viernes, 30 de abril de 2010
DON QUIJOTE
Capítulo XLVII-2ª parte de nuestra lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés)
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Chapter 47 - 2nd part of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation)
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En este capítulo tenemos a Sancho en "un suntuoso palacio" sentado en frente de "...mucha diversidad de platos de diversos manjares..." Perdices, Olla Podrida (¡como me he acordado de la nuestra en Burgos!) sin embargo hay un pesado, el doctor Pedro Recio, que con un montón de argucias no le deja comer nada a nuestro querido glotón.
Le pone cien mil excusas para no dejarle comer, que si la salud, que si Hipócrates dijo sobre las perdices "Omnis saturatio mala, perdicis autem pessima" que quiere decir "Toda hartazga es mala pero de las perdices malísima". Sancho se desespera "...vea el señor doctor de cuantos manjares hay en esta mesa cuál me hará más provecho y cual menos daño, y déjeme comer de él sin que me apalee... que me muero de hambre, y el negarme la comida...antes será quitarme la vida que aumentármela." El "doctor" solo le deja comer "ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas sutiles de carne de membrillo."
(Visión de futuro, una vez más, por parte de nuestro Cervan cuando se refiere a las medicinas: "...son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar, y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas." Por eso yo solo tomo aspirinas...)
Sancho perdiendo la paciencia, le pregunta al tal "doctor" que dónde estudió y de dónde era. Contestó que de "...Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha, y tengo el grado de doctor por la Universidad de Osuna". Sancho "todo encendido en cólera" le espeta "--Pues, señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero...quitéseme luego delante: si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula..." Por lo menos los "ignorantes... porque los sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas". "Y denme de comer o, si no, tómense su gobierno que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas".
Entretanto llega un correo del duque, "A don Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, en su propia mano o en las de su secretario" "¿Quién es aquí mi secretario?" Uno de los presentes respondió "Yo, señor, porque sé leer y escribir, y soy vizcaino. Con esa añadidura--dijo Sancho--bien podeís ser secretario del mismo emperador."
El duque advierte a Sancho que "unos enemigos míos y de esa ínsula la han de dar un asalto furioso no sé qué noche...". Sancho se queda "atónito" y ordena "...lo que se ha de hacer, y ha de ser luego, es meter en un calabozo al doctor Recio, porque si alguno me ha de matar ha de ser él, y de muerte adminícula y pésima, como es la de la hambre."
El "maestresala" advierte que no coma nada porque "...lo han presentado unas monjas, y, como suele decirse, detrás de la cruz está el diablo". Sancho se resigna y pide un "pedazo de pan y obra de cuatro libras de uvas..." No puede estar sin comer si encima tienen "...que estar prontos para estas batallas que nos amenazan...porque tripas llevan corazón, que no corazón tripas."
Sancho le dice al secretario que le conteste al duque, diciéndole que "cumplirá lo que manda como lo manda, sin faltar punto". Reparte "besamanos" a la duquesa y "a mi señor don Quijote de la Mancha, porque vea que soy pan agradecido" Luego le dice al secretario que como buen vizcaíno "podéis añadir todo lo que quisiéredes y más viniere a cuento. Y álcense estos manteles y denme a mí de comer, que yo me avendré con cuantas espías y matadores y encantadores vinieren sobre mí y sobre mi ínsula."
En esto entra un paje y le dice que "un labrador negociante" quiere hablar "a vuestra señoría". Sancho sorprendido dice "Extraño caso es éste de estos negociantes. ¿Es posible que sean tan necios, que no echen de ver que semejantes horas como éstas no son en las que han de venir a negociar? ¿Por ventura los que gobernamos, los que somos jueces, no somos hombres de carne y hueso, y que es menester que nos dejen descansar el tiempo que la necesidad pide, sino que quieren que seamos hechos de piedra mármol?" Sancho cree que no le durará mucho ese gobierno. Manda entrar al negociante.
Este se enrolla con una historia rocambolesca de su hijo bachiller y la moza con quien quiere casarse. Los dos, tanto ella como él, son dos adefesios de mucho cuidado. Primero le pide "...una carta de favor para mi consuegro" y luego, al preguntarle Sancho si quiere algo mas, "...querría que vuesa merced me diese trescientos o seiscientos ducados para ayuda a la dote de mi bachiller..." Reacción de Sancho cogiendo una silla: "¡Voto a tal, don patán rústico y malmirado, que si no os apartáis y escondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza! Hideputa bellaco, pintor del mismo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados? ¿Y dónde los tengo yo, hediondo? ¿Y por qué te los había de dar aunque los tuviera, socarrón y mentecato?... Dime , desalmado, aún no ha día y medio que tengo el gobierno, ¿y ya quieres que tenga seiscientos ducados?"
"Hizo de señas el maestresala al labrador que se saliese de la sala, el cual lo hizo cabizbajo y al parecer temeroso de que el gobernador no ejecutase su cólera, que el bellacón supo hacer muy bien su oficio." (¡Qué cabr...oncín!)
Dejemos a Sancho con su cólera porque Quijo nos espera en el XLVIII. "Cide Hamete promete de contar con la puntualidad y verdad que suele contar las cosas de esta historia, por mínimas que sean."
miércoles, 28 de abril de 2010
EL PABELLÓN DE CAZA (2)
"--¡Vaya pabellón de caza que nos gasta doña Paquita!--exclamó Rezola, dispuesto a iniciar una broma indiscreta--. Aquí se habrá empleado más de una peseta de las de mister Southman.
--No, hijo, no--dijo la señora, algo picada--. De las pesetas de mister Southman, que son las mías--recalcó--, no se ha gastado ni una.--Y añadió sonriendo maliciosamente--: Estas obras y arreglos los han pagado mis invitados. ¡Ya lo pueden hacer! No tienen ustedes idea de las cacerías que les organizo. Aquí vienen señores importantísimos de Córdoba, de Jaén, de Sevilla, de Madrid... Condes, marqueses, ministros, gobernadores y también generales. El general Queipo de Llano es de los más asiduos. Como la cacería no empieza hasta el amanecer, aquí se pasan la noche en vela, hasta que asoman las primeras luces... ¡Y ya comprenderán! Aquí el jerez, el Valdepeñas y la manzanilla alternan con los naipes. Hay noches que algunos se juegan hasta la hijuela. ¡Como no hay peligro de que intervenga la policía...!
El pabellón estaba situado en el límite de la propiedad, aunque la finca continuaba hasta el fondo de los barrancos, pero no se podía pasar de "El Roquero", pues los bandoleros eran dueños absolutos de aquella zona, infestada, además, de lobos.
--Felipilla!--llamó doña Paquita, mientras aún estaba cerrada la puerta del pabellón--. ¿Dónde está Domitilo? Búscalo, que tengo que arreglarle las cuentas.
Al poco rato aparecía Domitilo, el marido de Felipilla. Era un gañán poco agraciado, con las greñas metidas dentro de una especie de montera de color indefinido. Llevaba las piernas vendadas con unas sucias tiras de paño burdo." (Continuará)
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THE HUNTING LODGE (2)
What a hunting lodge has our doña Paquita!--exclaimed Rezola, ready to make an indiscreet joke--this must have cost quite a bit of Mr. Southman's money.
No, son, no--said doña Paquita, slightly angry-- not one of Mr. Southman's pennies, which are also mine if I may say, were spent; maliciously adding--: The construction and repairs were paid by my guests. They can afford it! You have no idea what hunts I arrange for them. Very important people from Córdoba, Jaén, Seville and Madrid come here... Earls, marquises, ministers, governors and also generals. General Queipo de Llano (My note: notorious member of the Franco regime) comes very often. Since the hunt doesn't begin until dawn, they spend all night awake until the first lights appear... and you can gather that sherry, wine and liquors flow abundantly, alternating with the playing cards. There are nights that some even lose their souls--since there is no danger that the police will show up...!
The lodge was situated at the end of the property, even though the estate continued to the bottom of the ravines, one could only reach "El Roquero". The outlaws were the absolute owners of the rest of that area, also infested by wolves.
--Felipilla!--called doña Paquita, while the pavilion's door was still closed--. Where is Domitilo? Go get him. I have to tell him a few things.
Domitilo, Felipilla's husband, appeared. He was an unattractive farm labourer with his dirty tangled hair stuck inside a non-descript cloth hat. He had his legs bandaged with dirty pieces of a coarse material. (It will continue)
lunes, 26 de abril de 2010
EL PABELLÓN DE CAZA (1)
"Entre tanto, los invitados fueron en coche con doña Paquita por los carriles, recorriendo la finca hasta llegar a "El Roquero", una especie de poblado con dos o tres casas, un horno de pan y un cercado de alambradas. Un poco apartado, se alzaba un pabellón que parecía recien arreglado. Ya en el campo, había un corral formado por tapias blancas con varias separaciones, entre las cuales se abrían unos pasadizos con puertas. Les explicaron que allí se solían celebrar, en ocasiones, pequeñas capeas, pero que, sobre todo, se empleaba para herrar las reses.
--Mauro--ordenó doña Paquita al chófer--dile a Felipilla que traiga las llaves.
Una mujer salió de una de aquellas casuchas y fue a abrirles la puerta del pabellón. Entraron en una estancia grande, con una chimenea de madera tallada. El suelo estaba cubierto de alfombras marroquíes y pieles de zorro y lobo. Junto a las paredes, media docena de cómodos sillones. La mesa, muy sólida y rodeada de escabeles, ocupaba el centro.
