martes, 16 de noviembre de 2010

NAVIDAD EN SIERRA MORENA



"En la Nochebuena, la iglesia se llenó de gente hasta los topes, y muchos tuvieron que quedarse en la calle.  La ceremonia era de solemnidad, y había espectáculo.

Seis monaguillos vestidos de rojo y blanco--no se veía tal cosa durante todo el año--rodeaban a don Antero.  Una Virgen pequeña, con manto muy ahuecado bordado en oro, presidía el presbiterio sobre una achaparrada columna salomónica.

José el chófer, Ramiro el herrero y Damián el panadero formaban la orquesta.  Este último tocaba la guitarra; el herrero el violín, y José soplaba en una especie de ocarina en forma de pájaro, mediada de agua.  El rasgueo de la guitarra era bronco y monótono, mientras el violín chirriaba como un eje poco engrasado.  Lo único que sonaba bien era el instrumento de barro de José.  Al soplar, el aire pasaba a través del agua y José, tapando o destapando habilidosamente con sus gruesos dedos los tres agujeros que tenía el instrumento, conseguía simular el gorjeo de un pájaro.

El momento culminante de la ceremonia lo constituyó el nacimiento del Niño:  la orquesta calló, sacaron un muñeco de debajo del manto de la Virgen, y lo colocaron en un cesto lleno de paja, adornado con flores de papel de plata.  Un petardo explotó en la calle.  Dentro de la iglesia, todos los concurrentes entonaron, al son de las panderetas villancicos, unos villancicos serranos, extremadamente ingenuos, expresivos y conmovedores.

Cuando terminaron los villancicos, empezaron a cantar a coro canciones más solemnes... y aquí acabó el encanto:  el acople de las voces era realmente pésimo.

María y Miguel pensaron que, en aquellos momentos, en su Euskal Herria, unos coros de voces armoniosamente fundidas recorrerían las calles de los pueblos, al mismo tiempo que jóvenes y mayores, con el Olentzero al hombro, cantarían reciamente el "Orra!" en las sidrerías y a la puerta de los caseríos.

En la iglesia de Candera, la orquesta acompañaba ahora a los coros, y el desconcierto era aún mayor.

En este momento, Currito, el hermano menor de Agustinillo, se acercó a María.

--¡Doña María!--le dijo al oido--, ¿Ve esa que está ahí delante, de rodillas, en una silla?
--Sí--le dijo en voz baja María--.  Es doña Rocío, la maestra.
--Pues mire usted,--continuó el niño--.  La pierna que da por el lado de acá, es de palo.  Se la voy a pinchar y ya verá como no lo siente.

Y sin esperar más, le quitó a María de la cabeza el grueso alfiler que le sujetaba la mantilla.  María no pudo impedir que el chico fuese derecho a la maestra y le clavase en la pierna el alfiler, con toda su fuerza.  La maestra no se movió.  Currito miraba a María con su cara maliciosa y una ancha sonrisa, satisfecho de su hazaña.

Los días de Navidad transcurrieron tranquilos y alegres.  Tambien fue pacífica la entrada del nuevo año.  En las casas se sacrificaban las gallinas y pavos de los corrales y se consumían las rosquillas, polvorones, magdalenas y demás dulces que habían sido cocidos en el horno de Tomás y en el del panadero."

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CHRISTMAS IN THE MORENA MOUNTAIN RANGE

On Christmas Eve, the church was filled to the brim and many had to stand outside.  It was a very solemn ceremony but there was a "show".

Six altar boys dressed in red and white--never seen before during the rest of the year-- surrounded don Antero, the priest.  A small Virgin with an ample, gold-embroidered mantle, presided the presbytery on top of a Lilliputian Salomonic column.

José the chauffeur, Ramiro the blacksmith and Damian the baker formed the orchestra.   The latter played the guitar, the blacksmith the violin and José blowed a sort of bird-shaped ocarina filled with water.  The guitar strumming was harsh and monotonous while the violin squeaked like a creaky axle.  The only instrument that sounded well was Jose´s clay ocarina.  When he blew, the air passed through the water, and José covering or uncovering the three holes with his chubby fingers managed to imitate a bird's chirping.

The climax of the ceremony was the Child's birth:  the orchestra silenced.  They brought a doll out of the Virgin's mantle and placed it on a basket filled with hay and decorated with silver-papered flowers.  A firecracker exploded outside. Inside the church, everyone sang typical Christmas Carrolls of that mountainous region, accompanied by tambourines, extremely naïve, expressive and very moving.

When the Carrolls ended, they started to sing, chorally, more solemn songs... and here the charm ended:  the adaptation, fitting together of the voices was really dreadful.

At that moment María and Miguel remembered those moments in their Basque Country, when choirs of harmoniously integrated voices filled the streets; when young and old carrying the "Olentzero" on their shoulders, would stoutly sing the "Orra!" in the Cider bars and at the farms' doors.

In Candera's church, the orchestra accompanied the choir now, and the confusion was greater.

At that moment, Currito, Agustinillo's youngest brother approached María.

--Doña María!--he whispered in her ear--.  Do you see who's there, in front, kneeling on that chair?
--Yes--María whispered back--.  It's doña Rocio, the teacher.
-- Well, you'll see--the child continued--.  The leg that's on this side it's wooden.  I'm going to prick it and you'll see how she doesn't feel it.

Without hesitating, he grabbed the big pin holding María's veil.  She couldn't stop him from going directly towards the teacher and pricking her leg with all his might.  She didn't budge.  Currito sheepishly looked at María with a wide smile, proud of his heroic feat.

