaaja
bezos, cari.
TORO, pues por lo que dice ABEJITA parece ser que no... Besotes, M.
ABEJITA, pero en Huelgo, parece ser que era solo ver la cama no toda la casa... Besotes, M.
PEDRO, como le digo a ABEJITA, no era enseñar toda la casa, sino, simplemente la cama. Eso es lo que les chocó a mis tíos y supongo que en algunas aldeas de la España profunda (si es que vive gente, claro) lo seguirán haciendo. Besotes, M.
MYRIAM, pues en la época de los reyes antiguos, era tradicional que la noche de bodas estuvieran presentes varios dignatarios de la corte para cerciorarse de que el matrimonio se había consumado... ¿Te imaginas? ¡Qué corte! (en el sentido de qué vergüenza...). Vale por todas tus correcciones. Besotes, M.
MIGUEL ¡preciosa esa almohada y colcha de ganchillo! Gracias. Espero que estés disfrutando de Estambul. Besotes, M.
CORNELIVS, no es que te estés haciendo viejo, Corne, es que esas tradiciones han durado hasta hace bien poco. Besotes, M.
THIAGO, lo de los regalos recibidos yo también lo he oido, lo del ajuar no tanto pero, bueno, no he ido a muchas bodas, la verdad sea dicha y a las que he ido, no se enseñaba nada de nada. Lo del "traje de primera comunión" fijo que es en Galicia, je,je... Besotes, M.
Reconozco Merche que hay muchas tribus de las que desconozco las costumbres.
Jao Abejita!!!
Besos.
Es casi surrealista! Me imagino que si no concurrías era una gran falta de respeto a la familia, verdad?
Gracias Merche por el comentario. Sos una afortunada al poder haber visto a Rudolf y a Margot, ni hablar de la Callas!
BESOTES HERMOSA!
Por lo que dices, el tejero debía de ser "pudiente", porque lo que es la despensa se la habían surtido bien a la hija.
Supongo que lo de enseñar la cama sería también una forma de hacer ver a los demás que tenían posibles, porque imagino que los que no los tuvieran dormirían en jergones en el suelo. No sé, es lo que se me ocurre.
Besos
TORO, ja,ja... pues sí hay costumbres que muchos no conocemos. Besotes de nuevo, M.
STANLEY, me imagino que sí, que sería una gran falta de respeto... Ahora, me imagino a mis tíos en esa cola, ese silencio, ese cuarto a media luz... Surrealista, total. Ya contaré lo de Rudolf, Margot y la Callas en mis "memoirs"... Besotes, M.
ASUN, sí, posibles tenían porque ¡vaya despensa! Y sí, Pepe Luis ya dice que la gente "con pretensiones" solían enseñar la cama. Los demás, como dices, en jergones en el suelo ¡pobres! Besotes, M.
Iban bien, bastante bien servidos.
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Cierta morbosidad en los visitantes.
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Similares costumbres ante otros eventos, eso sí, en la comunidad valenciana se suelen mostrar los ajuares completos en las casas ante presentaciones falleras, comuniones, etc. etc.
Un beso, Merche Pallarés.
Había un tanto de ostentación en esa costumbre.
JOSÉ ALFONSO, por supuesto que iban bien servidos... ¿Cierta morbosidad? Creo que era morbo a tope... ¿para qué ver la cama, si no? Ya leo que en todos sitios cuecen habas... Besotes, M.
PACO CUESTA, morbo y ostentación, querido Paco... Besotes, M.
¡Qué cosas!
Desde luego seguimos haciendo algo parecido ¿pues no se enseña la caca del bebé a la gente?
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