De las paredes, colgaba profusión de trofeos de caza: cuernos y cabezas de venados, jabalíes, zorros, lobos... La cabeza de un magnífico ciervo con cuernos de diez candiles, fija en la campana de la chimenea, presidía el salón". (Continuará)
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THE HUNTING LODGE
In the meantime, doña Paquita and her guests went by car through the lanes surrounding the estate that took them to "El Roquero". A sort of compound made up of two or three houses, a bread oven, and a wired enclosure. A bit further away there was a pavilion which seemed recently restored. Once in the countryside there was a pen formed by white walls parted by passages with doors. They were told that, sometimes, small calf-fights took place but that it was used, mostly, for branding cattle.
--Mauro--doña Paquita ordered the chauffeur--tell Felipilla to bring the keys.
A woman came out of one of the scrawny houses and went to open the pavilion's door. They entered a large salon, with a wood-carved chimney. The floor was covered with Moroccan rugs, fox and wolf skins. Next to the walls, half a dozen comfortable sofas. The solid table, surrounded by small benches, dominated the centre.
From the walls hung many hunting trophies: deer, wild boar, fox and wolve's heads and horns... The head of a magnificent stag with ten antlers fixed to the chimney, presided the salon. (It will continue)
domingo, 25 de abril de 2010
LAS QUEJAS DE LOS TRATANTES
"Doña Paquita invitó a Rezola y a los Zumeta para el domingo siguiente.
--Vengan un poco temprano--les dijo. Así, antes de cenar, podremos ir por el carril hacia "El Roquero", que es una parte de la finca que ustedes no conocen.
Llegaron a media tarde, pero, aunque era dia festivo, encontraron a doña Paquita muy atareada. Sentada junto a la mesa camilla, delante de unos grandes cuadernos de cuentas, discutía con cuatro hombres de aspecto campero sentados al otro lado de la mesa. Se trataba de unos importantes criadores de cerdos que, un mes antes, habían llevado a sus piaras a "El Potrerizo" para la montanera. El año había sido escaso de bellotas, y alegaban que sus cerdos habían engordado poco, a lo que doña Paquita replicaba:
--¡Nada de cuentos, señores, nada de cuentos! Sus cochinos fueron pesados al entrar y ahora los volveremos a pesar al salir de la finca. Poco o mucho, la diferencia de kilos es lo que me deben, según lo estipulado... ¡Y no hablemos más!
Pero los hombres no se resignaban a liquidar tan rápidamente las cuentas. Dos camiones esperaban fuera el fin de las deliberaciones. Alrededor de los vehículos, guardados por los porqueros, aguardaban los cerdos que debían ser cargados. La cuestión es que sus dueños, que venían de comer en el bar de "Peporra" (Nota mía: la mujer de "El Perdigón"), habían bebido más de la cuenta, y la conversación con la señora se hacía interminable y reiterativa hasta la pesadez.
De pronto, doña Paquita perdió la paciencia y se puso en pie.
--¡Señores!--les dijo--. Ustedes han bebido mucho vino y por lo visto no saben...evacuarlo. Yo no seguiré perdiendo mi tiempo. Se van ustedes a pasear por ahí durante un par de horas, y después vuelven. Entonces hablaremos.
Inmediatamente llamó a los criados.
--¡Andrés! ¡Pepillo! Poneos junto a los camiones y que no se cargue ni un cochino hasta que yo dé la orden.
Los arrestos de doña Paquita surtieron efecto, y los hombres, completamente sumisos, salieron a pasearse por el campo."
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THE DEALERS' COMPLAINTS
Doña Paquita invited Rezola and the Zumetas to come the following Sunday.
--Come a bit earlier--she told them--. That way, before dinner, we can walk by the lane to "El Roquero" which is a part of the estate that you haven't visited.
They arrived mid-afternoon. Even though it was Sunday, they found doña Paquita very busy. Sitting at a round table, with large accounting books in front of her, she was arguing with four men also sitting at the other side. They were important swine breeders, who the previous month had brought their herds to "El Potrerizo" for the acorn feeding. They said that the year had lacked acorns and argued that their hogs hadn't gained weight. Doña Paquita replied:
--Nonsense, gentlemen, nonsense! Your pigs were weighed when they came and now we will weigh them again before they leave. Little or much, the weight difference is what you owe me as agreed... and that's the end of it!
However, the men, were not going to give up that easily. Two trucks awaited the result of the dealings. Around the trucks, swine-keepers kept watch over the herd that had to be carried inside. Meanwhile, the owners who had eaten lunch in "Peporra's" bar (My note: "El Perdigon's" wife), arrived a bit tipsy and their conversation with doña Paquita was endless and boringly repetitive.
Doña Paquita lost her patience and stood up.
Gentlemen!--she said--You have drunk too much wine and it seems you can't...evacuate it. I'm not going to waste any more time. Take a walk for a few hours and, afterwards, come back. Then, we will talk.
She immediately called two of her workers.
Andrés! Pepillo! Stand by the trucks and make sure not one pig is boarded until I say so.
Doña Paquita's attitude was effective and the men, meekly, went for a walk through the countryside.
viernes, 23 de abril de 2010
DON QUIJOTE
HOY DIA DEL LIBRO Y CENTENARIO DE LA MUERTE DE NUESTRO GRAN CERVANTES.
TODAY IS BOOK DAY AND ANNIVERSARY OF OUR GREAT CERVANTE'S DEATH.
Capítulo XLVI - 2ª parte- de la lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés).
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Chapter 46- 2nd Part- of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation).
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Quijo sigue inquieto. No puede dormir. La música de la "...enamorada doncella Altisidora..." le dejó desasosegado. Las pulgas "...no le dejaron dormir ni sosegar un punto, y juntábansele los que le faltaban de sus medias...". No obstante "...como es ligero el tiempo y no hay barranco que le detenga..." llegó la mañana. Se vistió como un pincel "...botas de camino (para tapar los agujeros de las medias)...mantón de escarlata...montera de terciopelo verde, guarnecida de pasamanos de plata...tahalí de sus hombros con su buena y tajadora espada...un gran rosario...y con gran prosopopeya y contoneo salió a la antesala, donde el duque y la duquesa (grrr...) estaban ya vestidos y como esperándole...".
Al pasar por una galería estaban Altisidora y una amiga. La primera finge que se desmaya al ver a nuestro Señor de los Leones. La amiga "...con gran presteza la iba a desabrochar el pecho..." (ejem, ejem...). Quijo comprende lo que le pasa (el verle ha sido too much para la moza...). La amiga le dice que no, que Altisidora "...es la doncella más sana de toda esta casa...". Le pide que se vaya porque Altisidora "...no volverá en sí...en tanto que vuesa merced aquí estuviere."
Quijo pide que "...se me ponga un laúd esta noche en mi aposento..." que tratará de consolar a "...esta lastimada doncella ...lo mejor que pudiere...que en los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados."
En ésto se fue, y Altisidora volviendo en sí le dijo a su compañera "...menester será que se le ponga el laúd...". Fueron a dar cuenta a los duques (no voy a insultarles... bueno, sí, un poco...) de lo que había pasado y del laúd que pedía nuestro héroe. La duquesa (desalmada...) "...alegre sobremodo, concertó con el duque (cretino...) y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche...".
Mientras tanto la ignominiosa mandó un paje "...que había hecho en la selva la figura encantada de Dulcinea--a Teresa Panza, con la carta de su marido Sancho Panza y con el lío de ropa que había dejado para que se le enviase...".
"Hecho esto y llegadas las once horas de la noche, halló Don Quijote una vihuela en su aposento. Templola, abrió la reja y sintió que andaba gente en el jardin...afinándola lo mejor que supo, escupió y remondose el pecho...con una voz ronquilla aunque entonada cantó..." un romance que él mismo había compuesto.
El romance va de amores, que si los caballeros andantes "...requiébranse con las libres, con las honestas se casan..." (¿Ha cambiado algo?) "...Hay amores de levante, que entre huéspedes se tratan, que llegan presto al poniente, porque en el partirse se acaban..." "Dulcinea del Toboso del alma en la tabla rasa tengo pintada de modo que es imposible borrarla..." "La firmeza de los amantes es la parte más preciada, por quien hace amor milagros y a sí mismo los levanta."
Mientras Quijo canturreaba este romance los duques ya estaban preparando su "bromita". "...Desde encima de un corredor que sobre la reja de don Quijote a plomo caía, descolgaron un cordel donde venían más de cien cencerros asidos, y luego tras ellos derramaron un gran saco de gatos, que asimismo traían cencerros menores atados a las colas." El ruido era tan infernal que hasta los odiosos duques se sobresaltaron.
Quijo estaba encantado porque creía que eran los encantadores "¡Afuera, malignos encantadores! ¡Afuera, canalla hechiceresca, que yo soy don Quijote de la Mancha, contra quien no valen ni tienen fuerza vuestras malas intenciones!"
Volviéndose a los gatos "...les tiró muchas cuchilladas." Se escaparon casi todos menos uno que le saltó a la cara y se agarró a su nariz. Los gritos de Quijo atrayeron a los infames que con una llave maestra abrieron la puerta del aposento. Trataron de quitarle el gato de encima pero Quijo gritó: "¡No me lo quite nadie! ¡Dejénme mano a mano con este demonio, con este hechicero, con este encantador, que yo le daré a entender de mí a él quién es don Quijote de la Mancha!"
El gato seguía aferrado a su presa (la nariz) hasta que el cretino (el duque) "...se le desarraigó y le echó por la reja". Quijo quedó "...acribado el rostro y no muy sanas las narices, aunque muy despechado porque no le habían dejado fenecer la batalla que tan trabada tenía con aquel malandrín encantador."