Christmas days went by, relaxed and happy.  Also, the entrance of the new year was quite peaceful.  In the houses, chickens and turkeys were sacrificed and ring donuts, fairy cakes, shortbread biscuits and other sweets, cooked in Tomas' and the baker's ovens, were eaten.

16 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Joder con Currito, suerte que no se equivocó de pierna.

Besos.

Asun dijo...

¿Seguro que en aquellos años seguían sacando al Olentzero? ¿Y Franco lo permitía?

Por cierto, por si te interesa, tengo en mi blog una entrada de Diciembre del año pasado sobre él.

A mí, que de pequeña me gustaba ir a Misa del Gallo... ¡Quién me he visto y quién me ve! jejejejeje

Besos

Thiago dijo...

jaja me encanta lo de los vascos... por dios!. Cómo le salió la vena nacinalista. Los vascos cantarán mejor y mas acoplados, pero a ver donde vas a comparar tú la música andaluza, el flamenco y las voces andaluzas con la musica vasca y la flautita esa que tocan en las ceremonias, el txitu, jaaj Le salió la vena clasista y nacionalista a tu tía.


Conmovedor la manera de celebrar la Navidad, sacando al niño de debajo del manto de la virgen, no? jajaj como si diera a luz, vamos, pero eso si, claro, permaneciendo Inmaculada, jaaj.


Bezos.

Anónimo dijo...

Entre el coro desafinado, y el ataque a la pierna de madera, hicieron una Navidad muy pintoresca, verdad? Jajajajaja!!!

BESOTES HERMOSA!

Unknown dijo...

Voy retomando la lectura poco a poco. Merece la pena dedicárselo.
Un abrazo

Merche Pallarés dijo...

TORO, ja,ja...sí, ¡menos mal! Besotes, M.

ASUN, ¡Claro que sacaban el Olentzero! Yo aún me acuerdo de cuando era niña en Irún en plena época franquista. Iré con calma a ver tu entrada. En Toronto, de adolescente, me ¡encantaban las Misas de Gallo! de niña, nunca fuí. Sólo volví hace unos años a una en la catedral de Ibiza que me decepcionó enormemente. Nunca mais. Muxus, M.

THIAGO, mi tía dice que cuando cantaron los villancicos serranos acompañados por las panderetas,eran maravillosos y conmovedores; (¿lées los posts?) es cuando cantaron en coro que ya falló la cosa. Y, siento decirte, pero las voces recias vascas suelen acoplarse muy bien en canciones corales. Es lo suyo. Y el txistu es un instrumento pre-cio-so.
A mi también me ha hecho gracia el "nacimiento" del niño... Besotes, M.

STANLEY, sí, MUY pintoresca... Besotes, M.

JAN PUERTA, ¡Te echaba de menos! Bienvenido de vuelta, querido. Besotes, M.

Anónimo dijo...

Me alegro que te hayan gustado, Merche querida!

BESOTES PRECIOSA!

Thiago dijo...

jaj cari, lo siento... pero no estoy de acuerdo... y parece que la UNESCO tampoco, jaja donde vas a comparar la músca andaluza con la vasca, por dios... jaja Bezos, aunque me riñas, jaja

elena clásica dijo...

Querida Merche:

Qué relato tan hermoso, tan íntimo, recuerdos infantiles, sensaciones, ambientes retratados magistralmente: imágenes, hieratismo sobrenatural, travesuras unidas a una vaga inquietud del cuerpo extraño.
Los olores de la comida, de la Navidad, los sabores especiales de los días compartidos cuando se es un niño, ingenuo, y se observa el mundo viendo sólo la maravilla.

Motivos especiales en un ambiente localista y lleno de encanto.

Merche, te envío un gran abrazo, querida.

Paco Cuesta dijo...

Mary y Mikel en Sierra Morena. ¡Que sorpresa!

Merche Pallarés dijo...

STANLEY, Besotes a ti querido, M.

THIAGO, ya veo que estás en plan guerrero, pillín, pero no voy a caer en tu trampa... A cada cual lo suyo... ¡Hala! Besotes, M.

ELENA CLÁSICA, muchísimas gracias por tu visita. Es todo un honor. El relato no es mío, es de un libro que publicó mi tía-abuela, Dolores Salís, a sus 80-90 años: "Exilios 1936-1945". Me alegro de que te haya gustado. Muchos besotes, M.

PACO CUESTA, llevan allí bastante tiempo... Besotes, M.

GRACIAS MIS QUERIDOS

Myriam dijo...

Pintoresca era sin duda esta Navidad y travieso el niño... mira que darle a la pata de palo. Currito hubiera necesitado un encuentro cercano" del tercer tipo" con DQ en Sierra Morena...

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Lo siento, la Navidad no me gusta nada.
Besos.

Merche Pallarés dijo...

MYRIAM, sí, ja,ja... Hubiese sido divertido que Currito se hubiera encontrado con Quijo y Sancho en la tercera fase por Sierra Morena. Por cierto ¡no sé lo que voy a hacer mañana sin mi Quijo! Sniff... Besotes, M.

PEDRO, a mi tampoco pero es lo que cuenta mi tía... Besotes, M.

Teresa dijo...

Me troncho con Thiago...

Mira que pincharle la pata de palo... Yo creo que se equivocó de pierna y la maestra, además, era muda.

Merche Pallarés dijo...

BIPO, ¡qué mala eres! Besotes, M.