"En el piso de los Larrabeiti ya no había sitio para Miguel y María, pero la portera les alquiló una habitación en la buhardilla de la misma casa. Era una "chambre de bonne" minúscula pero limpísima, con las paredes pintadas al óleo y un ancho ventanal sobre el tejado, desde el que se dominaba todo París.
Muy cerca, a la izquierda, la colina Chaillot, y enfrente, al otro lado del río, la torre Eiffel; a sus pies, el Sena, con la alargada silueta de la pequeñísima Isla de los Cisnes y el maravilloso panorama de la gran ciudad extendida hasta perderse de vista, en el que destacaban las torres y las cúpulas verdes o doradas de los Inválidos, del Panteón... Por la noche, un mar de brillantes luminarias daba la impresión de un cielo invertido y lleno de estrellas.
Les dieron un camastro suplementario, pues en la cama que tenía la habitación no podía dormir más que una persona. Era tan reducido el cuarto, que para abrir la puerta era preciso plegar el camastro, pero con la ventana abierta sobre el fantástico panorama de la gran urbe, tenían espacio de sobra.
Los que habitaban los demás cuartos de aquel piso debían ser pulcros y ordenados, pues la fuente común (nota mia: el típico "water" parisino cuyas necesidades tenían que hacerse de pie o, en cuclillas...) que había en el pasillo estaba siempre impecable. Es verdad que este aseo se lo debían en parte a la señora Smith, la cual, además de ocuparse del ascensor, de la puerta de entrada, de su marido (nota mia: el "almirante"...), de su gato y de su perro, se encargaba de la limpieza del pasillo y de cambiar las sábanas de las habitaciones cada ocho dias.
Como no hay nada mejor para pasarlo bien en este mundo que ser optimista, un señor solterón, contable de una tienda de comestibles, que ocupaba uno de aquellos cuartos, llegó incluso a organizar una pequeña fiesta de sociedad. Como no cabían todos los invitados en su habitación, se extendieron por el estrecho pasillo, por donde tambien circularon los bocadillos, las bandejas de pasteles y las botellas de vino y de champagne. Tambien María y Miguel fueron invitados por el amable anfitrión.
----------------------------------------------------------------------------
In the Larrabeiti's apartment there was no more room for Miguel and María (pseudonyms of my aunt and uncle). They moved to a small room "chambre de bonne" (maid's room, typical in Parisian apartment buildings) in the attic which had a large window from where one could see all of Paris. The views were absolutely breathtaking; on the left was the Chaillot hill, in front and on the other side of the river, the Eiffel Tower, at their feet, the Seine with the long silhouette of the tiny Swan Island, the views extended until one lost sight with the green or golden towers and domes of the Invalids and the Pantheon standing out. At night, it was an ocean of lights! It looked like an inverted sky full of bright, shining stars.
They were given a new folding bed because the one that existed in the room, was suitable for just one person. The room was so small that in order to open the door they had to fold it but with the beautiful large window and the panoramic views, it was spacious enough.
The people that lived in the other rooms of that floor, seemed to be extremely clean because the typical standing-up toilet in the corridor was always impeccable, although it was also due to the concierge's Mrs. Smith's well-doing since, not only did she take care of the elevator, the front door, her husband, her cat and her dog but she also cleaned the corridors and changed the sheets every week.
Since there is nothing better in this world, in order to have a good time, than being optimistic, an unmarried gentleman who worked as a book-keeper in a grocery store, and lived in one of those rooms, decided to have a party. Since not all the guests could fit in his room they spread all over the narrow corridor where also sandwiches, trays of pastries, bottles of wine and champagne circulated. María and Miguel were also invited by this kind host.
sábado, 18 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
17 comentarios:
Y pensar que en poco tiempo llegaría el ejército alemán a París....
Besos.
Bueno, no tenían espacio, pero al menos tenían vistas… Qué tiempos aquellos en los que poco significaba mucho (aunque yo no los viví). Hoy en día poco ya quiere decir demasiado…
Un besazo enorme!!!!