Le trujeron aceite de Aparicio "...y la misma Altisidora con sus blanquísimas manos le puso unas vendas por todo lo herido..." Mientras, le confesaba que era tan duro y pertinente que no merecía que Dulcinea fuera desencantada (porque seguro que Sancho se olvidaría de darse los azotes) y que no llegara "...a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro".
Quijo no respondió, simplemente suspiró y "...se tendió en su lecho, agradeciendo a los duques la merced, no porque él tenía temor de aquella canalla gatesca, encantadora y cencerruna, sino porque había conocido la buena intención con que habían venido a socorrerle." (¡Cuitado...!).
Esta "bromita" le causó a nuestro Quijo "...cinco días de encerramiento y de cama...". Como su historiador no quiere contarnos ahora "...donde le sucedió otra aventura más gustosa que la pasada...".
Esperaremos al XLVII donde nos espera Sancho y su gobierno de la ínsula Barataria.
miércoles, 21 de abril de 2010
UN PECULIAR SEGURO CONTRA EL ROBO
"Cierto dia, Rezola y los Zumeta fueron a visitar a doña Paquita, a quien encontraron completamente sulfurada. Había tenido un altercado con Mauro, su chófer, el cual, según doña Paquita, se hacía cada día más vago.
--Desde que hemos regañado--les dijo la dueña de "El Potrerizo"--, no hace más que afilar cuchillos. ¡Se cree el muy tontinaco que con eso me va a asustar!
Ciertamente, era muy difícil asustar a doña Paquita. Con sus ojillos transparentes y sagaces, retaba a los hombres más bragados. Jamás se escudaba en su viudedad para sacar ventajas por medio de la compasión. Ella sola se bastaba para arreglar sus asuntos, sin necesidad de nadie.
Entró el mayoral para anunciar la llegada del pastor Juanón. Salieron todos y fueron hasta la entrada de la finca. Allí estaba Juanón, con su pelliza de pelo de cabra y su sombrero negro, tan sobado, que no se sabía si era de fieltro o de cuero. Las ovejas eran muchas y lo rodeaban muy tranquilas, como esperando órdenes. Juanón venía con su rebaño desde la sierra de Albarracín. Había caminado por montes y barrancos durante días y noches. Traía escondidas en el cuerpo las catorce mil pesetas que tenía que pagar por adelantado a doña Paquita para que sus ovejas pudieran pastar en "El Potrerizo" durante unos meses. Cuando entregó el dinero a doña Paquita, ésta le dijo:
--¡Pero Juanón! ¿Cómo se atreve a andar solo durante tantos días y noches, por esos andurriales, con tanto dinero encima? Se lo pueden robar mientras duerme.
--¡Poco miedo, señora, poco miedo!--dijo el pastor con sonrisa socarrona--. Lo llevo siempre pegado en tal sitio...que es imposible que me toquen sin que lo sienta y me despierte."
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A PECULIAR ANTI-THEFT INSURANCE
One day, Rezola and the Zumetas went to visit doña Paquita. They found her utterly furious. She had had a heated argument with Mauro, her chauffeur, who was becoming lazier every day.
--Since we've argued-- "El Potrerizo's" owner told them--, he keeps sharpening knives. The silly man thinks he's going to scare me!
Certainly it was very difficult to frighten doña Paquita. With her clear, astute eyes she challenged the toughest men. She never took refuge in her widowhood in order to cause pity, that way taking advantage of a situation. She could very well take care of herself without anybody's help.
The foreman entered announcing that Juanón, the shepherd, had just arrived. They all went outside to the estate's entrance. There he was, Juanón, with his goat-hair jacket and black hat, so worn out that one didn't know if it was felt or leather. The sheep were many and quietly surrounded him as if awaiting orders. Juanón had come with his sheep from the Albarracín mountains. He had walked through mountains and ravines for a few days and nights. He brought 14,000 Pesetas, hidden in his body in order to pay doña Paquita in advance, for his sheep's pasture in "El Potrerizo" for a few months. When he gave her the money, she said:
--But Juanón! How did you dare take all that money with you during so many days and nights, walking through those beaten tracks? You could've been robbed while you slept.
--No worries, m'am, no worries!--said the shepherd with a sardonic smile--. I always keep it in such a place, that is... impossible for anybody to touch with me not waking up.
lunes, 19 de abril de 2010
LA CONTAGIOSA FIEBRE DEL WOLFRAM
"Entre tanto, la locura del wólfram iba invadiéndolo todo. Cada cortijero que veía una piedra negruzca en su huerto, se creía dueño de una mina con la que se haría millonario en cuatro días. Cuando aparecía el ingeniero Rezola por el pueblo, se formaban colas de gente que le traía piedras para que las analizase. El ingeniero, al principio, los recibía con una amabilidad basada, tal vez, en la posibilidad de que pudieran traerle alguna muestra interesante. Pero acabó por hartarse, y sin mirar siquiera las piedras, mandaba a todos a paseo.
Es cosa sabida que en esa época, se organizaban en la frontera gallega pedreas simuladas de chiquillos, con el fin de que las piedras con señales de wólfram que se encontraban en la parte española llegasen a poder de los ingleses, que tenían preponderancia en Portugal."
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THE CONTAGIOUS WOLFRAM FEVER
In the meantime, wolfram/tungsten madness invaded everything. Every farmer who saw a blackish stone in his land, thought he was already the owner of a mine and that, in a few days he would become a millionaire. When Rezola, the engineer, appeared in the village queues of people would come with their stones in order to have them analysed. At first, he received everyone with great friendliness thinking they might bring him an interesting specimen, however, he soon became fed up and, without even looking at the stones, would quickly dispatch them.
It was well known at the time that in the Galician border, stone-throwing by kids were simulated in order that stones marked with wolfram, found on the Spanish side, would reach the English who were preponderant in Portugal.
domingo, 18 de abril de 2010
"EL CEPERO"
"Tambien llamaba a la puerta de los Zumeta "El Cepero", un hombre de piel sucia, llena de granos, cejijunto, de mirada atravesada y manos de orangután. Hablaba a golpes y entre dientes, con una voz cavernosa. Apenas se le entendía. Le llamaban "El Cepero" por su rara habilidad para atrapar animales con el cepo. María era una buena parroquiana de "El Cepero", a quien compraba con mucho gusto conejos y liebres. Miguel era un buen degustador de la caza, y así podian animar el monótono menú, siempre a base de cabra y cerdo.
"El Cepero" vendía tambien sus capturas en la posada de Marijuana. Un buen día, ésta fue a decirle a María que "El Cepero" quería proponerle un negocio: si le compraban seis cepos de fabricación alemana, muy modernos y eficaces, que vendían en Córdoba, él les iría reembolsando el gasto con los conejos y liebres que fuera cazando. Miguel aceptó el trato. El primer día que fue a Córdoba, compró seis cepos de tamaños distintos, procedentes de Solingen. Eran seis joyas, y cuando Miguel, antes de entregárselas a "El Cepero", los mostró en el bar de "El Perdigón", todos cuantos los vieron quedaron maravillados.
"El Cepero" dio grandes muestras de alegría cuando recibió aquellos estupendos artilugios, y prometió a Miguel pagárselos rápidamente con sus próximas capturas.
Jamás volvió a aparecer en casa de los Zumeta.
Meses más tarde, corrió por el pueblo la noticia de que habían encontrado al hijo mayor de "El Cepero", un muchacho de dieciseis años, muerto en el arroyo de un barranco cercano. Nadie comprendía cómo se había podido ahogar en tan poca agua. Luego se supo la causa. El chico era epiléptico, y, un dia que estaba solo cerca del arroyo, le dio un ataque y cayó de bruces. Como había perdido el sentido, su nariz y su boca quedaron dentro del agua, y se ahogó. No escapó ni una gota de sangre del cuerpo de aquel adolescente, pero, cuando lo encontraron, el corazón estaba ya parado.
Lo trajo al pueblo su propio padre, dentro de un saco atravesado sobre el mulo."
(Nota mía: ¡Qué fijación tenía, en estos capítulos, con la muerte y con casos truculentos! Sería porque ¿percibía su fin? Murió un mes antes de cumplir los cien...)
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THE TRAPPER
Another one who always called at the Zumeta's house was "El Cepero" (The Trapper), a dirty-faced man full of pimples, bushy-eyebrowed with a sly look and orang-utan's hands. He spoke gushingly between closed teeth and had a cavernous voice. One could hardly understand him. They called him "El Cepero" because he had a rare ability to trap animals. María was a good client. She always bought him rabbits and hares because Miguel appreciated wild game and it was a change from the monotonous menu of goat and pork.
"El Cepero" also sold his captures in Marijuana's inn. One day, she went to tell María that "The Trapper" wanted to propose them a business deal: if they bought him six German-made traps, very modern and efficient that were sold in Córdoba, he would slowly pay them back with the rabbits and hares he caught. Miguel accepted the deal. The first time he went to Córdoba he bought six different-sized traps made in Solingen. They were six jewels and when Miguel showed them in "El Perdigon's" bar, before delivering them to "El Cepero", all who saw them were in awe.
"El Cepero" was thrilled to receive those ingenious artifacts and promised Miguel to pay him right away with his future catches.
He never showed up again at the Zumeta's.
A few months later, news went around the village that "El Cepero's" oldest son, sixteen-years-old, was found dead in the stream of a nearby ravine. Nobody could understand how he could have drowned in such a small amount of water. Later it was known. The boy was epileptic and, one day that he was alone close to the stream, he had an attack and fell with his face down on the water. Since he had fainted, his nose and mouth were inside the stream, thereby drowning. Not a drop of blood came out of that adolescent's body but when they found him, his heart had already stopped.
