sábado, 13 de octubre de 2007

STATION IDENTIFICATION

The first months after arriving in Toronto, whenever I watched television, I would hear the T.V. hosts saying: "Now we will stop for station identification", I repeated and repeated the last two words but, for the life of me, I couldn't pronounce them!!! I said to myself, the day that I can pronounce those two words I'll speak English! So it was, the day came when I was able to pronounce them with no problem.

Los primeros meses de mi llegada a Toronto, cuando veía la tele me fijaba que los presentadores siempre decían: "Pararemos ahora para que las diferentes cadenas se identifiquen (station identification)" Era incapaz de pronunciarlas. Me dije, el dia que pueda pronunciarlas correctamente ¡ya sabré hablar inglés! Y, gracias a Dios, el dia llegó que pude decirlas sin problema.

jueves, 11 de octubre de 2007

NIAGARA

Toronto in the fifties was an Anglo-Saxon, white European society. As, a matter of fact, I had never seen a black person in my life until one day we crossed the border to see the Falls from the American side, and then on to Buffalo, N.Y. It was full of black people! What a difference from one side to the other (the first colored person I saw in Toronto was, I think, in the sixties). Anyway, this is just a little anecdote but really has nothing to do with the story I'm about to tell.
My father bought a car--Morris Oxford--and, of course, the first trip we took was to Niagara Falls. They were breathtakingly beautiful and magnificent, however, my parents were so enthralled and enthused that for the next TWO YEARS we practically went every week! Too much for me. I knew the Falls inside/out! I knew them from above, from below--with the yellow raincoats--from the bottom on the boat, across from the front from the Spanish Lift which, by the way, was built by one of our relatives, therefore, the name "Spanish". So, least of falling over them--which would have killed me and I wouldn't be writing this--I was fed up with the Falls!!! Never went back again and don't plan to do so in the future.

Toronto, en los años cincuenta, era una ciudad muy anglosajona, muy europea y muy blanca. Jamás había visto un negro en mi vida hasta que un dia cruzamos la frontera, para ver las cataratas del lado americano y nos adentramos hasta Buffalo, N.Y. Estaba lleno de negros, qué diferencia de un lado al otro..., creo que la primera persona negra que vi en Toronto fue en los años sesenta. Bueno, esta es una pequeña anécdota que no tiene mucho que ver con la historia que cuento a continuación. Mi padre compró un coche--un Morris Oxford--y, claro, el primer viaje que hicimos fue a las cataratas del Niagara. Eran fabulosas, preciosas y grandiosas. Ahora bien mis padres quedaron tan entusiasmados que en los DOS AÑOS siguientes fuimos casi cada semana. Me las conocía de arriba, abajo. Las vimos por arriba, por abajo con los chubasqueros amarillos, por debajo en el barquito, por enfrente cruzando el "Spanish Lift" (se llama así porque fue construido por un pariente nuestro) y exceptuando haber caido por ellas --habría muerto por lo tanto no estaría escribiendo ésto ahora--estaba HARTA de las dichosas cataratas. Nunca mas volví ni pienso hacerlo en el futuro.

lunes, 8 de octubre de 2007

The Donut Sale - Venta de donuts


After two months at school, I could speak a bit of English. I found out there was a donut sale at school and whoever sold the most won a prize. Wow! I thought , being in "America" , the prize probably was, at least a bicycle. I went for it. In my horrible English (I still spoke like an Indian..."me sell donuts,10$ dozen, good". All my neighbours bought them so I finally ended up being the one who had sold the most in my class (twenty dozens). The day of the prize came up. The principal received each of the students who had sold the most in her office. Finally, the big day had arrived! I imagined myself riding in my beautiful new bike. The "prize" consisted in --choosing!--between a bag of candies or a bag of balloons. I chose the candies but since that day I never sold a donut in my life! Besides, my faith in capitalism went down the drain.


