sábado, 5 de septiembre de 2009

DE NUEVO EN HENDAYA (5)

CANGREJO - CRAB

"La casita estaba situada en la misma orilla de la bahía. Esta casa queda hoy bastante alejada del estuario, pues se han hecho grandes rellenos de tierra sobre los que se ha trazado una carretera. En la época de nuestra guerra, el chalet, de planta baja y un piso, tenía un pequeño patio con cuatro plátanos, cerrado por una tapia. Por la puerta abierta en la tapia, se accedía directamente al agua. Era una delicia poderse bañar desde casa y resultaba comodísimo salir a coger "carramarros" (cangrejos).

La afluencia de bañistas por el lado de la bahía solía ser, aún en verano, reducidísima, por lo que los carramarros vivían allí a sus anchas y se multiplicaban rápida y alegremente. María provista de un colador de cocina, salía al patio de los plátanos, descorría el grueso cerrojo de la puerta que daba a la bahía y, tras depositar los zapatos sobre la tapia, se metía en el agua, que, en marea alta, llegaba hasta la puerta. El declive de la orilla era suavísimo, de forma que María podía avanzar muchísimos metros sobre un suelo de arena y con el agua hasta las rodillas.

Observando el fondo, donde se formaban minúsculas ondas azules sobre la arena rizada, veía correr los verdosos cangrejos. Algunos de ellos eran muy pequeños. María sumergía el colador y lo sacaba lleno de agua y arena, en la que se debatían los carramarros. El agua y la arena se deslizaban a través de los agujeros, y pronto no quedaban más que los crustáceos, que se esforzaban por escapar (Nota mia: qué alegoría de la situación de los exiliados...). María devolvía al agua las piezas más pequeñas y metía las demás en un saco de hule. Luego en un cazo de la cocina, ponía los cangrejos a hervir, hasta que adquirían un tono rojo brillante, de laca japonesa. Miguel y María no habían comido jamás, ni volverían a comer, tantos carramarros como comieron aquella temporada.

Cuando las aguas se retiraban, quedaba entre Francia y España una llanada fangosa salpicada por cientos de pequeños charcos en los que se reflejaba el cielo y donde muchos hombres y mujeres, con la cintura doblada y los pantalones o las faldas recogidos hasta más arriba de las rodillas, se afanaban buscando almejas. Por el centro de esta llanada discurría el Bidasoa como por una carretera." (Continuará)

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BACK IN HENDAYE (5)

The house was right by the Bay. Nowadays, this house is quite far from it since they filled the land and built a road. In those times, the one-floor villa had a small patio with four plane trees, closed by a garden wall. Through the open door of the wall, one went directly into the water. It was such a pleasure to go swimming right from the house! And very easy to fish for crabs.

Not many swimmers went, even in summer, to swim in the Bay. Therefore, crabs thrived, happily reproducing themselves. María taking a sieve from the kitchen went out into the patio, opened the heavy door latch that faced the bay, left her shoes on top of the wall and went into the water (which in high tide reached the door). She walked quite a few metres over the sandy bottom, with the water up to her knees. Through the sand she could see the green crabs scurrying back and forth. Some of them were quite small. María dipped the sieve, pulled it out full of sand and water and the crabs fighting to escape (My note: quite an allegory of the exiles' situation...). María put the smallest crabs back into the sea and the other ones in a plastic bag.

Later she boiled them until they were a bright red. Miguel and Maria never ate, nor would they do so ever again, so many crabs as in those years!

In low tide, between France and Spain, was a long, wide muddy strip full of puddles where many women and men with their trousers and skirts pulled up above their knees, and their backs bent, fished for clams. Through the centre of this wide strip, ran the Bidasoa river as if it was a road. (It will continue)




15 comentarios:

pancho dijo...

What a beautiful description of a beach! Unfortunately very difficult for the same or another one nowadays.

War doesn't seem to exist any more nearby.

TORO SALVAJE dijo...

Que delicia acceder directamente al agua desde ese patio.
Que maravilla.

Tu nota es muy acertada.

Besos.

Merche Pallarés dijo...

PANCHO, let's see... what do you mean, exactly, by saying "very difficult for the same or another one nowadays"?? Maybe you mean how difficult it would be, nowadays, to have a beach right at your doorstep?? Please forgive me for correcting you, my dear, but you know how English is... In order that the sense of the sentence is understood, one MUST be very precise.
And, war, yes, did exist VERY nearby. Besotes, M.

TORO, placer de los dioses, mi querido... Besotes, M.

/ dijo...

Bueno, al menos un oasis entre tantas tribulaciones! Que ricos los cangrejos! Y que caros, al menos aquí.

BESOTES HERMOSA Y BUEN FINDE!

Euphorbia dijo...

Con lo que relaja andar por la orilla con el agua hasta las rodillas... al menos un momentito de relax para tu tía.
Me fascinan las playas con cambios bruscos de marea; eso nos falta en el Mediterraneo. Siempre que viajo a orillas de mares abiertos, me quedo embobada mirando cómo sube o baja la marea.

Merche Pallarés dijo...

STANLEY, sabes que en Canada no los pescaban y cuando los vascos nos reuníamos para celebrar el "Aberri Eguna" (dia de la patria vasca) en un parque de Toronto, uno se encargaba de ir a los ríos, pescar tropecientos y hacer una "cangrejada" que era ¡la delicia de todos! Besotes, M.

EUPHORBITA, a mi tambien me fascinan las mareas del Cantábrico. Besotes, M.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

ja ja...que me veo yo en tu post... no e creas que ha cambiado mucho, aunque antes la recogida se hacía por necesidad y ahora por distracción. Ayer mismo estuve con mi hijo cogiendo coquina y berberechos con la bajada de la marea, que en Sanlúcar es tremenda... besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Parece la descripción de un lugar idílico. Si no fuera por la guerra...
Besos.

Isabel Huete dijo...

No hace mucho estuve en la playa de Hendaya y es alucinante la proximidad de Expaña, casi la puedes tocar. Los pobres acabarían hasta el gorro de cangrejos, ¡pero están tan ricos!
Lo malo es que los cangrejos que entonces querían gobernar (y lo hicieron, por desgracia) en nuestro país eran de otra especie...
Besotes.

Martine dijo...

Todo un privilegio tener al oceano a las puertas de tu casa.. si no fuera por las fechas del relato..
Mille bisous, Merche...

Merche Pallarés dijo...

TUCCI, qué gozada debe ser ir a recoger ¡coquinas y berberechos! Espero que hayais tenido mucho éxito. Besotes, M.

PEDRO, Hendaya es muy idílica pero, sí, lástima que a tiro de piedra había una guerra cruel y sanguinaria. Besotes, M.

ISABEL HUETE, ¿a que sí parece que desde Hendaya puedes tocar España? ¡Las veces que iba con mi madre andando desde Irún a Hendaya a comprar pan! Besotes, M.

SELMITA, eso es lo que estropeaba todo--las fechas. Gros bisous chérie, M.

GRACIAS MIS QUERIDOS

Unknown dijo...

Iba a decir lo mismo que Gemma.
Y que eso, vaya lujo el poder ir desde casa a la playa...
Besos

Merche Pallarés dijo...

ANTONIA, pues sí, un verdadero lujo... Besotes, M.

Teresa dijo...

¡¡Qué afortunados...!!

un patio que da a un mar suave,
una ingesta de cangrejos... ¡qué ricos!

¿saco de hule?
¿laca japonesa?

¡qué bien escrito está! su lectura resulta fluidísima.

Merche Pallarés dijo...

BIPO, mi tia era una artista... Besotes, M.