His own father brought him to the village inside a sack hanging over a mule.
(My note: What a fixation my aunt had, in these chapters, with death and truculent happenings! I wonder if it was because she sensed her own end? She died a month before reaching 100.)
viernes, 16 de abril de 2010
DON QUIJOTE
Capítulo XLV - 2ª parte de nuestra lectura colectiva en el blog de Pedro Ojeda Escudero "La Acequia" (sin traducción al inglés)
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Chapter 45 - 2nd part of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation)
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Bonito enrevesado primer párrafo dedicado al astro rey. Podríamos decir que es un verdadero brindis al sol (¿será de aquí que viene este famoso dicho?). Cide, el traductor o Cervan--aquí no se aclara bien quién está escribiendo-- pide al astro "...que me favorezcas y alumbres la escuridad de mi ingenio, para que pueda discurrir por sus puntos en la narración del gobierno del gran Sancho Panza, que sin ti yo me siento tibio, desmazalado y confuso."
Bueno, ya tenemos a nuestro Sancho todo engalanado tomando el bastón de mando de su ínsula Barataria cuyo nombre podría venir de que "...el lugar se llamaba 'Baratario' o ya por el barato (engaño) con que se le había dado el gobierno". Fue recibido con gran fanfárria, repique de campanas, el regimiento del pueblo, y hasta los mil habitantes salieron a su encuentro "...con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego con algunas ridículas ceremonias le entregaron las llaves del pueblo y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria."
Sancho con sus ropas, barbas, bajito, rechoncho, deja admirados "...a toda la gente que el busilis del cuento no sabía, y aun a todos los que lo sabían, que eran muchos." Le llevan "a la silla del juzgado" donde le sientan porque según la costumbre de esa ínsula "...está obligado a responder a una pregunta que se le hiciere que sea algo intricada y dificultosa..." así según su respuesta el pueblo sabrá si "...se alegra o se entristece con su venida".
Mientras el mayordomo le decía ésto, Sancho miraba "...unas grandes y muchas letras..." que estaban escritas en una pared delante de él "..y como no sabía leer preguntó que qué eran aquellas pinturas...". El mayordomo le dice que "...allí está escrito y notado el día en que vuestra señoría tomó posesión de esta ínsula..." Luego le lee el epitafio donde está anotado el dia, el mes y el año que "el señor don Sancho Panza" llegó a su ínsula. "¿Y a quién llaman don Sancho Panza?" preguntó Sancho indignado (todavía había clases...) que a él no le habían llamado "don" en su vida "...ni en todo mi linaje le ha habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi abuelo y todos fueron Panzas, sin añadiduras de dones ni donas; y yo imagino que en esta ínsula debe haber más dones que piedras...".
Luego Sancho ya quiere ir al grano con las preguntas "...ora se entristezca o no se entristezca el pueblo".
Aparecen primero un labrador y un sastre con sus cuitas. El sastre dice que el labrador le puso un paño en sus manos y le preguntó si se podría hacer una caperuza. El sastre tanteó el paño y le dijo que sí. El labrador temió que éste se quedase con parte del paño "...fundándose en su malicia y en la mala opinión de los sastres...". Entonces le preguntó si se podría hacer dos, el sastre, viéndole venir, le contestó que sí, le siguió preguntando si se podían hacer tres, cuatro y hasta cinco y a todo respondía que sí. En ese momento había venido a recogerlas pero no le quería pagar, dice que el se lo daría pero "...no me quiere pagar la hechura, antes me pide que le pague o vuelva su paño". Sancho pregunta al labrador si ésto es cierto. El labrador le contesta que sí pero quiere ver las cinco caperuzas. "De buena gana--respondió el sastre" y sacando la mano "...de bajo del herreruelo mostró en ella cinco caperuzas puestas en las cinco cabezas de los dedos de las manos..." Ésto causó la hilaridad de los presentes. Sancho dictó sentencia: "...que el sastre pierda las hechuras, y el labrador el paño y las caperuzas se lleven a los presos de la carcel, y no haya más".
Luego aparecieron dos ancianos "...el uno traía una cañaheja por báculo...". El sin báculo le dice a Sancho que le había prestado diez escudos al del báculo con la condición de que se los devolviese cuando se los pidiera. Pasaron muchos dias sin que le pidiera dicha devolución y ahora que lo había hecho el de la cañaheja/báculo niega que se los prestase y si se los prestó que ya se los había devuelto. No hubo testigos. Quiere que Sancho le tome juramento y si jura que se los había devuelto, el acatará el resultado. "¿Qué decís vos a esto, buen viejo del báculo?--dijo Sancho". El viejo contestó que sí se los prestó y que Sancho bajara la vara porque juraría que los había devuelto. "Bajó el gobernador la vara, y, en tanto, el viejo del báculo dio el báculo al otro viejo, que se le tuviese en tanto que juraba, como si le embarazara mucho, y luego puso la mano en la cruz de la vara..." Juró que sí fue verdad lo del préstamo y que "...él se los había vuelto de su mano a la suya...". Sancho le pregunta al acreedor qué "...respondía a lo que decía su contrario...". El sin báculo pero que ahora lo tenía en su mano, dijo que debería de ser verdad porque al deudor le tenía por buen cristiano. El deudor volvió a recuperar su báculo "...y, bajando la cabeza, se salió del juzgado." Sancho viendo esa actitud se quedó pensativo "...y mandó que le llamasen al viejo del báculo... Trujéronsele, y en viéndole Sancho le dijo: --Dadme, buen hombre, ese báculo, que le he menester". El deudor se lo dió y Sancho se lo entregó al acreedor, diciéndole "Andad con Dios, que ya estais pagado." El acreedor se queda atónito porque esa cañaheja/báculo no valía diez escudos en oro... Sancho le dice que sí "...si no, yo soy el mayor porro del mundo, y ahora se verá si tengo yo caletre para gobernar todo un reino". Mandó que se rompiese y abriese la caña. Dentro estaban ¡los diez escudos en oro! "...quedaron todos admirados y tuvieron a su gobernador por un nuevo Salomón."
El tercer pleito es el más jugoso. Nada más y nada menos, lo que nos faltaba en esta obra erótica... ¡una violación! Prosigo.
Aparece en el juzgado "..una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico...". Entró gritando ¡justicia, justicia! "...este mal hombre me ha cogido en la mitad de ese campo y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado...". Virginidad que ella había guardado a buen recaudo durante "...más de veinte y tres años..." defendiéndola "...de moros y cristianos, de naturales y extranjeros...". Ella "...siempre dura como un alcornoque conservándose entera como la salamanquesa en el fuego (¿?) o como la lana entre las zarzas (¿?)...". Sancho dice que aun eso está por averiguar "...si tiene limpias o no las manos este galán." (¡Ay, eso de "galán"...!) Volviéndose al hombre le pregunta qué tiene que decir sobre este asunto. El dice que simplemente es un pobre ganadero "...de ganado de cerda..." y que saliendo del lugar donde acababa de vender cuatro puercos que entre impuestos y comisiones "alcabalas y socaliñas" se había pulido lo que valían y volviendo a su aldea se topó "...en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos..." Parece que le pagó por el servicio pero ella no se conformó y lo llevó a rastras hasta el juzgado. "...Dice que la forcé, y miente...". Sancho le pregunta si llevaba dinero encima. El contesta que sí "...hasta veinte ducados tenía en el seno, en una bolsa de cuero...". Sancho le pide que se los de a la ultrajada. Lo hizo "temblando". La mujer, haciendo mil reverencias al señor gobernador "...que así miraba por las huérfanas menesterosas y doncellas..." salió del juzgado asiendo la bolsa como si su vida se fuera en ello no sin antes haberse asegurado que las monedas eran de plata. Al ganadero "...se le saltaban las lágrimas, y los ojos y el corazón se iban tras su bolsa..." Sancho le dice que fuera tras ella, que le quitara la bolsa y se la volviera a traer. "Partió como un rayo y fue a lo que se le mandaba." (Todos quedaron boquiabiertos esperando el desenlace). Volvieron "...más asidos y aferrados que la vez primera, ella la saya levantada y en el regazo puesta la bolsa, y el hombre pugnando por quitársela, mas no era posible, según la mujer la defendía..." Ella vociferaba por la "Justicia de Dios" diciéndole a Sancho que viera como ese desalmado la atacaba para hacerse con su bolsa. "¿Y háosla quitado?--preguntó el gobernador". La violada bramó que antes se dejaría quitar la vida que la bolsa que ni "...tenazas y martillos, mazos y escoplos, no serían bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones!" El ganadero sucumbe y le dice a Sancho que la deje ir con su bolsa... pero, sí, sí, ¡menudo es Sancho! Le pide a la "...esforzada, y no forzada..." que devuelva la bolsa al hombre dictando la siguiente sentencia: "Hermana mia, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios, y mucho de enhoramala, y no paréis en toda esta ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de doscientos azotes. ¡Andad luego, digo, churrillera, desvergonzada y embaidora!".
Salió la mujer espantada. El ganadero recuperó su bolsa no sin antes advertirle Sancho de que aquí en adelante si no "...le quereis perder, procurad que no os venga en voluntad de yogar con nadie."
Los baratarios quedaron ensimismados con su nuevo gobernador pero Cide, el traductor y Cervan nos apremian a que se quede ahí el buen Sancho, "...que es mucha la priesa que nos da su amo, alborotado con la música de Altisidora."
