"La primavera se presentaba poco calurosa. La naturaleza se mostraba aquel año muy holgazana. En los picachos más altos de la sierra, la nieve brillaba al sol.
Algunos ganaderos que tenían sus reses pastando en terrenos de "El Potrerizo", se pusieron de acuerdo para marcar con hierro a sus animales jóvenes. Esto constituía cada año una verdadera fiesta en la comarca, y acudían a ella de todos los poblados y cortijos en diez kilométros a la redonda de "El Roquero", que era donde se herraban las reses.
Se trataba de una fiesta completamente campesina y plebeya, a la que no asistían--a diferencia de lo que ocurría en los festejos de toros y de caballos de las fincas de Jerez, Sevilla, etc.--señoras elegantes, jefes de estado, artistas de cine extranjeras ni pintores famosos. Ni siquiera doña Paquita se acercaba al corral de "El Roquero".
Pero María y Miguel no quisieron desperdiciar la ocasión de poder asistir a una fiesta tan poco sofisticada, tan auténtica. Muy de mañana, salieron de Candera montados en sendos burros, dispuestos a participar y disfrutar de la fiesta en su verdadero ambiente. Cuando coronaban una colina, donde tres magníficos pinos de copa redonda cobijaban la choza de un pastor, el sol se alzaba, detrás de una montaña, gallardamente dispuesto a protagonizar el día. En el camino se encontraron con mucha gente que, ya desde hora tan temprana, se dirigía a "El Roquero". Unos iban en carros tirados por mulos o caballos, otros, en carretas penosamente arrastradas por escuálidos borricos. Muchos iban andando. Por los caminos y veredas, acudía la gente desde los cortijos y chozos de los puntos más solitarios y salvajes de la comarca. Era como si las urracas, que picoteaban dando saltitos en los chaparrales, hubieran ido por todas partes anunciando la fiesta. Familias enteras de cortijeros, grupos de chiquillos enredadores, gitanos con sus hembras, llevando en burros o carros, entre cestos y calderos, a sus churumbeles... Algunos hombres iban a caballo con la mujer a la grupa, pero no caracoleaban sobre jacas jerezanas de crines adornadas con cintas y colas trenzadas, como lo hacían los señoritos en las ferias de Sevilla o de Córdoba. Aquí, la mayor parte de los jinetes montaba en caballejos criados en la región, o en desgarbados jamelgos comprados a los gitanos. Los únicos que presumían de cabalgadura eran los dueños de las reses que se iban a herrar. Desde la víspera, éstos habían enviado a sus mozos para que fuesen llevando a los animales al cercado de alambre de espino de "El Roquero". Entre este cercado y el corral de tapias blancas, habían construido, por medio de estacas y ramas, una especie de pasillo.
La gente iba llegando y se instalaba, para presenciar el espectáculo, en los montículos de los alrededores del corral. Se encaramaban en los carros, se subían a las tapias y trepaban por los árboles." (Continuará)
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EXCURSION TO THE CATTLE BRANDING (1)
Spring wasn't too hot; that year, nature appeared to be very lazy. The snowy mountain tops shone in the sun.
Some cattle owners, who had their herds grazing in "El Potrerizo", agreed to brand their calves. Every year this was a great happening. People from all over the region went to see the branding in "El Roquero", where it took place.
It was very peasanty and plebeian where no VIPs attended-- so different to the bull and horse fairs in the large estates of Jerez, Seville, etc.--where elegant women, presidents, foreign movie actresses and famous painters assisted. Not even doña Paquita went near "El Roquero's" pound.
However, María and Miguel didn't want to miss such an authentic and unsophisticated celebration. They left Candera very early in the morning riding on two donkeys, ready to participate and enjoy the event in its genuine environment. As they reached a hill where three magnificent round-topped pine trees sheltered a shepherd's hut, the sun rose from behind a mountain ready to, gallantly, be the star of the day. On the way, they met up with many who at that early hour were already heading towards "El Roquero". Some went on carts drawn by mules or horses, others in carts painfully drawn by emaciated donkeys. Many walked. Through trails and paths came everyone from their farms and huts situated in the most solitary and wildest parts of the mountains. It was as if the magpies, that were hopping on the bramble-bushes, had flown everywhere announcing the celebration. Entire farmer families, groups of mischievous children, Gypsy men with their women; their toddlers, between baskets and cauldrons, on donkeys or in carts... Some men went on horseback with their wives on the croup but they didn't prance on graceful Arab mares, their manes decorated with ribbons and tails braided, as did the young masters in the Fairs of Seville and Córdoba. Here, they went on local-bred horses or on ungaily nags bought from the Gypsies. The only ones who could boast of their mounts, were the owners whose calves were going to be branded. The previous day, they had already sent their labourers with the animals to "El Roquero's" barbed wire enclosure. Between the latter and the white-walled pound, they had constructed a sort of corridor with stakes and branches.
