lunes, 29 de marzo de 2010

LOS VENCIDOS QUE NO SE RESIGNARON (4)



"--En el taller de Ramiro--prosiguió Daniel--, antes como ahora, no se hacían más que flejes para carros, picaportes y herraduras para las bestias. Juan Antonio se entusiasmaba viendo cómo Raimundo (¿? Nota mia: creo que se refiere a Ramiro) calentaba el hierro al rojo vivo y lo machacaba poco a poco con el martillo sobre el yunque. El herrero apreciaba mucho al muchacho y le dejaba el martillo y unas tenazas para iniciarle en el trabajo, Juan Antonio era feliz haciendo picaportes y herraduras y hasta aprendió a herrar a las bestias. Fue en esa época cuando empezaron a llamarle "El Herrerillo" y con ese apodo se quedó. Romanín, el pinche que manejaba el fuelle, se hizo muy buen amigo de Juan Antonio. Román es hijo de "La Paveta", una pobre viuda que se sacaba entonces la vida muy duramente. En aquella época era cosaria.

--¿Qué quiere decir "cosaria"?--preguntó María.
--Mandadera, recadista--le informó Daniel--. Hacia los recados entre Bujarón, Candera y Zomel. La pobre mujer andaba sin parar de un lado para otro, por senderos y carreteras, con lluvia y con sol, helándose o achicharrándose, siempre cargada de cestos, bolsos y paquetes. Su hijo se entristecía viéndola trabajar así. "Cuando llegue a hombre--solía decir a su madre--, seré yo quien traiga la comida a casa". Romanín era, y es, un buen muchacho. Ahora "La Paveta" vive muy bien. Su hijo es guardia civil y tiene un buen sueldo.

--¿Y a usted le gusta el oficio de guardia civil?--quiso saber María.
--Gustarme...no... No sé qué decirle... Pero por lo menos comen y van siempre limpios y bien vestidos. Los campesinos jóvenes de esta sierra lo consideran como otro oficio cualquiera. Además, hasta hace poco, por aquí no ha habido violencias. Todo se reducía a pequeños hurtos entre los mismos labradores y a robos de gallinas y burros por los gitanos.

María quedó un momento pensativa.
--Daniel, ¿puede contarme algo más de "El Herrerillo"?
El fondista continuó su relato." (Continuará)

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THE DEFEATED WHO DIDN'T GIVE UP (4)

In Ramiro's workshop--Daniel continued--now as before, the only things that were made were cart iron loops, latches and horseshoes. Juan Antonio marvelled at seeing how Ramiro heated the steel flaming-red, afterwards, slowly shaping it with a hammer on the anvil. The blacksmith liked the boy very much and allowed him to use the hammer and pliers so that he learnt the trade. Juan Antonio was happy making latches and horseshoes. He even learnt how to shoe horses. It was at that time when they started calling him "El Herrerillo" (The Little Blacksmith) and with that nickname he has been known ever since. Romanín, the ragged assistant who handled the bellows, became very good friends with Juan Antonio. Romanín is "La Paveta" (The Turkey Handler's) son, a poor widow who earned her living a very hard way. At that time she was a "cosaria".

--What's a cosaria?--María asked.
-- Errand woman--Daniel informed her--. She took errands between Bujarón, Candera and Zomel. The poor woman was always coming and going through paths and roads, with rain and sun, freezing or boiling, always full of baskets, bags and parcels. Her son was sad to see her working that way. "When I become a man--he used to tell his mother--it will be me who brings food to the house". Romanín was and, is, a good boy. Nowadays, "La Paveta" lives very well. Her son is a civil guard and earns good wages.

--Do you like the work of a civil guard?--María wanted to know.
--Like it...no... I don't know what to say... But, at least, they eat and they're always clean and well dressed. The young peasants of these mountains consider it the same as any other type of work. Besides, until recently, there hasn't been much violence around here. Everything came down to small thefts between the same farmers and chicken/donkey-stealing by the gypsies.

María was lost in thought for a moment.

--Daniel, can you tell me something more about "El Herrerillo"?
The inn-keeper continued his tale. (It will continue)

10 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La mayoría de los guardias civiles de aquella época eran pobre gente en manos de un poder corrupto y autoritario que los embrutecía a cambio de un salario muy bajo. No sé si es disculpa, pero era la realidad.
Por cierto: a mí también me ha fascinado siempre el trabajo de los herreros.
Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Cuantas vocaciones militares ha dado el hambre.

Besos.

Asun dijo...

Pienso como Toro Salvaje. Seguramente en aquella épcoa muchos habrían definido su "vocación" según donde podían asegurarse el currusco.

Besos

Merche Pallarés dijo...

PEDRO, seguro que tienes razón y, para los pobres, era una manera de vestirse decentemente y poder comer por lo menos. Nunca he visto a un herrero trabajando pero seguro que es fascinante. Besotes, M.

TORO, efectivamente... Besotes, M.

ASUN, creo que los tres habeis coincidido en la misma opinión. Besotes, M.

Myriam dijo...

Me impresionó la voluntad y fuerza de La Paveta. Tuvo la recompenza en el hijo que la quiso y valoró, por lo que se aprecia dle relato.

Besos

pancho dijo...

"When I become a man--he used to tell his mother--it will be me who brings food to the house": it reminds me of “ El Cordobés” bullfighter‘s statement : […] Or you will wear mourning for me.

Becoming a civil guard or a policeman used to be and still is one of the most usual ways to escape from poverty in rural areas.

Merche Pallarés dijo...

MYR, sí, esa pobre "Paveta" qué vida más dura llevó para sacar a su hijo adelante. Luego fue recompensada. Se lo merecía. Besotes, M.

PANCHO, yes, it was very nice of her son to tell his mother that. I'm sure it helped her to carry on with her terrible and tiring work. Besotes, M.

Marcelo dijo...

Cómo no recordar con esto a mi abuelo el asturiano, de profesión herrero?
Un beso querida Merche

Merche Pallarés dijo...

CORNELIVS, ¡buen viaje! Besotes, M.

MARCELO, me alegro de que te traiga gratos recuerdos. Besotes, M.

Teresa dijo...

Qué lío tengo con los personajes Merche.

Pobre gente todos ellos que no supieron más que de lo que sufría su estómago.