Seguiremos con el XLVI.
miércoles, 14 de abril de 2010
COLECCIONISMO Y ORNITOLOGÍA DOMÉSTICA
"Miguel coleccionaba también huevos de pájaros del país. Los había verdaderamente bonitos: marrones, grises, azulados, verdosos, rosados, con motas, con pintas... Había tal variedad de pájaros en aquella parte de Sierra Morena, que la colección de huevos llegó a ser muy curiosa e interesante. Pero también esto producía a María algunas molestias, porque, desde que los chicos del pueblo se enteraron de que "el de la mina" compraba huevos de pájaro, se pasaban el dia llamando a la puerta para ofrecer, además de los huevos, las cosas más extrañas. Venían con galápagos, ranas, sapos, lagartos, culebras de agua, topos, escorpiones... ¡Hasta hubo un chiquillo que fue a ofrecer hormigas!
Un dia, trajeron una lechuza. Miguel, entusiasmado, la instaló en una jaula. Le daba trozos de conejo y de perdiz, que el ave comía, al principio, con voracidad, y parecía contenta. Miraba a todos con sus ojos redondos bien abiertos y movía un poco la cabeza. Hasta llegó a poner un huevo, pero, después de tal hazaña, su apetito fue decayendo. A Sacramento, la criada, se le ocurrió un remedio.
--Mi abuela, que era medio bruja, solía decir que las lechuzas entraban en las iglesias para beber en las lamparillas del Santísimo. ¿Por qué no le dan a ésta un poco de aceite?
Se lo hicieron tragar con una cucharilla, pero sin ningún resultado favorable. Se le erizaron las plumas y, con gran disgusto de Miguel, una mañana apareció muerta."
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COLLECTIONISM AND DOMESTIC ORNITHOLOGY
Miguel also collected local bird eggs. Some were really very beautiful: brown, grey, bluish, greenish, pinkish, with dots or specks... There was such a great variety of birds in that part of the Morena Mountains, that the bird-egg collection became quite unique and interesting. But this also posed problems for María, because, since the children of the village found out that "the man from the mine" bought bird-eggs, they were always knocking at the door, offering, besides the eggs, the weirdest things: tortoises, frogs, toads, lizzards, water snakes, moles, scorpions... There was even one kid who came with ants!
One day, they brought an owl. Miguel, enthralled, put it in a cage. He fed it with small chunks of rabbit and partridge meat which the bird, at the beginning, voraciously ate and seemed to be happy. She looked at everyone with big, round eyes, slowly moving its head. She even laid an egg, but after such a feat, her appetite diminished. Sacramento, the maid, thought of a remedy.
--My grandmother, who was a bit of a witch, used to say that owls went into the churches to drink from the lamps of the Holy Sacrament. Why don't you give her a bit of oil?
They made her gulp it with a teaspoon, but with no visible results. Her feathers bristled and, with Miguel's deepest regret, one morning she appeared dead.
martes, 13 de abril de 2010
LA "PICA MARÍA"
"Al salir del cementerio, se encontraron con un obrero de la compañía de electricidad que trabajaba en el transformador de la mina. Llevaba una urraca al hombro. Al percatarse de que Miguel le miraba con mucho interés, le dijo:
--¿La quiere? Mi mujer me ha dicho que la suelte en el campo. Es una "pica" muy enredadora y ya no la puede soportar.
Miguel, encantado, la aceptó inmediatamente.
--Si es tan enredadora como dice, ¿qué vamos a hacer con ella?-- objetó María.
Pero Miguel ya tenía la urraca colocada en su hombro.
--¡Tonterías!--dijo--. Las urracas son muy listas y, ¡claro!, no van a estar quietas como un pájaro bobo.
¡Desde luego que no! La urraca, a quien su antiguo dueño llamaba la "pica María", era muy poco tímida y se encontró en casa de los Zumeta como si hubiese nacido en ella. Volaba de una silla de la cocina al fregadero; de allí, al palo donde se colgaban los chorizos; después bajaba al cantarero y dejaba un regalito... "María, María, María", decía cada vez que emprendía el vuelo. (Nota mia: no sabía que las urracas hablasen...). Se posaba en la parte más alta del armario del comedor, se subía por las escaleras al piso de arriba, se paseaba por las camas y, si alguien (Nota mia: se refiere a sus hijos...) estaba durmiendo, le picoteaba la oreja o la nariz.
A María le daba bastante trabajo aquella urraca, siempre empeñada en coger con el pico todo lo que brillaba--botones, alfileres, tijeras, anillos, etc.--y llevárselo volando a otro lado. Había que tener mucho cuidado con la labor de punto, que había que dejar siempre muy tapada en el cesto o guardada en el armario, porque en cuanto quedaba a la vista, la "pica María" sacaba las agujas y enredaba la lana.
Otra manía de la urraca era la de introducir entre las pajas de los asientos, y entre las páginas de los libros todos los pequeños objetos que encontraba. También los metía en los bolsillos y hasta en los dobladillos de los abrigos que se dejaban en el colgador de la entrada. Lo peor era que, a veces, se le ocurría esconder en los pliegues de las ropas trocitos de carne o tocino que cogía en la cocina, y el impermeable o el abrigo aparecía después con manchas de grasa. Así destrozó también varios libros. Pero Miguel se divertía tanto con su "pica María", que no hubo más remedio que seguir soportándola."
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THE "PICA MARÍA"
When they left the cemetery, they ran into a worker of the electrical company that worked in the mine's transformer. He carried a magpie on his shoulder. He noticed that Miguel looked at the bird with great interest.
¿Do you want it?--he said--, my wife told me to free her in the countryside. She can't stand how mischievous and naughty this "pica" is.
Miguel, thrilled, accepted her right away.
--If she's as mischievous as he says, what are we going to do with her?--María objected.
But Miguel already had the magpie on his shoulder.
Rubbish!--he said--. Magpies are very clever and, of course! they're not going to keep still like silly birds.
Of course not, indeed! The magpie who was called "pica María" by it's previous owner, was not timid at all and she found herself in the Zumeta's household as if she had been born there. She flew from a kitchen chair to the sink; from there to the stick where the sausages hung; afterwards she would go down to the earthen jugs and leave a present... "María, María, María", she would say everytime she flew. (My note: I didn't know magpies spoke...). She would pose herself on the highest part of the closet, would go up the stairs, parade herself on the beds and, if anyone was sleeping (My note: she means her children...), would nibble their ears and noses.
That magpie gave María lots of work, always compelled to grabbing with her beak anything that shined--buttons, pins, scissors, rings, etc.-- and taking them to another side of the house. One had to be very careful with the knitting work, which always had to be kept covered in a basket or hidden in the closet, because as soon as it was visible, "pica María" would grab de needles and entangle the wool.
Another of the magpie's fixation was to introduce inside the chairs' straw seats and between book pages, all the small objects she found. She also put them inside pockets and, even, in the coat hems that hung in the entrance hanger. The worst was when sometimes she decided to hide in the pleats of clothes, pieces of meat or bacon, consequently, a raincoat or coat would show up with grease stains. She also ruined several books. But Miguel had so much fun with his "pica María" that there was no other choice than to keep putting up with her.
domingo, 11 de abril de 2010
UN CEMENTERIO "PRIVADO" (2)
"Martinillo era de manos hábiles y muy ingenioso, y allí era donde, además de las jaulas y los cepos, fabricaba las graciosas marionetas, a las que hacia bailar con gran desparpajo. Para su construcción, empleaba palos, hilos, alambres, cañas y calabacitas enanas. Les enseñó uno de los muñecos, vestido de campesino andaluz, con zahones y sombrero cordobés. Martinillo cantaba sevillanas mientras hacia bailar al muñeco, tirando de unos hilos, sobre la mesa de piedra donde solían depositar a los muertos antes de darles sepultura.
Luego les enseñó las herramientas que empleaba para construir las marionetas. Las extrajo del pequeño féretro de niño que reposaba en la estantería. Las herramientas eran de fabricación casera: con un clavo rayado, dos palos y una moneda de diez céntimos, Martinillo se había hecho un berbiquí; el martillo era una piedra alargada, sujeta a un palo con un trozo de cuero. Un cuchillo viejo y la mitad de una sierra roñosa, clavada en una madera, completaban su equipo.
--Cuando hace muy mal tiempo, me quedo a dormir aquí--les informó el enterrador.
En las largas y tormentosas noches de invierno, Martinillo no dejaba solos a sus muertos. A la luz de su candileja, tensaba alambres, cortaba maderas, afilaba palos, tejía la redecilla para los cepos, y luego se echaba a dormir, cerca de sus silenciosos vecinos.
María quería terminar aquella visita, que empezaba a producirle escalofríos. Salió del cementerio pensando que Martinillo estaba tan acostumbrado a vivir entre sus muertos, que daba la impresión de que, cuando le llegase el turno a él, se tumbaría tranquilamente en un hoyo de los que había preparado, como si se acostase en su cama de la cocina de José."
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A "PRIVATE" CEMETERY (2)
Martinillo had agile hands and was very ingenious. There, besides the cages and the traps, he made his cute puppets. He made them dance with great skill. For their construction he used sticks, strings, wires, stalks and midget pumpkins. He showed them one of the puppets dressed like an Andalusian peasant with his leather overalls and Cordoban hat. Martinillo sang "sevillanas" (flamenco) while he made it dance handling the strings, on top of the granite table where the corpses were placed before their burial.
