"Los señoritos propietarios de las reses herradas habían desaparecido ya. Sólo quedó Curro Malpartida, el cual, después de haber bebido unos vasos de vino de más, andaba de grupo en grupo riendo a carcajadas y molestando a las mujeres con sus bromas procaces.
Las que bailaban eran mozas de Candera, de la Venta de la Ciénaga o de El Melonar, de pechos apretados, faldas muy cortas y sandalias o zapatillas de orillo de colores. Bailaban agarradas a mozos de revuelta pelambrera y labios sensuales, a hombres maduros, de mejillas morenas mal afeitadas, a mozalbetes que acababan de salir del cascarón y que disimulaban la timidez con un aire bravucón y tontas fanfarronadas. Algunas cortijeras aún jóvenes, con mantoncillo y amplias faldas bailaban con sus torpones maridos.
De pronto, dos cabreros irrumpieron en el círculo de bailarines, como si dos orangutanes se hubiesen tirado de un árbol. Sus sebosos chalecos de piel de cabra, con el pelo para adentro, parecían de grafito. Llevaban en las piernas unas pieles sujetas por las cuerdas entrecruzadas de sus zapatones de lince. Uno de los cabreros llevaba una especie de montera, y el otro tapaba sus sucias greñas con un sombrero mugriento de color indefinido. Se agarraron a dos mozas, lanzando gritos salvajes. Las chicas no los admitieron con gusto, pero temerosas de provocar un altercado, se resignaron a bailar con aquel par de bárbaros. Eran seres que vivían en los últimos rincones de la serranía, comiendo migas, tocino y bellotas cocidas, sin desnudarse en muchas semanas y completamente apartados de la sociedad. Ésta del herradero de reses era una de las contadísimas ocasiones en que tenían contacto con seres humanos. Ahora, bien agarrados a sus parejas en la pequeña explanada polvorienta, bailaban torpemente con sus ojos de gato montés echando lumbre y las ventanas de sus narices palpitantes de sensualidad.
A media tarde, se había iniciado el regreso de los concurrentes a la fiesta. Procuraban hacerlo en grupos, pues no habían olvidado del todo que, no lejos de aquellos chaparrales y olivares por donde tenían que pasar, acechaban unos hombres acorralados por la justicia, dispuestos a hacer uso de sus armas en cualquier momento.
Pero el baile no terminó hasta bien entrada la noche, y algunas parejas, apretadamente enlazadas y despreciando el peligro, emprendieron el camino de vuelta a sus casas antes de que apareciera la luna."
(MI NOTA: "El Herrerillo" vuelve en los próximos capítulos...)
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EXCURSION TO THE CATTLE BRANDING (3)
The young master owners of the branded calves had disappeared. Only Curro Malpartida stayed who, after having drank a bit too much wine, went from group to group laughing loudly and bothering women with his coarse jokes.
The women dancing were from Candera, from the Marshes' Inn or the Melon Field, with tight breasts, very short skirts and sandals or coloured selvage slippers. They danced hugged to young men with tangled hair and sensual lips, to mature men with badly-shaved tanned faces, with boys who had just come out of the shell and who concealed their shyness with a braggart attitude and silly boasts. Some, still young farmwomen, with their little shawls and wide skirts, danced with their clumsy husbands.
All of a sudden two goat shepherds, as if two orang-utans had just come down from a tree, appeared in the dancing circle. Their greasy goat-skinned vests,with the inside fur looking like graphite. On their legs, animal skins tied by crisscrossed ropes coming from their coarse lynx shoes. One of them had a sort of bullfighter's hat and the other covered his dirty hair with a filthy hat of an indefinite colour. They grabbed two girls, screaming wildly. The girls weren't too pleased but afraid of causing a stir, agreed to dance with those two barbarians. They were persons who lived in the farthest corners of the mountains, eating breadcrumbs, bacon and boiled acorns, without changing clothes in many weeks and utterly away from other human beings. This cattle branding event was one of the very few ocassions they had some sort of human contact. Now, well hooked to their partners in that dusty dancing ground, they danced clumsily, their fiery wildcat eyes and nostrils flaring with sensuality.
In mid-afternoon, people started to go back to their homes. They made sure to go in groups because they didn't forget that not far away from those bramble bushes and olive groves, by where they had to pass, men cornered by the law were lurking, ready to use their weapons at the least opportunity.
However the dance didn't finish until well into the evening, and other couples, tightly embraced and forgetting the danger, left before the moon appeared.
