"Mikela, la cocinera de una posada de la plaza de Urdanibia, sufrió un timo considerable con el asunto de la sacarina. Una mujer de Rentería de toda confianza le compró a Mikela un paquetito de sacarina, pasado de contrabando por un hermano de ésta que vivía en Endarlaza. Valía dos mil pesetas, cantidad bastante considerable en aquella época. La mujer pensaba hacer negocio revendiendo la sacarina a otra persona de Rentería, y acordaron que, en cuanto se cerrase la operación, la renteriana pagaría a Mikela las dos mil pesetas. Pasaba el tiempo, y la revendedora no aparecía con el dinero. Mikela, muy preocupada, se fue a Rentería. Su amiga, llorosa, le contó que la habían citado en casa de una francesa para entrevistarse con la persona que le iba a comprar la sacarina y que, cuando estaba sentada en una silla del comedor de la francesa, se presentaron dos hombres muy morenos.
--¡Venga la sacarina!--dijeron y, tras coger el paquete, añadieron--; ¡Policia!
Se marcharon sin dar más explicaciones." (Continuará)
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Mikela, a cook in a Bed & Breakfast of the Urdanibia Square, suffered a considerable swindle with the saccharine business. A woman from Rentería, very trustworthy, bought Mikela a small saccharine sachet that had been smuggled by her brother who lived in Endarlaza. It cost 2,000 Pesetas, a considerable amount of money at the time. The woman intended to re-sell it to someone else in Rentería; they agreed that once the operation was executed, she would pay Mikela the money. Time passed and the woman didn't appear. Mikela, very worried, went to Rentería. Her tearful friend told her how she was told to go to a French woman's house to meet the person to whom she was going to sell the saccharine. While she was sitting on a chair of her dining room, two dark-complexioned men came in.
--C'mon, give us the saccharine!--they said and, after grabbing the sachet, they added--; Police!
They left without giving any more explanations. (It will continue)
15 comentarios:
Adiós sacarina.
Los policías, si lo eran, hicieron el negocio del año.
Todavía pasa hoy en día.
En muchas entradas y registros no se detalla en el acta todo lo que se encuentra.
No digo más.
Besos.
Dos mil pesetas es bastante dinero, todavía hoy en día. Diez euros del ala al cambio, ¿no?
Doce, doce euros. Un menú aceptable en un restaurante, un CD, un DVD... Se pueden comprar cosas interesantes con eso.
Parece tráfico de drogas, más que de sacarina. Qué curioso.
Un beso, Merche (ando con poco tiempo estos días)
TORO, sí, adios sacarina y los polis, que no creo que lo fueran, hicieron el agosto... (Acabo de poner foto de sodio de sacarina que no me dió tiempo esta mañana). Besotes, M.
AMELCHE ¡imagínate 12€! Besotes, M.
EUPHORBITA, ya me he percatado que te falta tiempo. No te preocupes, tu a tu ritmo, querida. Besotes, M.
EUPHORBITA, he ido a tu blog y he leido tu último post sobre el E-book pero no puedo acceder a los comentarios. Lo intentaré mañana. Besotes, M.
.. ¿Y la gabacha que pintaba allí?
una soplona...
Un peu cher, effectivement!
mille bisous, Merche!
es que en esa épcoa cualquier cosa sería válida para conseguir algo...besos
¡Dos mil pesetas de entonces en sacarina! No me extraña que hubiera alguien ineresado en dinero y sacarina...
Besos.
Utilizando siempre a los más humildes y pobres para ganar dinero.
Un beso
PD. Ya había sacarina por entonces?????
¿Sodio de sacarina? Yo pensaba que era sal...
SELMITA, oui, trop cher! Te imaginas, ¡¿2.000 Pesetas?! No sé lo que haría la francesa en este asunto. Supongo que de intermediaria soplona... Gros bisous ma belle, M.
TUCCI, así parece... Besotes, M.
PEDRO, exactamente, había MUCHO interés. Besotes, M.
ALEX, había sacarina en Francia, por lo que se ve... Besotes, M.
AMELCHE, sí, saccharine sodium. A mi más que sal me parece "cristal", droga muy peligrosa. Besotes, M.
GRACIAS MIS QUERIDOS
Dos mil pesetas del 39. Pasta mucha pasta y vete a saber si aquellos dos eran polis o "compinches".
¡Qué cosas!
La policía de abastos en Barcelona los llamaban Burots. Mi padre contaba una anécdota bastante escatológica pero muy graciosa. Se ve que esta poli decomisaba los alimentos que los payeses llevaban para vender o intercambiar y lo revendían, vamos que se sacaban un sobresueldo considerable.
Estamos en un país de pícaros.
Un beso.
ANTÒNIA, país de pícaros es poco, país de ladrones de guante blanco, querida. Besotes, M.
pues sí, tonto el último
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