Afterwards he showed them the tools he used to make them. He took them out of the small white coffin resting on the shelf. The tools were home-made: with a scratched nail, two sticks and a ten-cent piece, Martinillo had made himself a crank; the hammer was an elongated stone, fixed to a stick with a piece of leather. An old knife and half of a rusty saw nailed to a piece of wood, completed his equipment.
-- When the weather is very bad, I sleep here-- the grave-digger informed them.
In the long and stormy winter nights, Martinillo didn't leave his dead alone. At the light of an oil lamp, he tensed wires, cut wood, sharpened sticks, weaved mesh for his traps and, afterwards, went to bed, close to his silent neighbours.
María wanted to finish that visit which was beginning to give her the creeps. She left the cemetery thinking that Martinillo was so used to living among the dead, that when the time came for his decease, he would simply lie down in one of the holes he had dug and would fall asleep just like he did in Jose's kitchen's bed.
viernes, 9 de abril de 2010
DON QUIJOTE
Capítulo XLIV- Segunda parte de la lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés)
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Chapter 44- 2nd part of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation)
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Aparece Cide Hamete Benengelí de nuevo excusándose porque "...no le tradujo su intérprete como él lo había escrito...". Reconoce que no sabe cómo le dió por escribir "...una historia tan seca y tan limitada como esta de Don Quijote... siempre atenido el entendimiento, la mano y la pluma a escribir de un solo sujeto y hablar por las bocas de pocas personas era un trabajo incomportable, cuyo fruto no redundaba en el de su autor..." y que por eso había introducido en la primera parte las novelas del "Curioso Impertinente" y el "Capitán Cautivo" "...que están como separadas de la historia..." porque las demás se ciñen exactamente a lo que le sucedió a nuestro Señor de los Leones... y "... llevados de la atención que piden las hazañas de Don Quijote no la darían a las novelas, y pasarían por ellas o con priesa o con enfado, sin advertir la gala y artificio que en sí contienen, el cual se mostrara bien al descubierto, cuando por sí solas, sin arrimarse a las locuras de don Quijote ni a las sandeces de Sancho, salieran a la luz." (No sé si he entendido bien esta parrafada... ¡Qué encaje de bolillos!)
En esta segunda parte se tiene que ceñir a los hechos y "...pide no se desprecie su trabajo, y se le den alabanzas, no por lo que escribe, sino por lo que ha dejado de escribir." (¡Qué cuco Cervan!). Prosigue la historia. Acabados de comer, los pérfidos, facinerosos, vacios, ignorantes, hipócritas, canallas y odiosos duques siguen con las "bromitas". Le mandan a Sancho a la ínsula acompañado de gran parafernalia y vestido "a lo letrado" con "...un gabán muy ancho de chamelote de aguas, leonado, con una montera de lo mismo, sobre un macho a la jineta..." (¡Toma castaña!) Detrás le seguía el rucio--a quien Sancho miraba embelesado de vez en cuando--"...con jaeces y ornamentos jumentiles de seda y flamantes..." Sancho se sentía "...tan contento, que no se trocara con el emperador de Alemania."
Antes de la partida, apareció el mayordomo que hizo de la Trifaldi Dolorida. Sancho reconoce su voz y está convencido que éste es la Trifaldi y así se lo hace saber a Quijo. Pero el Caballero de la Triste Figura le dice que "...pero no por eso el mayordomo es la Dolorida, que a serlo, implicaría contradicción muy grande, y no es tiempo ahora de hacer estas averiguaciones, que sería entrarnos en intrícados laberintos...". Que "Nuestro Señor... nos libre a los dos de malos hechiceros y de malos encantadores." Sancho le obedece y dice "...yo callaré, pero no dejaré de andar advertido de aquí en adelante, a ver si descubre otra señal que confirme o desfaga mi sospecha."
"Al despedirse de los duques, les besó las manos, y tomó la bendición de su señor, que se la dió con lágrimas, y Sancho la recibió con pucheritos." (Qué tierno...).
El Benengelí nos pide a los lectores que dejemos que Sancho se marche en paz y que esperemos "dos fanegas de risa...porque los sucesos de don Quijote o se han de celebrar con admiración o con risa".
Quijo se queda hecho polvo sin su Sancho. ¡Hasta, si pudiera, le arrebataría su ínsula! La duquesa (grrr...) al ver su melancolía le dice que todo el servicio del palacio está a su disposición. Quijo prefiere estar solo pero la pérfida insiste en que le atenderán "...cuatro doncellas...hermosas como unas flores." Quijo le responde que "...no serán ellas como flores, sino como espinas que me puncen el alma." Siguen las discusiones entre ambos hasta que la estúpida desiste y sucumbe a sus deseos "...dentro de su aposento hallará los vasos necesarios del menester del que duerme a puerta cerrada porque ninguna natural necesidad le obligue a que la abra." (¡Qué manera más original y literaria para referirse a los orinales!").
La imbécil duquesa le ruega a Quijo que vayan a cenar porque el cretino del duque les espera para así poder retirarse pronto ya que el viaje a Candaya debió de ser muy duro... Quijo le jura "...que en mi vida he subido sobre bestia más reposada ni de mejor paso que Clavileño...". Cenan, y Quijo se retira asegurándose que nadie entrará en su aposento a servirle porque no quisiera que le "...forzasen a perder el honesto decoro que a su señora Dulcinea guardaba...". Cerró la puerta, se desnudó y al descalzarse ¡maldición! vió que se habían soltado "...dos docenas de puntos de una media, que quedó hecha celosía." Y ni siquiera tenía seda verde (porque eran verdes...) para remendarlas. Aparece Benengelí de nuevo despotricando sobre la pobreza y las apariencias "...¡Miserable del bien nacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos!"
Quijo se consoló al ver que su amadísimo Sancho le había dejado "unas botas de camino". "Se recostó pensativo y pesaroso, así de la falta que Sancho (ejem, ejem...) le hacía como de la inreparable desgracia de sus medias...una de las mayores señales de miseria que un hidalgo puede dar en el discurso de su prolija estrecheza. Mató (esto ¡me ha encantado!) las velas; hacía calor y no podía dormir...". Se levantó y "...abrió un poco la ventana de una reja que daba sobre un hermoso jardín...".
Allí abajo oyó voces. Eran dos doncellas, Emerencia y Altisidora disputándose el amor de nuestro héroe (Debo admitir y admito que al principio pensé que eran lesbianas...). Pero Altisidora le dedica un romance a nuestro héroe haciéndole la pelota al igual que a Dulci además confirma (para engatusarle...) que ni siquiera tiene 15 años "catorce tengo y tres meses" que no es "renca, ni soy coja, ni tengo nada de manca; los cabellos, como lirios, que, en pie, por el suelo arrastran...". Quijo lanza un hondo suspiro "¡Que tengo de ser tan desdichado andante que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore!" Que su amor sigue firme hacia Dulci y que no hay doncellas de catorce o quince años que le hagan cambiar de opinión. Punto.
"Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar, para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo. Llore o cante Altisidora, desespérese Madama...que yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, (¡¿ ?!) limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra." (¡OLÉ! mi Quijo, aunque pelín exagerado...). "Y con esto cerró de golpe la ventana y, despechado y pesaroso como si le hubiera acontecido alguna gran desgracia, se acostó...".
Seguiremos con el XLV.
jueves, 8 de abril de 2010
GARZÓN (2)
De nuevo tengo que escribir sobre este juez valiente que, finalmente, va a sentarse en el banquillo de los acusados INJUSTAMENTE. Si le declaran culpable será apartado de sus funciones durante muchísimos años. Los ciudadanos deberíamos protestar enérgicamente y hacer que los jueces del Supremo sean barridos del mapa y, en su lugar otros, que no estén tan ligados a una opción política concreta, sean elegidos. Qué casualidad que este juicio ha sido convocado ahora en plena vorágine Gürteliana... ¡Qué manipuladora es la derecha! y lo que da más miedo ¡qué poder tienen!
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Once again I have to write about this brave judge who is finally going to be judged. If he's found guilty, it would mean he wouldn't be able to work as a judge for many, many years. VERY UNFAIR. I think we, Spanish citizens, should energetically protest and force a change in the Supreme Court which is now monopolized by rightist judges. This trial is being convoked at the time when the media is dominated by the "Gürtel" corruption case which affects many politicians of the conservative opposition party. How manipulative are the rightists! and, what's more frightening, how powerful!
miércoles, 7 de abril de 2010
UN CEMENTERIO "PRIVADO" (1)
"Martinillo, el sepulturero, consideraba el cementerio como si fuese de su propiedad. En la caseta que constituía el depósito de cadáveres, tenía establecido su taller particular. Tenía tambien su huerta en el cementerio. Entre las tumbas, plantaba tomates, patatas, habas, lechugas... Una fosa profunda, recién cavada, mostraba el lugar donde reposaría el próximo muerto de Candera.
Cuando, cumpliendo su promesa, María y Miguel fueron a verle al cementerio, Martinillo los acogió como un gran señor que recibe a sus visitantes para enseñarles su finca de recreo. Los introdujo en su huerta, donde, alternando con las hortalizas que crecían entre las tumbas, aparecían algunas flores. En la parte mejor orientada del cementerio, Martinillo cultivaba una pequeña plantación de tabaco. Después de enseñarles su macabra huerta, los condujo muy misteriosamente hasta delante de uno de los pocos panteones que había dentro del recinto sagrado. Por una grieta abierta entre las piedras del panteón, salían y entraba buen número de abejas. La piedra más grande llevaba la inscripción "Aquí yace Micaela Zarco, fallecida en 1935", Martinillo les miraba con sus ojillos maliciosos, sonriente.