(MY NOTE: The "Little Blacksmith" returns in the next chapters)
17 comentarios:
Ay, hija, imaginando a esos dos cabreros mugrientos y malolientes se me han quitado las ganas de bailar. ¡Qué asquito!
Ni por todo el oro del mundo bailaba yo con uno así. Vamos, ni aunque fuera el último hombre sobre la faz de la tierra. Puaaaggggg.
Besos
Lo de los cabreros parece una escena de "siete novias para siete hermanos".
Besos.
jaj que personajes tan misteriosos, no? y que guarros, ajaj No sé parece que ya estás hablando de la España profunda, pues todavía hay una más profunda, jaja
Bezos.
Me he dejado seducir por las mozas de Candera. Por todas ellas.
Besos.
me imagino que en aquella época el champú y el gel casi ni se habrían inventado...la ducha sería un proyecto y la higiene en general una quimera...besos
¡¡¡A esos dos cabreros era como para mandarlos a la Poza de Pedro !!!
ASUN, estoy de acuerdo, pero recuerdo que cuando estuve en Pamplona en unos Sanfermines con mis primos de Beraun en los años 60, y fuimos a un baile de "chún-chún", me sacó a bailar un mozo a quién yo, educadamente, le dije que no quería bailar (estaba acostumbrada a París y Toronto que cuando decías NO, los chicos respetaban tu decisión) bueno, bueno... ¡Lo que le fuí a decir! ¡Me armó la marimorena! Que porque no quería bailar con él... qué si patatín y patatán... ¡En fin! UN PESADO que no se me borrará de mi memoria en toda la vida. Ahora, con esos cabreros ¡ni muerta! Tienes razón. Besotes, M.
TORO, lo de "Siete novias para siete hermanos" si no recuerdo mal porque no me la dejaron ver a mis nueve años y creo que cuando, finalmente, la vi en Canada ya tenía 17... No salía ningún cabrero como esos... ¡Hijo! Besotes, M.
THIAGO, no te he entendido, querido... Besotes, M.
PEDRO, ¡Pues a bailaaaar! Besotes, M.
TUCCI, Especialmente en el último rincón de la sierra... Besotes, M.
MYRIAM, sin duda alguna, querida. Besotes, M.
Si algún buen samaritano les hubiese llevado un buen jabón a esos cabreros, hubieran olido a gloria bendita; pero los pobres andaban en el monte como los zorros.
Muy sensuales las chicas con sus camisas ceñidas y minifaldas (¿no estaba mal visto la ropa corta de tela?)
Besos perfumados
Pero Merche, esta gente está todo el día de fiesta en fiesta o qué? jajajajaja.
ANTONIO, a mi también me sorprendió que las mozas fueran con faldas tan cortas pero mi tía en otros capítulos siempre las ha descrito así. Supongo que sería la moda de la sierra ¡ya iban MUY adelantadas para la época! Luego dicen que Mary Quant inventó la mini falda... Besotes, M.
Z, esta romería ya se acabó. Besotes, M.
esos bailes eran sin duda grandes acontecimeintos sociales parra los ricos y para los "cabreros".
biquiños,
p.d.: me encanta el cuaddro que dejaste para ilustrar la entrada.
Bien mirado era la única diversion posible.
ALDABRIÑA, creo que para los cabreros salvajes sí fuera el "gran acontecimiento"... Pobreciños... Besotes, M.
PACO, pues sí. Era la única diversión del pueblo y menos mal que los cabreros salvajes tenían algun contacto humano. Pobrecitos. Besotes, M.
Cari, estás bien? por algún sitio he leído algo de que estabas un poco pachucha o algo..? Bezos.
Hola Merche, he estado unos dias fuera y me he perdido en tu relato de la Romeria, pero por lo que leo, se refleja muy bien el mundo de los cabreros de aquellos años, sus costumbres y sus fiestas.
Un abrazo
Luz
THIAGO, corazón gracias por preocuparte. Estoy estupendamente, además fumando 4 cigarrillos al día (aún no he cortado del todo pero lo haré. Así me está yendo mejor...). El domingo pareció que estaba incubando una gripe pero me tomé mis santas y milagrosas aspirinas cada cuatro horas y ya quedé fresca como una rosa de nuevo... Besotes cariñín, M.
ELE el hecho de que aparezcas y me hagas un comentario ya es premio suficiente, querida. No te preocupes que tu vida es más agitada que la mía... Besotes, M.
GRACIAS MIS QUERIDOS
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