Despues de dos meses en el cole, podía espachurrear un poco de inglés. Me enteré que había una venta de donuts organizada por el colegio y al que vendía mas le daban un premio. Maravilloso, pensé, como estaba en "America" el premio sería, por lo menos una bicicleta. Puse todo mi empeño en vender. Con mi inglés de pacotilla--tipo--"yo, vender donuts, 10$ docena. Bueno" Fuí la que mas vendi de mi clase (veinte docenas). LLegó el gran dia del premio. La directora nos convocó a todos los que mas habíamos vendido en cada clase a su despacho. Ya me imaginaba montada en mi flamante bicicleta, cuando nos dijo de ¡escoger! entre una bolsa de caramelos o una bolsa de globos...., nunca mas vendí un donut en mi vida; además mi fé en el capitalismo se fue al garete.

domingo, 7 de octubre de 2007

Memories of Canada

Once I got through the trauma of being an immigrant's daughter, Canada became a loveable country. My first school, St. Thomas Aquinas, St. Clair Avenue, Toronto was a bit of a nightmare because I didn't speak a word of English and I was the only Spanish-speaking student. I didn't understand anything and only the Italian children that were there could help me with some of the words. I remember the first day, when I needed to go to the washroom, I didn't know how to ask the teacher where it was and if I could go, so I wracked my brain and remembered in my father's english book, I had read the word "water closet" so in my best Spanish accent, I went up to the teacher and said: "vatercloset" and repeated it twice or three times. She looked puzzled but finally got the message so she asked another girl to show me the way. On the way, the girl , I presumed,asked me my name. My father had told me that I should say my name was "meri" (because my name actually is María de las Mercedes...) so I said "Meri", she answered: "ah Merry" and I said, no,no, "Meri" because "Mary" sounded so harsh that I couldn't hack it.

Sigo en español. Lo que cuento en inglés es mi primer dia de colegio en Canada cuando no sabía ni papa de inglés; yo era la única española y la única castellano-parlante, los niños italianos fueron los que me ayudaron a comprender algo. Mi primer dia de colegio quise ir al cuarto de baño, pero no sabía como se decía. Entonces me acordé que en el libro de inglés de mi padre vi la palabra "water closet" , por lo tanto me fuí hacia la maestra y en mi mejor acento español, le dije "vatercloset" dos o tres veces. Captó el mensaje; pidió a una niña que me acompañara. En el camino, pensé que me preguntaba cómo me llamaba, le dije "Meri" (que es lo que me había dicho mi padre que dijera), ella dijo "ah, Merry" no,no, le contesté: "Meri, Meri". La verdad es que "Mary" a la inglesa me sonaba fatal.

sábado, 6 de octubre de 2007

Emigración


Lo que mucha gente no sabe es que los hijos de emigrantes se sienten peor que los exiliados porque un niño no decide irse a otro país, tiene por fuerza que emigrar con sus padres. Yo fuí hija de emigrantes. En 1955, con 10 años nos fuimos a Canada. Mi padre, ingeniero agrónomo decidió emigrar a ese país porque no aguantaba el regimen franquista y, aunque nuestro nivel de vida en el país vasco era acomodado pensó que ese país sería el mejor para educar a sus hijos. De acuerdo, fue un país maravilloso para mi educación pero cuando llegamos el dia de los Santos Inocentes (28 de Dic.) a Halifax, Nova Scotia en el "Conte Biancamano" (habíamos zarpado de Barcelona) mi alma se cayó al suelo. No entendía el idioma (jamás había oido el inglés). Cogimos un tren hasta Montreal. El trayecto fue eterno, desde las ventanas solo se veían pinos y nieve, pinos y nieve ninguna señal de vida...grandes espacios vacios. Montreal me gustó porque al oir el francés me sentía un poco como en casa ya que veníamos de Irún y estaba acostumbrada al idioma porque solíamos atravesar la frontera muy amenudo para comprar cosas en Hendaya. Pero nuestro destino final era Toronto. Llegamos el 7 de enero, Toronto era un lugar lúgrube, arquitectura victoriana, calles llenas de nieve sucia, de cables eléctricos. Horrible. Empecé el colegio, era la única española, no entendía el idioma entonces me imaginé que aún seguía en el barco que nos llevaba desde Barcelona y que la gente solo hablaba un idioma extraño. Odié el Canada durante dos años. Yo quería volver a España donde se encontraba el resto de mi gente, mis abuelas, mis tios, mis primos porque mis padres y mi hermano se me hacía muy claustrófobico. Lo que digo, ser hijo de emigrantes es peor que estar exiliado.