--Tengo aquí un panal de primera. Cuando llega la época de sacar la miel, separo esta piedra, saco la miel y vuelvo a dejar tranquilas a las abejas y a doña Micaela.
Martinillo los condujo al depósito de cadáveres, que consistía en una caseta de unos quince metros cuadrados, en cuyo centro se hallaba, fija en la tierra, una tosca mesa de granito. De las vigas del techo, pendían ristras de cebollas y de ajos, manojos de hierbas aromáticas y pimientos secos. En una de las paredes, Martinillo había colocado una estantería en la que se veían dos féretros mohosos y deteriorados. Uno de ellos era pequeño y blanco. Del resto de las paredes, colgaba una variada colección de jaulas de perdiz. Por el suelo, más jaulas en curso de fabricación, cepos de varios tamaños y trampas de ingenioso mecanismo para atrapar pájaros vivos. En un rincón, alambres, cajas viejas de cartón y de madera, latas, etc. Junto a esta chatarra, un fogoncito donde se estaba cociendo algo en un puchero. En otro rincón, un camastro." (Continuará)
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A "PRIVATE" CEMETERY (1)
Martinillo, the grave-digger, considered the cemetery his private property. In the hut, which was the corpses' deposit, he had installed his particular workshop. He also had his vegetable garden in the cemetery. Between the tombs, he had planted tomatoes, potatoes, beans, lettuces... A recently excavated grave indicated where the next deceased in Candera would rest.
When María and Miguel fulfilled their promise to visit him in the cemetery, Martinillo greeted them like a lord showing the estate to his guests. He showed them the garden, where, alternating with the vegetables growing between the tombs, some flowers sprouted. In the better oriented part of the cemetery, Martinillo had a small tobacco plantation. After showing them the gruesome garden, he mysteriously led them to one of the few mausoleums that were inside the sacred enclosure. Through an open fissure between the mauseleum stones, quite an amount of bees buzzed in and out. The bigger stone had the following inscription "Here lies Micaela Zarco deceased in 1935". Martinillo looked at them with his mischievious eyes, smiling.
--I have a top-notch honeycomb here. When the time comes to collect the honey, I move this stone, take the honey and, once more, leave the bees and doña Micaela alone.
Martinillo took them to the corpses' deposit, it was a fifteen-square-metre hut in which centre, fixed to the ground, was a rough granite table. From the roof beams hanged strings of onions and garlic, bunches of aromatic herbs and dried peppers. In one of the walls, Martinillo had made a shelve where one could see two mouldy, deteriorated coffins. One of them was small and white. On the other walls, hung a collection of partridge cages. On the floor, more cages in the process of being made; traps of various sizes and other ingenious traps to capture live birds. In a corner, there were wires, old carton and wooden boxes, cans, etc. Next to this junk, a small stove where something was boiling in a cooking pot. On the other corner, a ramshackle bed. (It will continue)
lunes, 5 de abril de 2010
UNA COMPRA IMPOSIBLE
"--Doña María. Hoy es el santo de mi mujer--dijo un día José, el chófer--. Cuando don Miguel regrese esta tarde de la mina, vénganse a mi casa a tomarse unos vasos de Montilla y unos pestiños riquísimos, hechos por mi Mari Paca.
Por no desairar a José, aceptaron la invitación. La casa de José estaba casi en el campo. Tenía una sola planta, pero las paredes eran muy sólidas, de piedra, y la cubierta, de tejas bien cocidas. El dinero no había llegado para comprar unas baldosas para el pavimento, así es que el suelo era de tierra bien apisonada.
Desde la entrada, se llegaba, por un ancho pasillo, hasta el corral, que estaba totalmente rodeado de tapias, de modo que el burro, la cabra y los dos cerdos tenían que pasar por el medio de la casa cuando salían al campo. A ambos lados del pasillo, se abrían dos puertas. La de la izquierda daba al cuarto del matrimonio y los dos niños, y por la de la derecha, se accedía a la cocina. La puerta del dormitorio era de madera maciza, pero la de la cocina consistía en una cortina de arpillera.
El suegro del chófer, Martinillo, un viejo menudo, fuerte y de ojos muy vivos, vivía con ellos. Era el sepulturero de Candera. Martinillo tenía su cama en la cocina.
José y su mujer se desvivieron por obsequiar a María y Miguel. El vino era bueno y los pestiños estaban deliciosos, pero María los comió con mucha aprensión: la cama del sepulturero estaba entre el fogón y la artesa de amasar.
Los dos niños correteaban alrededor de ellos, y María se fijó en una especie de marioneta, muy graciosa, que el mayor de los chicos manejaba con gran destreza.
--¿Dónde han comprado ese muñeco?--preguntó María.
--No lo hemos comprado--explicó Mari Paca--. Lo hizo mi padre. Ha hecho varios. ¡No sabe lo bonitos que son! Tienen que ir ustedes un dia al cementerio.
--¿Al cementerio?--exclamó María, extrañada--, al cementerio, ¿para qué?
--Los hace en el depósito del cementerio. Allí los tiene bien guardaditos. De vez en cuando, regala uno a sus nietos.
--Vengan ustedes una tarde a verlos--intervino Martinillo. Yo estoy allí todo el día, así es que pueden venir cuando quieran.
Le prometieron ir, y siguieron hablando de otras cosas.
José les dijo que los bilbaínos habían observado que, en las piedras de la pared de su casa, había señales de wólfram. Le habían propuesto comprarle la casa por cuatro veces más de lo que a él le había costado, teniendo tambien en cuenta su trabajo, pues la casa estaba totalmente construida por él.
--La casa la quieren para destruirla y extraer el mineral de sus piedras, y eso no lo consiento yo. Dicen que, además del dinero que me den, me construirán una casa más grande y mejor que ésta, con azulejos de colores en las paredes y baldosines en el suelo, pero yo no quiero nada. Esta casa no la he comprado, la he hecho con mis propias manos, y no la vendo por todo el oro del mundo.
Por más que insistieron los bilbaínos, no hubo modo de hacerle desistir de su decisión".
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AN IMPOSSIBLE PURCHASE
--Doña María, today is my wife's feastday-- said José, the driver--. When don Miguel comes back from the mine, this afternoon, come over to my house to have a drink of sherry and eat delicious honey-dipped fritters made by my Mari Paca.
In order not to be rude, they accepted the invitation. José's house was nearly in the countryside. It was a one-floor construction with very strong stone walls and a solid-tiled roof. Money had run out in order to buy floor-tiles, so the floor had well-tamped soil.
From the entrance, through a wide hallway, one reached the pen. It was completely surrounded by walls, therefore, the donkey, goat and two pigs had to pass through the middle of the house when taken outside. On both sides of the hallway, two doors opened. The one on the left led to the couple's bedroom and their two children, and the one on the right to the kitchen. The bedroom's door was solid wood but the kitchen had only a simple sackcloth curtain.
The driver's father-in-law, Martinillo, a slight strong old man, with twinkly eyes, lived with them. He was Candera's grave-digger. Martinillo had his bed in the kitchen.
José and his wife were extremely obsequious towards Miguel and María. The wine was good and the honey-dipped fritters, delicious. María, however, was a bit apprehensive eating them because the grave-digger's bed was between the stove and the kneading table.
The two children ran around them and María noticed a sort of string-puppet which the older boy handled with great expertise.
--Where did you buy that puppet?--María asked.
--We didn't buy it--Mari Paca explained--. My father made it. He's made quite a few. You can't imagine how beautiful they are! You have to go one day to the cemetery.
--To the cemetery!?--María bewilderingly exclaimed--, to the cemetery? For what?
He makes them in the cemetery's deposit. He keeps them there, well stashed away. From time to time he gives one to his grandchildren.
--Come to see them some afternoon--Martinillo intervened. I'm there all day so you can come whenever you want.
They promised they would, and continued talking about other matters.
José told them that the "Bilbaínos" had observed that in the stone walls there was tungsten/wolfram. They had offered to buy his house for four-times its worth. Taking into account his work because he had built it entirely by himself.
-- They want the house to destroy it and extract the mineral from its stones and I won't accept that. No way. They say that, besides the money they will give me, they will also build a bigger and better house than this one with coloured tiles on the walls and floor-tiles but I don't want anything. I haven't bought this house, I made it with my own two hands and I wouldn't sell it for all the money in the world.
Even though the "Bilbaínos" insisted, nothing made him change his mind.
Por no desairar a José, aceptaron la invitación. La casa de José estaba casi en el campo. Tenía una sola planta, pero las paredes eran muy sólidas, de piedra, y la cubierta, de tejas bien cocidas. El dinero no había llegado para comprar unas baldosas para el pavimento, así es que el suelo era de tierra bien apisonada.
Desde la entrada, se llegaba, por un ancho pasillo, hasta el corral, que estaba totalmente rodeado de tapias, de modo que el burro, la cabra y los dos cerdos tenían que pasar por el medio de la casa cuando salían al campo. A ambos lados del pasillo, se abrían dos puertas. La de la izquierda daba al cuarto del matrimonio y los dos niños, y por la de la derecha, se accedía a la cocina. La puerta del dormitorio era de madera maciza, pero la de la cocina consistía en una cortina de arpillera.
El suegro del chófer, Martinillo, un viejo menudo, fuerte y de ojos muy vivos, vivía con ellos. Era el sepulturero de Candera. Martinillo tenía su cama en la cocina.
José y su mujer se desvivieron por obsequiar a María y Miguel. El vino era bueno y los pestiños estaban deliciosos, pero María los comió con mucha aprensión: la cama del sepulturero estaba entre el fogón y la artesa de amasar.