Un minúsculo cuarto y a sus pies todo el encanto del viejo París.
Un beso.
En Paris todo es posible, nada está prohibido, todas las experiencias caben en la palma de la mano. Y si encima las incomodidades se sobrellevan, como en este caso, junto al Sena, con la torre Eiffel en perspectiva y con el Trocadero al alcance de la primera zancada, no es improbable que la vida se desenvuelva en un ambiente de experiencias personalmente enriquecedoras, merced a la compañía de quienes comparten modos y espacios de vida, haciendo más grato el transcurso cotidiano. Oh, la, la, Paris. Tan impresionante es, tan deslumbrante era, que los invasores nazis desistieron de hacerla trizas en el único rasgo de momentánea lucidez que tuvieron en una época en la que la nueva Lutetia lo significaba todo. Un fuerte abrazo
TORO, lo que me sorprende de la historia de mi tía, es que casi no menciona la II Guerra Mundial... Parece que vivían en una especie de burbuja, ajena a los acontecimientos bélicos... Muy curioso... Besotes, M.
VICTOR/DEVIN, sí, por lo menos tenían unas vistas fabulosas... Muchos besotes, M.
ANTONIA P., así fue... Besotes, M.
FERNANDO, como sabes, tus comentarios ya son un resúmen de la historia de esos años... Sí, menos mal que los nazis no destrozaron esa bellísima ciudad. Gracias, como siempre, por tus muy eruditos y sagaces comentarios, mi querido. Muchos besotes, M.
Creo yo también que había una tendencia general de todos los refugiados de la guerra civil española a hacer pocas referencias de la 2ª Guerra mundial y de lo que ocurría entonces en París.
Por cierto, sería curioso saber en lo que hoy en día se puede haber convertido esa minihabitación con esas orientaciones. A saber!!
Besos
Qué delicioso texto. La estrechez y la amplitud de miras sabiamente combinadas. Fantástica esa fiesta. Un abrazo
la vida en París tuvo que ser realmente hermosa, en un pais en que la libertad era la reina de todos los derechos, me supongo que todo sería posible...un abrazo
the party sounded like so much fun, and what true hospitality! In NA, too many people wait to have just the right place, just the right time, just the right furnishings, just the right amount of money, and so on and so forth which means they don't have parties! Here is a man in a small crowded space opening whatever he has to offer to all. That is a party to remember.
Imagino con tus palabras esa zona de parís, por la que anduve pocos años atrás. Quizás entonces no fuera como ahora, pero la esencia debe coincidir. si esa chambre se hubiera alquilado en otro sitio ¿estaría igual de limpia?
FERNANDOG una de las razones por las cuales mi tia y otros no hacían mucha referencia a la II guerra mundial, creo yo, es porque estaban ¡saturados de guerra! ¿No crees?
Esas "chambres de bonne" seguro que hoy en dia valen un pastón... Muchos besotes, M.
JUAN LUIS ese ventanal era todo un lujo. Muchos besotes, M.
TUCCI París es muy especial y el haber vivido allí, un privilegio, la verdad... Muchos besotes, M.
NORTHSHOREWOMAN, True. I'm sure it was a lot of fun. Thanks for your comment, my dear. Hugs, M.
CECI pues no sé si en otro lado estaría tan limpia pero Mrs. Smith era una hacha... Muchos besotes, M.
GRACIAS MIS QUERIDOS
¡París! Has hecho que recordara mi viaje a la ciudad de la luz y la libertad... mmm!!!
Besos wapetona.
SALONDESOL ¡Me alegro de traerte gratos recuerdos! Muchos besotes, M.
Las relaciones humanas amortiguaban, sin duda, las carencias. Toda una lección.
Besos.
PEDRO así es... Muchos besotes, M.
Fíjate, no se lo pasaban mal a pesar de todo. Aunque la fiesta en el pasillo, tenía que ser curiosa.
AMELCHE, seguro que fue una fiesta genial y creo que hacían muy bien de evadirse de esa forma... Muchos besotes, M.
Publicar un comentario