The people that were arriving, settled on top of the hills surrounding the pound, went on top of the carts, sat on top of the walls or climbed trees, in order to see the spectacle. (It will continue)
14 comentarios:
Al Liceo no iban.
Fijo.
Besos.
Esta pareja tiene su punto pintoresco.
Saludos!
Y digo yo: ¿Por qué no irían las señoras elegantes, los jefes de estado, las artistas de cine extranjeras y los pintores famosos a la fiesta de herrar las reses? ¿Acaso no querrían ser herrados también? Seguro que a más de uno no le habría venido mal.
Ah, claro... No querrían mezclarse con la plebe.
Pues ellos se lo perdían, porque seguro que en estas fiestas se lo pasaban de rechupete, y con muchos menos protocolos y parafernalias que en las fiestas postizas de los señoritos.
Besos
¡Es mejor que no vayan los señoritingos a estas fiestas!
Besos.
Me recuerda a las fiestas que hay en Galicia llamada "As rapas das bestas" que consiste en cortar las crines de los caballos que pastan libres por los montes. Son fiestas populares y sin glamour, claro, pero muy auténticas.
Bezos
Interesante
Holla...
Pasei acá leendo en su espacio agradable, y muy bueno, con todo mí cariño.
Yo ti deseo un Tiempo Armonioso, y di mucha inspiración. Deseo mucha Paz Espiritual, en 2011.
Yo tengo un blog mucho simplón, y estoy invitando a visitar el mi blog, y sí posible vamos seguí juntos por ellos.
Sera un placer. Estoy mucho agradecido esperando vosotros la
Un fuerte abrazo, y fica con Dios !
and imagine, today, people willingly brand themselves. It is a fashion in some large urban North American cities. Tattoeing is no longer enough; they need more extreme body "decorations" so they brand themselves like animals.
TORO, pues no. Besotes, M.
EURICE, gracias por tu visita de nuevo. Besotes, M.
ASUN, tienes razón. Mucho mejor se lo hubieran pasado en esa fiesta popular pero, como todo querida, hace años el "Rocío" era una romería popular, del pueblo, hasta que se puso de moda y ya iba todo dios. Aún hoy en día es muy "fashion" ir al Rocío... Besotes, M.
PEDRO, pero como le digo a ASUN si se vuelven "in" entonces no lo dudes que todos los "señoritingos" irán. Besotes, M.
PACO, desafortunadamente... Besotes, M.
THIAGO, "As rapas das bestas" es un acontecimiento ¡fabuloso! ¡No sabes cómo lo enchufábamos en la ONET (Oficina Nacional Española de Turismo) de Toronto! Me alegro de que siga siendo auténtica. A ver si un año de éstos la veo in situ... Besotes, M.
NORTHSHORE, You're joking... Now they BRAND themselves!!! Oh-oh... The fashion will soon be coming to Europe... Thank God I'm too old to fall into that trap... I don't even have a tattoo!! Hugs, M.
Por desgracia, efectivamente, siempre ha habido clases.
Me encantan estas narraciones tuyas, Merche.
Besos.
las fiestas del pueblo para el pueblo..para el que no se considere como tal...que se quede en su casa...besos
Jajajaja, Merche, para ver una rapa das bestas verdaderamente memorable, te recomiendo la de A Serra da Capelada, en Cedeira. Es alucinante y eso que yo sólo la recuerdo de mi más tierna infancia.
A mí tu escrito me recuerda a mis primos que se han metido a jinetes y se dedican a recorrerse medio país montando en caballo. Porque el otro tipo de monta del que se me ocurre hablar sería muy chavacano para este post :P
Cuando era muy pequeña iba a una de estas romerias y a pesar de mi corta edad, aun la recuerdo y es mas he vuelto a ir para mirar la piedar donde una vez el burro me tiro. Era bonito y muy agradable, porque significaba risa y alegria.
De los ricos del pueblo no me acuerdo, pero nunca los he echado en falta.
Un besazo
Luz
CORNELIVS, que no son mías estas narraciones... Si no de mi tía-abuela... Besotes, M.
TUCCI, eso, eso y además en ¡burro! Como tiene que ser. Besotes, M.
Z, tomo nota. Gracias. Besotes, M.
ELE, ¿El burro te tiró sobre una piedra? Ay, ay, ay qué doló, mi niña. ¡Menos mal que no te descuajeringó! No llegué a experimentar muchas fiestas pueblerinas de esas porque, creo que sabes, de niña me fui a Canada y allí NO había romerías ¡Aunque si me acuerdo de un "hay ride" (sentados sobre carros de paja tirado por caballos) cuando tenía 13 años que fue muy divertida! Besotes, M.
Me va gustando la parejita. Lo que me gustó es que querían aprovechar la oportunidad de ir a una fiesta cultural. Yo solamente una vez de viaje cuando me quedé en uno de los mejores hoteles en praga presencié una fiesta bizarra. Es cuestión de animarse!
Mica
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