Los dos niños correteaban alrededor de ellos, y María se fijó en una especie de marioneta, muy graciosa, que el mayor de los chicos manejaba con gran destreza.
--¿Dónde han comprado ese muñeco?--preguntó María.
--No lo hemos comprado--explicó Mari Paca--. Lo hizo mi padre. Ha hecho varios. ¡No sabe lo bonitos que son! Tienen que ir ustedes un dia al cementerio.
--¿Al cementerio?--exclamó María, extrañada--, al cementerio, ¿para qué?
--Los hace en el depósito del cementerio. Allí los tiene bien guardaditos. De vez en cuando, regala uno a sus nietos.
--Vengan ustedes una tarde a verlos--intervino Martinillo. Yo estoy allí todo el día, así es que pueden venir cuando quieran.
Le prometieron ir, y siguieron hablando de otras cosas.
José les dijo que los bilbaínos habían observado que, en las piedras de la pared de su casa, había señales de wólfram. Le habían propuesto comprarle la casa por cuatro veces más de lo que a él le había costado, teniendo tambien en cuenta su trabajo, pues la casa estaba totalmente construida por él.
--La casa la quieren para destruirla y extraer el mineral de sus piedras, y eso no lo consiento yo. Dicen que, además del dinero que me den, me construirán una casa más grande y mejor que ésta, con azulejos de colores en las paredes y baldosines en el suelo, pero yo no quiero nada. Esta casa no la he comprado, la he hecho con mis propias manos, y no la vendo por todo el oro del mundo.
Por más que insistieron los bilbaínos, no hubo modo de hacerle desistir de su decisión".
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AN IMPOSSIBLE PURCHASE
--Doña María, today is my wife's feastday-- said José, the driver--. When don Miguel comes back from the mine, this afternoon, come over to my house to have a drink of sherry and eat delicious honey-dipped fritters made by my Mari Paca.
In order not to be rude, they accepted the invitation. José's house was nearly in the countryside. It was a one-floor construction with very strong stone walls and a solid-tiled roof. Money had run out in order to buy floor-tiles, so the floor had well-tamped soil.
From the entrance, through a wide hallway, one reached the pen. It was completely surrounded by walls, therefore, the donkey, goat and two pigs had to pass through the middle of the house when taken outside. On both sides of the hallway, two doors opened. The one on the left led to the couple's bedroom and their two children, and the one on the right to the kitchen. The bedroom's door was solid wood but the kitchen had only a simple sackcloth curtain.
The driver's father-in-law, Martinillo, a slight strong old man, with twinkly eyes, lived with them. He was Candera's grave-digger. Martinillo had his bed in the kitchen.
José and his wife were extremely obsequious towards Miguel and María. The wine was good and the honey-dipped fritters, delicious. María, however, was a bit apprehensive eating them because the grave-digger's bed was between the stove and the kneading table.
The two children ran around them and María noticed a sort of string-puppet which the older boy handled with great expertise.
--Where did you buy that puppet?--María asked.
--We didn't buy it--Mari Paca explained--. My father made it. He's made quite a few. You can't imagine how beautiful they are! You have to go one day to the cemetery.
--To the cemetery!?--María bewilderingly exclaimed--, to the cemetery? For what?
He makes them in the cemetery's deposit. He keeps them there, well stashed away. From time to time he gives one to his grandchildren.
--Come to see them some afternoon--Martinillo intervened. I'm there all day so you can come whenever you want.
They promised they would, and continued talking about other matters.
José told them that the "Bilbaínos" had observed that in the stone walls there was tungsten/wolfram. They had offered to buy his house for four-times its worth. Taking into account his work because he had built it entirely by himself.
-- They want the house to destroy it and extract the mineral from its stones and I won't accept that. No way. They say that, besides the money they will give me, they will also build a bigger and better house than this one with coloured tiles on the walls and floor-tiles but I don't want anything. I haven't bought this house, I made it with my own two hands and I wouldn't sell it for all the money in the world.
Even though the "Bilbaínos" insisted, nothing made him change his mind.
viernes, 2 de abril de 2010
DON QUIJOTE
Capítulo XLIII de la segunda parte de nuestra lectura colectiva en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda Escudero (sin traducción al inglés)
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Chapter 43 - 2nd Part- of our joint reading in Pedro Ojeda Escudero's blog "La Acequia" (without an English translation)
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Hoy, viernes santo, no creo que tenga mucha audiencia...
Sabemos que la locura de Quijo solo se dispara "tocándole en la caballería", en los demás temas "mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio, y su juicio sus obras." Y que en esta segunda tanda de "documentos... mostró tener gran donaire y puso su discreción y su locura en un levantado punto."
Siguen los consejos.
Sancho le escucha "atentísimamente...como quien pensaba guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno."
Primero le dice que sea limpio y se corte las uñas no como otros que las dejan crecer y parecen "garras de cernícalo lagartijero, puerco y extraordinario abuso".
Que no ande "desceñido y flojo". Que tome el pulso a su nuevo quehacer y si tiene que dar "librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra" y mejor que si tiene que dársela a seis pajes que escoja a tres pobres entre ellos así "...tendrás pajes para el cielo y para el suelo."
Que no coma ni ajos ni cebollas; que ande despacio; que coma poco y cene menos; que no beba demasiado y que tenga en cuenta "no mascar a dos carrillos ni de erutar delante de nadie". Ésto de "erutar" Sancho no lo entiende, Quijo le aclara que "quiere decir 'regoldar'..." añadiendo que es uno "de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana". Ahora la gente "curiosa" ha adoptado el "erutar" latino y dicen "erutar" en vez de "regoldar" y "erutaciones" a los "regüeldos". (Interesante aclaración porque en mi vida había oido "regoldar"...). Sancho dice que éste consejo se lo guardará a fuego porque "lo suelo hacer muy a menudo".
Que no "has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles... muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias". Ah, eso solo lo puede remediar Dios porque Sancho sabe más refranes "que un libro" y le vienen tantos juntos a la boca cuando habla "...que riñen por salir unos con otros..." pero lo tendrá en cuenta de decir solo "...los que convenga a la gravedad de mi cargo..." y suelta unos cuántos que a Quijo le sulfuran "Estoyte diciendo que excuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía de ellos...".
"Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerizos."
Que no duerma mucho "...que el que no madruga con el sol, no goza del dia". Que sea diligente y no perezoso. Y como último consejo, Quijo le advierte "...jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos comparándolos entre sí, pues por fuerza en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado." Tambien le dice cómo se tiene que vestir "de calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni por pienso, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores".
Sancho le agradece los consejos pero ¿de qué le han de servir si de ninguno se acuerda? Vale que no se le pasará por el "magín" dejarse crecer las uñas o casarse de nuevo "pero esotros badulaques (gracias FERNANDO MANERO ahora sé lo que significa...) y enredos y revoltillos no se me acuerda ni acordará más de ellos que de las nubes de antaño...". Quiere que Quijo se los de por escrito aunque no sabe leer ni escribir pero se "...los daré a mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester."
¡Ah pecador de mí--respondió Don Quijote--, y qué mal parece en los gobernadores el no saber leer ni escribir!" Porque el no saberlo y el ser zurdo demuestra que viene de baja cuna o fué tan travieso y malo "...que no pudo entrar en él el buen uso ni la buena doctrina". Le dice que aunque sea, aprenda a firmar. Sancho dice que eso sí lo sabe, no muy bien pero si hace falta "... fingiré que tengo tullida la mano derecha y haré que firme otro por mí, que para todo hay remedio..." menos la muerte, claro.
A continuación Sancho sigue con su habitual retahíla de refranes lo cual enfurece de nuevo a nuestro héroe "¡Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes!" "...Dime, ¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato? Que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase." Sancho se sorprende y le dice "¿A qué diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes?" Ahora mismo le vienen a la mente cuatro que ni "pintiparados, o como peras en tabaque...". No los dirá "porque al buen callar llaman Sancho". "Ese Sancho no eres tu--dijo Don Quijote--, porque no sólo no eres buen callar, sino mal hablar y mal porfiar...". De todas formas a Quijo le pica la curiosidad el saber cuales eran esos cuatro que le venían a la memoria "...que yo ando recorriendo la mia, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece."
Sancho enlaza varios sobre las "muelas cordales" y los cántaros que se rompen y que "...más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena". Quijo le contradice "Eso no, Sancho, que el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el cimiento de la necedad no asienta ningun discreto edificio...". (Buena crítica a los necios).
Continua diciéndole que Dios le "gobierne en su gobierno" porque en el fondo piensa que terminará con toda la ínsula "patas arriba" cosa que pudiera evitar diciéndole al duque "...que toda esa gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y malicias."
Bueno pues si Quijo piensa que no vale para gobernador, entonces se conforma con ser "Sancho a secas con pan y cebolla" que "como gobernador con perdices y capones" que mientras se duerme "...todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos..." y que, al fin y al cabo, es Quijo quién le "...ha puesto en esto de gobernar". Que el no sabe más "...de gobiernos de ínsulas que un buitre..." y que si por ser gobernador le ha de llevar el diablo "...más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno."
Nuestro Señor de los Leones le dice que "Por Dios, Sancho, que por solas estas últimas razones que has dicho juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas: buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga." Que se encomiende a Dios porque el cielo siempre favorece los buenos deseos. "Y vámonos a comer, que creo que ya estos señores nos aguardan."
(¡Loados sean los dioses que los duques no han aparecido en este capítulo! ¡Qué descanso...!)
Seguiremos con el XLIV.
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